Tantas preguntas en este momento de mi vida.
Por qué sucedió así...?
Por qué hizo eso?
Qué fue lo que hice mal...
Por qué nos pasan cosas feas a la gente buena..
Por qué la ingratitud?
Por qué?
Me despierto a un nuevo día y lo último que deseo es levantarme. El dolor en mis piernas y caderas ha aumentado. A como puedo me pongo las tenis. Esto va a doler. Salgo a la selva y me recibe con pájaros, vacas y hormigas indiferentes a mis músculos cansados . Camino con esfuerzo. Mi mente me lleva, el cuerpo sigue. Las preguntas revolotean.
Comprendo que tengo que enfocarme o estos diez kilómetros se van a volver cincuenta.
Regreso a casa y mientras alistamos todo para la playa encuentro un libro perdido que en otra época jamás hubiera tocado. Me llama la atención poderosamente. Mientras los niños juegan en la arena lo abro: a pesar de que lo leí hace muchos años cuando se puso de moda, la verdad no me acuerdo de nada.
Y llegan las respuestas, más claras no podrían.
Dice el autor:
"Y poco a poco, mis sueños se iban volviendo realidad.
Cuál era el secreto de mi éxito? La pura verdad: no lo sé. Sólo sé que tenía que seguir mi llamado personal. Qué es el llamado personal: es una bendición de Dios, es el camino que Dios escogió para ti aquí en la tierra. Cuando hacemos algo que nos llena de entusiasmo estamos siguiendo nuestra leyenda. Sin embargo, no todos tenemos el valor de confrontarnos con nuestros sueños.
Por qué?
Hay cuatro obstáculos. El primero: nos dicen desde pequeños que todo lo que queremos es imposible. Crecemos con esta idea y a medida que los años se acumulan, también se acumulan las capas de prejuicios, miedo y culpa. Llega un momento en que nuestro llamado personal está enterrado profundamente en nuestra alma y se vuelve invisible. Pero siempre sigue ahí.
Si tenemos el valor de desenterrar el sueño, enfrentamos entonces el segundo obstáculo: el amor. Sabemos lo que queremos hacer, pero tenemos miedo de herir a aquellos que amamos al abandonarlos por perseguir nuestro llamado. No entendemos todavía que el amor es el impulso, el ímpetu, no algo que nos impide seguir adelante. Todavía no vemos que aquellos que genuinamente nos aman nos desean lo mejor y quieren que seamos felices y están preparados para acompañarnos en el viaje.
Una vez que aceptamos que el amor es más bien un estímulo, encontramos el tercer obstáculo: el miedo al fracaso. El llamado personal nos pide apostarlo todo y nuestro corazón está de por medio. Es necesaria mucha paciencia en los momentos de dificultad y entender que el Universo está conspirando a nuestro favor, aunque tal vez no lo entendamos bien todavía.
El secreto de la vida es caer siete veces y levantarse ocho.
Así que sí: tal vez en el camino del llamado personal vamos a sufrir más que otros. Pero una vez superados los fracasos- y siempre se superan, nos llenamos de una euforia y confianza sin precedentes. En el silencio de nuestro corazón sabemos que estamos probándonos a nosotros mismos que merecemos el milagro de esta vida. Cada día, cada hora, es parte de una buena pelea. Vivimos con entusiasmo y placer. El sufrimiento intenso e inesperado pasa más rápido que el sufrimiento silencioso de muchos, ese que va por dentro por años y se come el alma y la amarga, hasta que un día se queda con ellos por el resto de sus vidas.
Desenterramos nuestro sueño, usamos el poder del amor para nutrirlo y avanzamos llenos de cicatrices y de pronto notamos que eso que siempre anhelamos está ahí frente a nosotros, esperándonos. Y entonces viene el cuarto y último obstáculo: el miedo a realizar ese sueño por el cual luchamos toda la vida.
Oscar Wilde decía: todo hombre mata aquello que ama. Es cierto. La mera posibilidad de alcanzar lo que desea llena el alma de la persona ordinaria de una culpa inmensa. Vemos a nuestro alrededor a todos aquellos que han fracasado y sentimos que no merecemos obtenerlo tampoco. Olvidamos todos los obstáculos que atravesamos, todo el sufrimiento que pasamos, todo lo que tuvimos que dejar ir para poder llegar tan lejos.
Este es el más peligroso de los obstáculos. Pero si crees que mereces todo aquello por lo que luchaste tan duramente, entonces te vuelves un instrumento de Dios y ayudas al Alma del Mundo y entiendes por qué estás aquí."
Miro el mar y sus colores azul turquesa me envuelven en una nube de paz y armonía. Comprendo que he superado tres de los obstáculos: he superado la idea heredada de los imposibles, uso cada día el Amor como aliciente, he fracasado mil veces y me he sacudido el polvo y continuado. Y estoy en ese momento vital en que el cuarto obstáculo coquetea con mi mente: realmente merezco todo esto?
Me voy de esta playa maravillosa entendiendo que estoy tan cerca de aquello que he anhelado toda mi vida. Lo sé porque mi corazón está latiendo diferente y me está presentando oportunidades, personas y experiencias que en otro momento no habría anticipado. Siento la mano de Dios ayudándome diariamente en este difícil proceso que es soltar lo viejo y abrir espacio para lo nuevo. Me sacudo la arena, llamo a los niños y me enrumbo a San josé con una sonrisa.
Sé que mi sueño me espera.
Fotografía: Kaivalya.
Sandhya´s Home, Mysore, India.
Enero 2015.
Por qué sucedió así...?
Por qué hizo eso?
Qué fue lo que hice mal...
Por qué nos pasan cosas feas a la gente buena..
Por qué la ingratitud?
Por qué?
Me despierto a un nuevo día y lo último que deseo es levantarme. El dolor en mis piernas y caderas ha aumentado. A como puedo me pongo las tenis. Esto va a doler. Salgo a la selva y me recibe con pájaros, vacas y hormigas indiferentes a mis músculos cansados . Camino con esfuerzo. Mi mente me lleva, el cuerpo sigue. Las preguntas revolotean.
Comprendo que tengo que enfocarme o estos diez kilómetros se van a volver cincuenta.
Regreso a casa y mientras alistamos todo para la playa encuentro un libro perdido que en otra época jamás hubiera tocado. Me llama la atención poderosamente. Mientras los niños juegan en la arena lo abro: a pesar de que lo leí hace muchos años cuando se puso de moda, la verdad no me acuerdo de nada.
Y llegan las respuestas, más claras no podrían.
Dice el autor:
"Y poco a poco, mis sueños se iban volviendo realidad.
Cuál era el secreto de mi éxito? La pura verdad: no lo sé. Sólo sé que tenía que seguir mi llamado personal. Qué es el llamado personal: es una bendición de Dios, es el camino que Dios escogió para ti aquí en la tierra. Cuando hacemos algo que nos llena de entusiasmo estamos siguiendo nuestra leyenda. Sin embargo, no todos tenemos el valor de confrontarnos con nuestros sueños.
Por qué?
Hay cuatro obstáculos. El primero: nos dicen desde pequeños que todo lo que queremos es imposible. Crecemos con esta idea y a medida que los años se acumulan, también se acumulan las capas de prejuicios, miedo y culpa. Llega un momento en que nuestro llamado personal está enterrado profundamente en nuestra alma y se vuelve invisible. Pero siempre sigue ahí.
Si tenemos el valor de desenterrar el sueño, enfrentamos entonces el segundo obstáculo: el amor. Sabemos lo que queremos hacer, pero tenemos miedo de herir a aquellos que amamos al abandonarlos por perseguir nuestro llamado. No entendemos todavía que el amor es el impulso, el ímpetu, no algo que nos impide seguir adelante. Todavía no vemos que aquellos que genuinamente nos aman nos desean lo mejor y quieren que seamos felices y están preparados para acompañarnos en el viaje.
Una vez que aceptamos que el amor es más bien un estímulo, encontramos el tercer obstáculo: el miedo al fracaso. El llamado personal nos pide apostarlo todo y nuestro corazón está de por medio. Es necesaria mucha paciencia en los momentos de dificultad y entender que el Universo está conspirando a nuestro favor, aunque tal vez no lo entendamos bien todavía.
El secreto de la vida es caer siete veces y levantarse ocho.
Así que sí: tal vez en el camino del llamado personal vamos a sufrir más que otros. Pero una vez superados los fracasos- y siempre se superan, nos llenamos de una euforia y confianza sin precedentes. En el silencio de nuestro corazón sabemos que estamos probándonos a nosotros mismos que merecemos el milagro de esta vida. Cada día, cada hora, es parte de una buena pelea. Vivimos con entusiasmo y placer. El sufrimiento intenso e inesperado pasa más rápido que el sufrimiento silencioso de muchos, ese que va por dentro por años y se come el alma y la amarga, hasta que un día se queda con ellos por el resto de sus vidas.
Desenterramos nuestro sueño, usamos el poder del amor para nutrirlo y avanzamos llenos de cicatrices y de pronto notamos que eso que siempre anhelamos está ahí frente a nosotros, esperándonos. Y entonces viene el cuarto y último obstáculo: el miedo a realizar ese sueño por el cual luchamos toda la vida.
Oscar Wilde decía: todo hombre mata aquello que ama. Es cierto. La mera posibilidad de alcanzar lo que desea llena el alma de la persona ordinaria de una culpa inmensa. Vemos a nuestro alrededor a todos aquellos que han fracasado y sentimos que no merecemos obtenerlo tampoco. Olvidamos todos los obstáculos que atravesamos, todo el sufrimiento que pasamos, todo lo que tuvimos que dejar ir para poder llegar tan lejos.
Este es el más peligroso de los obstáculos. Pero si crees que mereces todo aquello por lo que luchaste tan duramente, entonces te vuelves un instrumento de Dios y ayudas al Alma del Mundo y entiendes por qué estás aquí."
Miro el mar y sus colores azul turquesa me envuelven en una nube de paz y armonía. Comprendo que he superado tres de los obstáculos: he superado la idea heredada de los imposibles, uso cada día el Amor como aliciente, he fracasado mil veces y me he sacudido el polvo y continuado. Y estoy en ese momento vital en que el cuarto obstáculo coquetea con mi mente: realmente merezco todo esto?
Me voy de esta playa maravillosa entendiendo que estoy tan cerca de aquello que he anhelado toda mi vida. Lo sé porque mi corazón está latiendo diferente y me está presentando oportunidades, personas y experiencias que en otro momento no habría anticipado. Siento la mano de Dios ayudándome diariamente en este difícil proceso que es soltar lo viejo y abrir espacio para lo nuevo. Me sacudo la arena, llamo a los niños y me enrumbo a San josé con una sonrisa.
Sé que mi sueño me espera.
Fotografía: Kaivalya.
Sandhya´s Home, Mysore, India.
Enero 2015.
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