miércoles, 9 de mayo de 2012

La luz siempre prevalece.

Entre mucho ruido externo,  empiezo a estudiar para preparar las clases de hoy sobre el Gita.

Retomo los apuntes de una de mis queridas maestras,  Lois.  Además de maestra de yoga,  Lois tiene un título de la Universidad de Princeton en Literatura Inglesa.  Sus clases eran un deleite para mis oídos y mi mente.  Clara, concisa,  al grano.

La batalla del Gita es la batalla de la Vida,  nos decía Lois.    Arjuna es un guerrero valiente,  entrenado,  enfocado.  Sin embargo,  la parálisis que lo afecta antes de la batalla contra su propia sangre es real.  Este dilema lo enfrentamos todos todos los días:  tomamos decisiones y tenemos que asumir sus consecuencias.

A veces nos toca estar en el centro de todo.  Y la única forma de aguantar esto es encontrando nuestro centro entre tantas variables en constante movimiento.

Arjuna está en un momento de máximo potencial.  Por primera vez en su vida,  se cuestiona si está bien pelear.   En el pasado,  sólo lo hizo,  cumplió con su deber sin más.  Este lugar es el lugar donde debe aprender a tomar decisiones librememente, de salirse de la convención y reafirmarse de acuerdo a su consciencia individual.

Conozco a un guerrero de este calibre.  Desde muy joven,  inició su camino espiritual con ávido deseo y la vida le respondió trayendo maestros de gran peso a muy corta edad.  Este guerrero siguió su corazón y rompió muchas barreras externas,  defraudó expectativas familiares y decidió apostarle a lo que creía.  Sin embargo,  en medio de todo,  perdió su centro.  Se dejó influenciar por el miedo y el temor a perder algo,  no sabía muy bien qué.  Vendió su alma,  perdió de vista su espíritu.  La vida se encargó de mostrarle de la manera más cruda la realidad de las cosas.

Este guerrero está en un punto de no return.  Su corazón continúa brillante como siempre.  Su fuerza no se opaca con nada.  La vida se siente como muerte y sin embargo,  Krishna susurra a su oído en cada momento.  No está solo,  nunca lo estará.  La alianza con el Poder Superior es su verdadera esencia.  Todos perdemos en algún momento el norte,  nos jalan el mecate para que regresemos a hacer lo que vinimos a hacer.  En buena hora!

Ciertas almas tenemos misiones que sobrepasan las fronteras de nuestras personalidades.    De alguna manera,  somos peones del de Arriba y ya hace mucho que hemos pedido ser movidos en las direcciones que nos lleven más cerca de la Verdad.  Es un proceso desgarrador.  Soltar el intento vano del ego de sostener las preferencias se siente como la Muerte.  El dharma-nuestra misión-es algo así como un viaje a un planeta desconocido sin tiquete de regreso.  La fe en Dios es nuestro único sostén.

Esta almas nos encontramos a menudo en umbrales de transformación que no calzan con la realidad mundana.  Se sale de los parámetros "normales" y desafían los conceptos de los demás.  Estas almas estamos diseñadas para movernos rápido.  Si algunas almas-  Mahatmas- son barcos grandísimos que llegan al mundo a cruzar mucha gente al otro lado,  me considero un barquito de papel tan pequeño y modesto que apenas floto.  En este mar de la transformación me alienta sentir otros barquitos a mi lado luchando por no hundirse. El mar está lleno de tiburones y peligros.  Pero nuestro enfoque es claro: la otra orilla.  Hay una energía que nos jala hacia ahí.  Y no podríamos estar en ningún otro lugar,  no querríamos...a pesar de todo.

Hoy Arjuna es nuestro héroe.  Ese ser de carne y hueso,  desgarrado por dentro y lleno de fuerza que tal vez no ve con claridad.  Sin embargo,  el desenlace del Gita es hermoso: Arjuna se levanta,  cumple con su deber.  Avanza hacia el Mal,  lo ve directamente a los ojos y lo destroza con sus propias manos. La Luz prevalece.

La Luz siempre prevalece...

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