viernes, 25 de diciembre de 2015

Presencia

Despierto a una hermosa mañana ventosa de Navidad en mi querida tierra y encuentro un comunicado del Papa muy certero.

Demasiado ruido,  dice.  Demasiado hacia afuera.  

"La Navidad suele ser una fiesta ruidosa.  Nos vendría bien un poco de silencio para oír la voz del Amor."

La voz del Amor:  cómo escucharla.   Qué significa eso para cada uno de nosotros?

Todos tratamos de buscar la comodidad y el confort.  Estas fechas son el epítome del caos materialista en nuestra cultura occidental.  Incluso para los que no caemos en el consumismo son difíciles de tolerar.

Qué tal una nueva forma de vivir la vida que no consista sólo en evitar el dolor y buscar lo cómodo? 

Qué tal una vida más interesante,  más amable,  más aventurera y alegre?

Qué tal si empezamos a desarrollar nuestra curiosidad  sin importarnos si el objeto de nuestra exploración es amargo o dulce?


Vivir una vida más allá de los prejuicios y sin la ansiedad de que algo salga mal,  fuera de planes o imprevistos...una vida más allá del egoísmo de mis propios intereses,  más apasionada y plena.  Para eso tenemos que estar dispuestos a resistir lo que sea en esa búsqueda honesta de quién somos y qué es el mundo a nuestro alrededor.

Tenemos que salirnos del paradigma de "yo primero",  casados con nuestro confort a cualquier costo, en esa tensión constante por evitar el dolor.  Sino siempre estaremos corriendo y nunca descubriremos qué hay detrás de esa barrera, obstáculo o sea lo que sea que nos asusta.

El trabajo interno consiste precisamente en esto.  No se trata de mejorar nada a través de la disciplina. Esto sería más bien una agresión sutil.  Como esos programas que te impulsan a bajar unas libras o a adquirir cuadritos en el estómago.  Como si estuvieras "mal"  de primera entrada.

Es como decir subliminalmente

" Si estoy en forma,  voy a tener la posibilidad de tener una casa más grande y entonces voy a poder calmarme.  Voy a tener más dinero,  entonces seré una mejor persona.."


O el escenario es ese en que siempre encontramos faltas en los demás y así evitamos ver las nuestras.

Como aquellos que dicen:

" Si no fuera por mi mujer,  tendría un matrimonio perfecto."

"Si no fuera por mi Jefe,  tendría el trabajo perfecto."

"Si no fuera por mi mente,  mi meditación sería excelente."

La vida espiritual implica una mirada sincera a nuestros patrones mentales y la tranquilidad de que no tenemos que deshacernos de ninguno de ellos.  Significa que podemos abrazar nuestra locura después de todo.  Podemos seguir siendo tímidos,  celosos o llenos de sentimientos de no pertenecer.  El punto no es tratar de cambiar nada.  No se trata de echar a la basura lo "malo" y "mejorar".  Se trata de amigarnos con quien somos.  Esa es la práctica diaria:  es saber que dondequiera que estamos hoy ese es el terreno ideal para practicar.

Hoy es lo que estudiamos,  este ser de hoy es el que observamos con tremendo interés y curiosidad.

El camino espiritual tiene que ver con curiosidad,  con una mente exploradora y abierta.  Que no ponga peros al terreno que se le viene encima.  Que deje de quejarse y auto-conmiserarse.  Que sea valerosa y honesta para poder transitar ese terreno escarpado que  somos nosotros mismos:  estamos aquí para conocernos mejor,  ahora.

No mañana.

Ver cómo huimos continuamente del momento presente,  cómo evitamos estar con nosotros mismos tal y como somos.  Y esto no es un problema,  al contrario.

El punto es poder verlo.

Que esta mañana de Navidad este sea el  regalo que nos demos a nosotros mismos,  aún  en medio de la resaca de toda la algarabía externa.  Sin recriminarnos,  con mucha compasión pero sin negar nada.

Algo que por cierto nos merecemos y el mejor regalo que podemos darnos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.