lunes, 14 de diciembre de 2015

Ayuno Día 1

Me propuse hacer una limpia de fin de año.  Hoy fue mi primer día.

Tengo que decir que no me siento tan mal como pensé.  Tuve un momento difícil en medio del tráfico esta tarde:  las calles de mi país están colapsadas por el samsara hala hala.  Un frenesí absurdo por comprar cosas.

La gente en la calle ansiosa e impaciente- me incluyo.

Sin embargo,  termino mi primer día con la mente más clara y una sensación interesante en el estómago.  No está ahí la sensación normal:  hay más bien como una pregunta.

Cuándo me vas a dar de comer?

Me doy cuenta de que vivo normalmente con esta sensación de incertidumbre opacada por la comida. Es como si la comida fuera una especie de narcótico.  En la tarde Caro hizo una sopa deliciosa y como todos sus platos,  llenó la casa de aromas.  Flaquée un poco y luego regresé a mis cosas.  Fueron instantes de distracción y fantasías pero por suerte el enfoque regresó sin mucho esfuerzo.

Tengo por delante diez días como hoy.  Sé que cada uno va a traer una enseñanza.  Hoy la mía fue gratitud.  Agradezco tener la posibilidad de escoger no comer.  Algunos no tienen ese privilegio.  De alguna forma me siento conectada a todos los seres que hoy tienen hambre en el mundo,  no por libre escogencia sino por necesidad.  Tengo que decir que siento una empatía por cada uno y mucha tristeza de que hayan niños en el mundo que tengan que irse a dormir todas las noches sin comer.

Hago mi ayuno para sensibilizarme.  Lo hago también para que mi cuerpo suelte todo lo que no necesita.  Sé que mis próximos tres meses están llenos de retos a nivel personal y profesional.  Sé que necesito la fuerza y suavidad que abstenerme de comer me trae.  Las austeridades son parte importante de mi camino espiritual:  la práctica misma es una especie de lavadora para la mente y el cuerpo.  Me saca todos los días del confort -zone.

Voy a explorar un poco más.

Hago también este ayuno para entrar en el silencio.  Mi cuerpo vibra distinto.  Me siento muy agradecida de tenerlo y sé que es un instrumento valioso en esta vida.   Me permite moverme en el espacio y conocer gente de todas las latitudes.  Con él puedo hacer mi práctica y abrazar a mis cachorros y a aquellos que amo.  Gracias a él puedo ver y escribir estas letras.

Pienso en un querido amigo que tuvo hace un par de días un accidente en scooter en India. Se quebró la cadera y la mano izquierda.   Sé que está bien- independientemente de su cuerpo.  Intuyo que como yogi que es acepta todo con gratitud.  Lo siento muy cercano hoy e imagino todas las peripecias que atravesó en el accidente,  la cirugía y ahora la recuperación en un país tan lejano.

Y le envío luz y amor,  desde este cuerpo un poco incómodo por la falta de comida pero más alerta, más abierto,  más dispuesto a escuchar desde el silencio.  Un compás de espera hacia adentro en el frenesí de la Navidad en esta mi cultura occidental.  Un poco aturdida,  he de confesar,  por tanta parafernalia externa.  Con una necesidad profunda sólo de ser y estar y honrar lo que es verdaderamente importante.

Ser y estar.

Y me doy cuenta que eso es lo único que realmente anhelo compartir, ahora y siempre.






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