jueves, 27 de junio de 2019

Ahora



La filosofía del yoga nos confronta con las preguntas más importantes sobre nuestra vida y el Universo y por tanto,  lidia con un gran misterio.  Hay una relación íntima entre las leyes de la vida espiritual y la vida a nivel material.

La práctica del yoga está de moda y cuando se enseña como una técnica meramente física sufre una hiper simplificación que la vulgariza,  produciendo una impresión errada de su finalidad.  

El yoga es una llave a otro universo.  Es una medicina para todos.  Se basa en la experiencia,  no en creencias ni dogmas.  Se basa en intenciones de místicos,  santos y sabios que han visto con sus propios ojos y se han convertido en su mismo testimonio, producto de la profundización de su intuición e intelecto.

Mi experiencia en estos últimos meses con esta práctica ha sido absolutamente nueva.  El ejemplo es el de un buzo a quién se le ha enseñado a bucear con calma y paciencia durante años.  Tiene su instructor,  sus tanques de oxígeno,  su mascarilla.  Hace sus inmersiones en piscina y domina la secuencia.  Se siente seguro y diestro y disfruta cada segundo bajo el agua porque se siente seguro.

Mi caso equivale a que me quitan la máscara y los tanques y me lanzan a un océano abierto lleno de tiburones.  No puedo ver nada.  Las olas arremeten contra mí e intentan ahogarme.  Como soy buena nadadora y sé contener la respiración,  me abaten pero no me matan.  Y tengo la fuerza suficiente para nadar lejos de las corrientes y las bestias y refugiarme en una isla a recuperarme.

Desde mi isla,  observo las corrientes y los vientos y me pregunto cómo es posible que haya sobrevivido.  El milagro se lo atribuyo a mi práctica de años,  cultivada en el día a día cuando mi vida era ¨normal¨.  Me despertaba muy temprano,  de hecho un hábito que tengo desde mis cuatro años de edad.  Hacía mi práctica y luego llegaban mis estudiantes.  Luego a dejar mis niños a la escuela,  regresaba a trabajar y en la tarde,  llevaba a mis pequeños a sus clases,  compartía con ellos y nos preparábamos para el día siguiente.  

Bendita rutina.  Todos a la cama temprano después de unos cuentos,  muchos abrazos y besos y listos para el día siguiente. 

Todo se lo llevó la corriente.  Todo fue sustituido por mucha desesperación,   confusión y el más absurdo y doloroso caos.  Ahí he vivido mi vida desde noviembre del 2018.

El propósito último del yoga es el samadhi.  El samadhi es el estado de unión hacia adentro y hacia afuera con todo lo que es.   En el camino de nuestra práctica tendremos que enfrentarnos a cinco dragones que habitan en nuestra mente y nos distraen y confunden diariamente.   Les encanta ponernos por delante continuamente la pregunta

¨ Y para qué vas a practicar? ¨

Los dragones insisten en que debemos permanecer atados a las condiciones de sufrimiento de esta vida humana,  a su miseria y dolores vez de encontrar la determinación y el enfoque de la perseverancia para superarlas.   Nos quieren congelados,  desmotivados,  apagados.  Nos convencen que no podemos,  que son inútiles los esfuerzos,  que nada vale la pena de todas maneras.

Así me he sentido últimamente muchos días y cada mañana me levanto y me tomo mi antídoto.  Se compone de una sesión larga y difícil de posturas ligadas por la respiración.  Cuando termino mi práctica,  me siento abierta y agradecida,  por más que me duela el cuerpo y el corazón por la separación de mis niños. Comprendo que puedo invertir el tiempo de espera en desesperarme ante este proceso legal tan tedioso y largo y deprimirme y quejarme...o puedo usar mi energía para nutrirme y mantenerme estable y calmada ante los acontecimientos.  

Definitivamente,  una mente tranquila ayuda a estar mejor anímicamente.   Una mente serena también está lista para crear,  a pesar de las circunstancias extremas de dolor psicológico y emocional.

Aquí en Italia veo con claridad esta ´divina comedia´,  este intento por evadir la angustia e ir más allá de la tensión cotidiana de existir.  Este estar viva duele terriblemente en este momento.   El misterio de la vida humana y el sufrimiento necesariamente me lleva a realizar que la única forma de asimilar esto es la comprensión e intento por descubrir la verdad que está oculta en mi interior.  Para ello tengo un método inteligente y sensible.   

Es una intención a largo plazo- y aquí me refiero,  a un buen número de vidas invertidas en la investigación de quién soy.  Sólo en el fuego de la transformación es que nos damos cuenta de nuestro potencial.

Podemos esperar lo mejor pero debemos prepararnos para lo peor.

Me he preparado por años para esta batalla.  No lo anticipaba ni nunca la concebí.  En mi universo,  quiénes se han amado se respetan de por vida,  se ayudan y se comunican...se dejan ir mutuamente para iniciar vidas nuevas en vez de seguir pegados en el sufrimiento por años.  De todo esto he aprendido que mi práctica no es una teoría sino un intento por sostenerme en la estabilidad a pesar de la incertidumbre y el dolor de los actos reactivos de los otros.    

Despejar las ilusiones y ver la vida a la cara requiere valentía y muchas ganas de despertar.  No es para los débiles de corazón.  Tampoco para los que buscan vivir vidas cómodas o para los que están enfermos y convalecientes.

El camino del guerrero nos pide estar en nuestra mejor condición física,  mental y emocional.  Nuestro mundo necesita seres que tengan la intención de purificar su mente y reforzar su carácter, hasta que su grado de discriminación se vea fortalecido y pueda ser aplicado sabiamente en sus decisiones vitales. 

Nada en el mundo podrá entonces pararnos y con el corazón abierto nos dedicaremos a esta tarea ardua pero muy sagrada a la vez.  

Cuándo es el mejor momento para iniciar?  Ahora. 

En el momento en que comencemos seriamente,  alrededor de nuestro esfuerzo se aglutinarán una serie de fuerzas invisibles poderosas que nos impulsarán hacia la meta-  al inicio se mueven lentas pero luego se aceleran hasta que nos encontramos totalmente absortos y entregados a la búsqueda de quién somos como prioridad de vida.  

Y llega ese día en que descubriremos dónde estamos y miraremos hacia atrás maravillados y agradecidos por el largo y tedioso viaje a través del tiempo.  Y nos daremos cuenta que en todo ese tiempo,  a pesar de todos los obstáculos y baches,  vivimos en la eternidad del ser y sus posibilidades sagradas de gozo,  congruencia,  integridad y éxtasis a pesar de todo. 

Soy el ejemplo viviente de que esta ciencia funciona.







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