miércoles, 2 de diciembre de 2015

Libertad

Escribo después de una semana transformadora en Argentina.

Este país tiene algo muy hermoso y profundo.  Desde la primera vez que vine y que visité las tierras patagónicas lo sentí. Hace ocho días que me interné en un viaje impredecible aquí en el Sur.  La gente,  las miradas,  la calidez.  Escribo desde el bello Tucumán que me recibe por segunda vez:  la tierra de una de las cantaautoras que más admiro.  Y todo decanta con facilidad.

Viví un proceso interno que me confirmó una vez más la senda.  Vernos en todas nuestras dimensiones no es nada fácil.  Especialmente para quiénes tenemos un "camino".   Cuesta mucho no identificarse con el instrumento.  Y eso son los caminos espirituales:  medios para un fin.  Pero sé que gracias a estos días de introspección  soy algo mucho más que todos los conceptos e ideas que mi mente ha desarrollado en torno a lo que hago.

En torno a mi vida misma.

Veo en mis viajes como la gente se aferra a muchas ideas que de alguna forma oscurecen las enseñanzas.  Si mi percepción está nublada,  por más claro y congruente que sea la enseñanza,  no voy a poder escucharla ni entenderla.  Por eso siempre digo que el yoga comienza escuchando. Escuchando verdaderamente,  escuchando sin juzgar,  sin opinar,  sin criticar.  Una copa vacía que permita que lo nuevo nos llene.  Sino sólo estamos dándole a la mente material para dudar más.

Yo misma estoy aprendiendo a hacerlo gracias a mis guías. 

La práctica que hago me ha permitido limpiar mi consciencia de ruido externo adquirido a través de toda mi vida (y me atrevería a decir,  de muchas vidas).  Sé que ahora tengo más claridad para al menos ver qué es mío y que no.  Mis maestros amorosamente y con mano dura me han mostrado adónde mi voluntad separada quiere todo fácil,  cómodo y servido en bandeja.  También me han ayudado con sus consejos a ver cuán fácilmente me engancho en lo falso y cuán predecible es el desenlace.

Ahora sé con seguridad que engancharme en lo falso trae sufrimiento garantizado.

Lo falso es todo aquello que me separa de mi camino, de mi intención.  Por eso es para mí crucial trabajar con aquellos que tienen una intención clara.  Muchos se acercan al yoga porque está de moda,  porque los amigos lo hacen,  porque quieren un cuerpo fuerte y flexible.  Pocos se acercan con la intención de abrir los lugares oscuros,  de verse con mucha honestidad,  de ir a los lugares incomodos en la psiquis.  Pero cada vez  más encuentro almas en el camino que están serias,  determinadas.  Que no se dejan vencer por los miedos,  que le apuestan todo a la puerta que se abre.

Será que yo misma me siento cada día más convencida de que tenemos muy poco tiempo en esta vida para todo lo que hay que realizar y que la única forma es estar realmente alertas a como nuestra mente y sus fluctuaciones nos pierden y nos confunden.

Una de mis maestras dice que hay una fuerza en este mundo que no quiere que lo  logremos.  Esa fuerza nos habla con voces racionales y nos dice que no somos merecedores de la libertad. Conozco bien esa voz.  Intimamente.  Hasta que me dí cuenta que no es mi propia voz sino una impostora.  La sigo escuchando pero ya no le hago caso.  A veces me habla a través de gente cercana que quiero y me duele profundamente.  Opinan sobre algo que no conocen,  perdidos en sus juicios y sus miedos propios.  He aprendido que no tengo que hacer sus miedos míos.  Sé que cuando algo nos ayuda a crecer interiormente es importante darle su lugar en nuestra vida.  Esta vida corta y efímera que aunque dure cien años es igualmente corta y pasa tan rápido.

Escribo después de un primer día de clases con un grupo grande de  practicantes.  El modo es serio, hay poca superficialidad en este grupo.  Confirmo lo valioso de mis viajes al encontrar gente que esté realmente dispuesta a hacerse las preguntas pertinentes.  Sé que la adicción a la superficialidad,  el miedo a la escasez,  el tema de los chismes y juicios son temas que dejé atrás, gente que desapareció de mi vida en buena hora.  Sigo con la espada del discernimiento pidiendo mucha Luz y fuerza para ser consecuente.

Con fe,  con devoción.  Con determinación y humildad.

Argentina:  me has dado tanto en esta semana que llevo acá y sé que me seguirás dando en lo que falta de mi viaje.  El mate de cada mañana me alimenta el cuerpo y el alma,  mis amigos me confirman lo hermoso de compartir una intención.  Me voy a la cama profundamente satisfecha sabiendo que mañana tengo un motivo para levantarme que agradezco con pasión.

Y me doy cuenta que estoy viviendo la plenitud de mi vida,  de esta vida terrenal que con sus altos y bajos me enseña,  cada día,  sobre el poder que tenemos todos los seres humanos de transformarnos, de humanizarnos y abrazarnos todos juntos en pos de la libertad.


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