domingo, 13 de septiembre de 2015

Timing

Realizar nuestro destino en esta vida implica renunciar a muchas cosas.  No podemos tenerlo todo y es algo que he aprendido a duras penas en mi camino personal.

Admiro el ejemplo de seres que se atreven a ir más allá de los cánones sociales impuestos por gentes anónimas que tanto nos pesan en el subconsciente.  Quisiera que todos despertáramos a la realidad de que somos seres independientes del status quo y que estos convencionalismos nos apagan,  nos reprimen y encarcelan.  Por supuesto que esto no es la anarquía ni mucho menos: el camino espiritual tiene una regla simple que es no hacerle a los otros lo que no nos gustaría que nos hicieran.  

Ser amables.

Siento que ser amable es mi aporte a un mundo que se degrada diariamente a través de violencia, guerras,  homicidios y dolor.  Siento que es tan grande la maquinaria del maya que es imposible detenerla.  Vivimos en el reino del sufrimiento y aquellos de nosotros que intentemos cambiar eso vamos a estar muy frustrados.  Dicen mis maestros que lo único que en realidad podemos hacer es buscar más consciencia nosotros mismos y que esto va a contribuir a elevar la vibración de todo el planeta.  Por dicha,  cada día somos más.   Mis clases están llenas de gente linda,  otros países que visito también y esto para mí es una muestra del deseo tan grande que hay en tantas personas de no escuchar más la voz del consumismo que nos incita a buscar la felicidad en los lugares equivocados.

La felicidad verdadera,  esa que no depende de nada ni nadie allá afuera,  es un punto de referencia importante para vivir una vida auténtica.  Es una pregunta constante para mí,  diaria.  Siento que aún me engancho en expectativas ajenas y hoy presencié el ejemplo de alguien que me conmovió hasta la médula.  Esta mujer me enseñó el valor de la no comodidad al encontrar nuestro destino.  Alguna parte mía todavía esperaba que todo se volviera más fácil:  al contrario.  Sin embargo saber cómo servir en esta vida es la bendición más grande que puede existir y implica necesariamente sacrificios de toda índole.

La mujer en cuestión tiene que decidir entre su familia y su destino como fotógrafa de guerra.  Tiene un marido que la ama,  dos hijas que la necesitan... y horrores por cubrir en Africa y Medio oriente.   Su don consiste en captar imágenes en lugares donde nadie más se atreve a entrar por el peligro a su propia vida y por la crudeza de esa realidad.  Sin embargo,  esa gente merece una voz y un lugar en la consciencia del mundo y no puede dormir en paz hasta saber que su trabajo es difundido y dado el espacio al submundo que es la guerra.

Voy a dormir con la convicción de que algunos de nosotros nacimos para vivir vidas no tradicionales. En paz con la dirección que toma mi vida y en reconciliación con ideas pasadas de deber-ser y obligación.  El camino lo vamos trazando cuando seguimos nuestro corazón y nuestro corazón gravita hacia aquello que es importante para nosotros.   Tengo tanto importante en mi plato en este momento y por eso anhelo dar mi máxima expresión como ser humano.

Aún en medio del peligro de perder aquello que amo...

Los tiempos apremian:  es hora de despertar.  Y a algunos de nosotros nos toca ser campana.  Con alegría,  con devoción.  Con la paz interna que da saberte en el lugar indicado con la compañía indicada en el momento adecuado.




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