sábado, 1 de junio de 2019

Al toro por los cuernos


Somos seres espirituales teniendo una experiencia material.  

Cada acontecimiento que nos llega en la vida es una oportunidad para vernos y conocernos mejor,  incluida nuestra sombra.  Algunos creen que por practicar yoga uno se vuelve ajeno a lo que sucede,  está por encima de las emociones y actúa siempre con calma y destreza.

Aunque muchos posen para parecer así,  ser reales en todas nuestras dimensiones y observarnos con detenimiento es la única forma de conocernos mejor.

Yoga es autoconocimiento y ni el yoga ni ningún arte sustituye la vida.  

La autenticidad de ser quién somos es para mí el propósito del camino espiritual.  Incluso si damos espacio a lo ¨negativo¨.  Todas las etiquetas son conceptos que hemos construido de cómo tenemos que ser y vernos si somos ¨espirituales¨-    una capa más en el traje de ego espiritual que anhelamos poseer.

Esto significa que el Samsara nos tiene agarrados desde una visión falsa de quién somos,  aunque parezca una imagen mucho más ¨elevada¨ comparada con quién éramos ¨pre- yoga¨.  Ahora tal vez comemos veganos o vegetarianos,  leemos libros espirituales y cultivamos amistades que hacen asana con nosotros.   

Esto curte y adorna de nuevo un tipo de personalidad: ¨yogi ¨,  ¨maestr@¨.  ¨buscador¨ o ¨estudiante¨.

De nuevo,  el yoga está aquí para romper cualquier personalidad,  apego a imagen,  identificación con rol o expectativas y conceptos.   Está aquí para mostrarnos por contraste que no somos nada de eso:  ni las emociones elevadas ni tampoco las grotescas.  Están ahí para ser observadas y comprendidas en su contexto de humanidad-  sin represiones,  sin negar lo que es.

Cuántos se tragan palabras que luego los enferman,  como si enojarnos ante la injusticia o el abuso fuera ¨no espiritual¨.  

Pues hoy, después de 6 meses de tragar y tragar,  después de 6 meses lejos de mis niños intentando transmutar de alguna forma las energías negativas de odio, rencor y enojo en mi mat,  hoy di rienda suelta,  por primera vez,  a todo lo que había guardado en mi corazón. 


Dí voz a todo aquello que me dolía,  tan profundo el dolor de la pérdida.  Sí,  muchos desean mi silencio.  Sí,  es mejor negar que aceptar y manipular el impacto de los hechos en vez de ver a la cara el resultado de acciones muy bajas y faltas de ética.  

Di rienda suelta a una energía que pedía manifestarse y llamar las cosas por su nombre.  Fue una experiencia intensa,  real y poderosa.  Importante.  

El mal nunca entiende por las buenas.  Si tratamos de ser amables con el malvado,  intentará de alguna forma aprovecharse.  

El yoga es responder al suceso de la forma más diestra.  Ante un ladrón no podemos decir Namasté.  Ante un pillo,  hay que desenmascararlo.  Sí,  no es fácil.  La sangre hierve,  las palabras salen como flechas a clavarse en el agresor.  

Sí,  no se ve ¨espiritual ¨-  si tenemos un concepto de que la espiritualidad está desconectada de la vida.  Nada más fuera de la verdad.  La espiritualidad es ser quién somos hasta la médula, aunque duela,  aunque sangre.  

Ser y hacer en consecuencia,  he ahí el verdadero trabajo.  No sonreír si no lo sentimos. No abrazar para clavar puñales.  No manipular para salirnos con la nuestra.  No ser hipócritas sino honestos y puros incluso en la intensidad de las emociones de la sombra.  

Hoy es un día en que reafirmo que el Amor es la fuerza más potente del Universo.  En su momento,  son flechas afiladas las que protegen el reino del amor,  también piedras y muchas balas porque se necesitan.  

De lo contrario, el enemigo nos ahorca.  

Sí,  parece violento pero igual de violento es un nacimiento.  Cada uno de mis niños vino al mundo entre sangre, moco y agua,  en medio de contracciones dolorosísimas que anticipaban muerte...y la vida se mostró a través de todo esto con la delicadeza y pureza y bienaventuranza del Amor.  A pesar de que mi cuerpo quedó desgarrado,  cosido,  reventado e inflamado,  no cambiaría por nada la presencia de cada uno de los siete.  

Sin ellos, no sería quién soy. 

Sólo rompiendo imágenes de cómo tiene que ser es que podremos descubrir que lo que somos es perfecto. 

Hoy me siento empoderada,  fuerte y segura,  Sé que mis palabras eran necesarias,  sé que el Yoga era estar presente con ellas,   aún en medio de los gritos,  de la desesperación y el dolor,  vociferarlas con fuerza y dirección para intentar traspasar la ceguera,  sordera y crueldad de aquellos atrapados por las fuerzas del mal.  Incluso,  más allá de cualquier expectativa,  el sentir esa seguridad de llamar las cosas por su nombre. 

Somos humanos,  llenos de emociones.  No somos iluminados,  aunque una acción con destreza puede darnos el sabor de la iluminación. Una acción que defienda lo que amamos,  que llore a quién extrañamos con lealtad por lo que sentimos:  eso es verdadero y en esa pureza hay fuerza y también luz.  

Eso es, para mí,  el yoga avanzado.  De qué me sirve una postura bonita si a la hora de ponerle las escobillas al toro salgo corriendo.   Hay que enfrentar con agallas aquello que despreciamos y llamarlo por su nombre,  sin más pelos en la lengua. 










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