miércoles, 16 de septiembre de 2015

Quimeras

Decanta un viaje que me ha movido por todo lado.  Experiencia profunda que profundiza un poco más cada día que pasa.

En el viaje conocí a un poeta.  Me enseñó que la vida es más bella con la música de las palabras. También compartí con una princesa del mar,  un marinero,  dos ninfas y un hada.  No faltaron por supuesto los duendes y el caballero,  amenizados por un payaso y tres bufones.  Todos han hecho de este viaje un deleite, incluso aquellos que no lograron integrarse del todo a la algarabía.

Esos pocos insistieron en que el viaje era muy serio.  Se trabaron al entender que es sólo una excusa para estar juntos y conocernos mejor.  Quisieron hilar muy delgado en términos de técnica y know how y perdieron el norte de la tripulación.  El viaje es liviano,  es alegre,  está lleno de sorpresas y cambios de planes.  No está diseñado para espíritus rígidos y el movimiento del barco no es para espíritus débiles.

Pero una vez que uno le encuentra el sabor luego es difícil cuando termina.

Todos nos llevamos algo adentro que no teníamos cuando iniciamos.  Incluso los que hicieron motín,  creo que esos más que todos.  Yo personalmente me siento muy cansada porque la remada ha sido intensa,  especialmente cuando amenaza tormenta.  Entonces es imperativo cambiar el curso porque sino va uno de frente hacia las olas más grandes.  Pero he contado con un equipo inmejorable de ayudantes y el grupo mismo ha cedido con alegría incluso expectativas añoradas por todos.  Hemos cumplido.  Nos hemos adaptado.  No que haya sido fácil pero en el proceso nos hemos encariñado mucho.  Incluso al punto de no querer que termine.

Y la verdad es que nunca termina.  Nunca termina la búsqueda de ese lugar utópico en que los tripulantes un poco locos de este viaje creemos.  A otros les parece quimera y absurdo pero creo que somos unánimes en sentir que habrán muchos otros viajes con muchos otros personajes nuevos que conoceremos en el camino y que nos harán crecer de mil formas.  No soy la misma que era hace tres semanas:  mi percepción de la vida ha cambiado. Soy mejor de lo que era porque ahora conozco estas almas.  Cada una me ha afectado y permeado mi vida y son huellas indelebles hasta el último día.

Igual que en los viajes anteriores.  Igual que con los que vendrán.

Hace un par de años en el barco iba una querida amiga hada.  Su destino la trajo y se la llevó rápido a recorrer un trayecto especialmente peligroso.  Pensé en ella muchas veces,  en su destino tan difícil y su valentía al enfrentarlo.  Ayer la volví a ver después de todo ese tiempo y me impactó verla tan cambiada.  El camino ha sido duro,  lo pude ver en sus ojos.  Pero también vi en ellos su espíritu indomable,  ese que no se doblega con nada.  Es más,  su espíritu está más brillante que nunca.  Su mirada serena y confiada.

He conocido seres verdaderamente maravillosos en mis viajes.  En este en particular me ha impactado uno de mirada diáfana y cara angelical.  Su trabajo consiste en desmoronar todas las partes del barco que tienen comején.   El barco es bastante sólido pero siempre hay alguna que otra viga que ya cumplió.  Este identificador de zonas frágiles ha tenido que empezar por él mismo y no ha sido nada fácil.  Me conmueve su entrega y su valor.

Del barco partieron tres estrellas que siguen alumbrándonos,  aún de lejos. Su presencia vital para el inicio de la travesía.  Una de ellas decidió echarse al agua sin avisarnos,  su camino era otro y es perfecto.  No todos están destinados a este barco y en eso consiste precisamente el viaje: en reconocerlo.  Todos anhelamos que encuentre su isla y se afane en convertirla en un oasis deslumbrante.

Descanso porque mañana tenemos una remada compleja.  Sopla viento del este y eso es anticipo de tormenta.  Hoy algunos de nosotros nos retiramos a una meditación,  a determinar estrategias y comparar rumbos.  El viaje casi termina:  es importante arremangar.

Y entre brújulas y timones reitero mi compromiso innegable con esta tribu.  Pintoresca,  surrealista,  tan honesta y bien intencionada. Y me siento entre los míos,  compañeros y compañeras de viaje,  hermanos,  familia...

compartiendo esta quimera.


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