miércoles, 23 de septiembre de 2015

Nam Myoho Renge Kyo

Tengo una herida sangrante en mi pecho.
Me duele.  Está abierta.

Siento tanto dolor y amor a la vez al despedirme de mis amigos.   Sé que cada uno tiene su camino personal que recorrer- pero ha sido un mes de mucha cercanía,  a niveles que ninguno de nosotros anticipábamos.

La práctica que hago nos va a abriendo a niveles insospechados.   Todas las mañanas nos volvemos disponibles a esa energía amorosa,  benevolente y generosa que los yogis llamamos Prana.  El Prana es una energía inteligente y entra en nuestro sistema con dirección y mucha sanación.  Nos pide abrir lugares cerrados y airearlos.  Nos pide sufrir cirugías mayores de corazón como la que estoy sintiendo en este momento.

Las lágrimas me limpian.  Un corazón roto es la vía más rápida hacia Dios,  dijo una vez una de mis maestras.  El camino está trazado y sé que sólo puedo ir hacia adentro.  Con mi simple humanidad intentar no perder el rumbo:  no quedarme pegada en la historia,  los apegos y los miedos.

Sé que más allá de todo eso estoy bien- sin embargo,  ahora sólo puedo llorar.

Lloro porque este mes tuve en mi casa varios ángeles.  Seres muy puros y generosos.  Lo digo yo pero sobre todo lo dicen mis niños.  Durante este mes los vi florecer,  compartir y jugar felices con supuestos "extraños".  No hay extraños en el camino espiritual:  todos somos hermanos y hermanas que estamos dando una lucha difícil,  cada uno en su vida.  Unidos por una intención común: conocernos mejor y ver adónde estamos pegados, adónde de alguna forma la falsedad nos ha cubierto con máscaras.  Adónde hemos perdido la generosidad.  Cómo hemos traicionado nuestra propia Luz. Y en el camino compartido nos hacemos espejo y aprendemos mutuamente el uno del otro.

Mi casa queda muy vacía y mi corazón muy lleno.  Lleno con los rostros de mis compañeros y compañeras de camino,  gente inspiradora que ha venido desde lejos a apostarle a lo bueno de la vida. Gente valiente que no se pega en las excusas y encuentra una forma de darle espacio a lo importante. Todos estamos enamorados de la Luz y la única forma de manifestarla más es llevándola a nuestra propia oscuridad con mucha paciencia y perdón.   Y para eso hay que tener un deseo extraordinario y una humildad conmovedora.  Todos los que conocí en este viaje tienen esta cualidad:  saben escuchar.  Algunos escucharon tan bien que ya van camino a tomar las decisiones necesarias de cambio en sus vidas. A otros les tomará más tiempo.  Pero todos lo estamos intentando a nuestro ritmo y todos nos apoyamos.  Sin Sangha sería muy distinta la historia.

Somos realmente afortunados. 

Dos volaron hacia el DF,  otros dos van ya en bus para Managua.  Ayer una partió a República Dominicana,  la semana pasada otra a Argentina.  Nos disperdigamos en el mundo pero en Costa Rica queda un corazón nuevo y grande que creamos juntos y que no deja de palpitar.  Los que quedamos aquí estaremos nutriéndolo cada día sin duda alguna.  Una creación magnífica que seguirá creciendo a partir del deseo profundo por la transformación de cada uno de sus integrantes.

Un instante mágico en este mundo y en esta vida que ninguno de nosotros podrá jamás olvidar. 

La Luz se mueve de formas misteriosas y a mí personalmente me tocó en lo más hondo.  Respiro y siento.  Lloro más.  Aquí en Starbucks todos me ven como si estuviera pasando un duelo.  Estoy pasando un duelo,  por supuesto.   El duelo de decirle adiós a gente que quiero y respeto como buscadores y seres humanos.  Seres de corazón grande y miradas dulces.  Seres profundos que se dedican con determinación y ahínco a lo que realmente importa en esta vida.

Seres que anhelamos todos amar mejor y hacer que nuestros días en esta tierra cuenten.

Y regreso a mi vida de detalles:  el supermercado,  la medicina de Theo que está un poco enfermo. Los rides a la escuela y a natación.  En cada paso,  en cada respiración...los llevo a todos conmigo.

                                                  26 almas que me cambiaron la vida.



Nam MyoHo Renge Kyo

Fusionémonos con la Energía del Amor que nos lleva a la acción compasiva.  La acción es la clave de la devoción verdadera.   La Energía del Amor es el principio fundamental del universo y todas sus manifestaciones.  La base de toda Vida y existencia.  Lo que damos y recibimos viene simultáneamente.  Es crucial tomar responsabilidad por el sufrimiento,   obstáculos y felicidad que sucede en nuestra vida. 

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