lunes, 7 de septiembre de 2015

Límites

Su dolor se le salía por los poros.
Dolor acumulado de muchos años y vidas:  apenas tocado por una práctica de asana superficial.

El asana puede ser un buen escondite.

Llegó a mí motivada por no sé qué intenciones.  Pero la magia de este yoga es que en el cuarto se ve todo:  los miedos,  las resistencias,  los celos,  la inseguridad.  Y más que eso:  en las acciones es que se ve si una persona practica yoga de la boca para afuera o si realmente está intentando ser consciente.

Por supuesto que todos la "volamos" de vez en cuando.  La vida es una paradoja que nos obliga continuamente a soltar planes,  rehacer caminos y soltar.  Siempre soltar.  Aferrarnos a conceptos espirituales es uno de los pierdes más comunes para el buscador espiritual:  conceptos que no tienen arraigo en el cuerpo ni en la mente.  Mentes que continúan en la bipolaridad de la dualidad y simplemente no pueden escuchar.

Ensimismadas en un monólogo llamado sufrimiento.

Hay veces que en el camino como maestros la vida nos trae un acertijo.  Desdibujado tras un rostro adolorido puedo sentir un corazón que con costos palpita pidiendo ayuda a gritos.  Quisiera poder ayudar pero he aprendido que mi forma de ayudar no consiste en conmiserarme de nadie y su drama en el samsara.  Por el contrario,  consiste precisamente en intentar despertar almas que anhelan verdad pero que están enredadas en una telaaraña de absurdo existencial.  Cómo lo puedo ver e identificar?  Porque yo también estuve en sus zapatos y sé lo difícil que es salirse.  Sé lo doloroso que es ver gente alegre a nuestro alrededor y ser nosotros la nube negra que arruina la fiesta.  Sé que ahora,  ante todo, no me tomo nada personal.

El acertijo para mí como maestra consiste en saber cuándo decir hasta aquí.   Una vez tuve una estudiante que tenía problemas psiquiátricos: es fácil identificar este tipo de personas por sus miradas perdidas,  su discurso desarticulado y sus cambios súbitos de humor. De inmediato la remití a un psiquiatra.  El yoga no es panacea de una enfermedad mental.  El yoga es para seres humanos sanos que desean transformar su mente con consciencia y cuidado por los demás.  Una persona enferma, igual que un alcohólico o un drogadicto, necesita la ayuda de profesionales especializados.

Mi acertijo encuentra día a día respuesta desde el momento en que topé con esta alma.  Cada día me ha dado muestras contradictorias de deseo por la Luz y enseñamiento con la oscuridad.  Mi papel como facilitadora consiste en cuidar de mi rebaño.  Por eso tuve que rechazar varios candidatos a este Intensivo.  Su energía personal estaba out,  incluso a través de correos se siente.  He aprendido que este yoga no es para todos:  es una cuestión de karma.  Y algunas almas se acercan más curiosas que genuinamente interesadas.

Mi papel consiste en discernir cuáles están listos para dar el paso.  Mi perfil de estudiante ideal es el siguiente ( y tengo que decir que mientras escribo esto pienso en todos los que tengo el honor de conocer en este momento de mi vida):

1.  Tienen un deseo profundo por la verdad.
2.  Están dispuestos a escuchar.
3.  Confían en lo que les digo ( sino,  para qué estudiarían conmigo?)
4.  Son personas exitosas en sus campos.
5.  Tienen mucha fe.
6.  Tienen el don del servicio.
7.  Son humildes de corazón.
8.  Son dulces y amorosos.
9.  Dispuestos a ir más allá de su mente.
10.  Sienten un amor por su práctica.
11.  Tienen un respeto profundo por mis maestros y por el espacio.
12.  Son personas sin temas de intoxicación fuertes.
13.  Son personas muy inteligentes,  no sólo mentalmente sino emocionalmente.

Mientras escribo esto sus rostros se iluminan en mi memoria.  Pienso también en todos aquellos que tal vez ya no están físicamente aquí pero que dejaron a su espalda un rastro de cariño,  de buenas acciones,  de presencia amorosa.  Siguen aquí.  Y todos los que en su momento insinuaron y acturon huellas samsáricas,  gracias a Dios ya no están.  Tener uno de estos especímenes en un grupo afecta a todos los demás y he aprendido que me toca,  como guardiana de este espacio que es mi estudio, poner límites claros y dejar ir sin culpas.

Así que me dispongo a empuñar la espada del discernimiento.  Con calma,  con mi respiración.  NO es fácil, sé que la reacción será intensa.  Pero qué hace uno como maestro sino trata a todos sus estudiantes por igual?  Es igual que con los hijos.  No hay preferencias hacia nadie.  Hay un propósito común que es más importante que todos los desvaríos de los egos.

Estamos  aquí en nuestro sadhana dispuestos a ver dentro de nosotros en qué forma nos hemos desalineado.  Y en la seriedad de nuestro camino desarrollar compasión y límites claros por aquellos que amenacen de una u otra forma nuestra intención.

Como diría mi maestro,  a limpiar la casa y enfocarnos.  Somos los que somos y estamos los que estamos.



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