lunes, 10 de agosto de 2015

De paseo

Día 2 y 3.

Ayer fue un día tan intenso que no pude escribir.

Después de nuestra tradicional ida en bicicleta,  nos enfrentamos a ese elefante blanco que se llama Led Intermediate class con mi maestro.

Ayer muchos de nosotros enfrentamos muchas aristas:  debilidad,  cansancio,  impotencia,  dolor muscular hasta casi llorar,  alegría,  expansión, gozo,  miedo,  ansiedad.  Todas las emociones mezcladas como esta vida dulce que a menudo se torna tan amarga.

Y luego dulce otra vez.

Ayer vino nuestro maestro al shala de mis amigos.  Cupimos trescientas personas en un cuarto pequeño en tamaño pero tan lleno de amor.  El shala en Copenhagen cumple quince años este año y tenerlo a él aquí fue parte de esta celebración.  Estábamos todos muy felices.

Mi maestro también.

Habló y luego,  igual que en Mysore,  empezó a contestar preguntas.  Preguntas sensibles e inteligentes pidió.  Ya casi cerrando volví a ver a mis amigos españoles como me guiñaban el ojo:  hace días venían bromeando que me iban a designar como la pregonera de Hispanoamérica para preguntarle algo al Boss.

No quería levantarme.  Estoy acostumbrada a hablar en público pero en español.  Aquí éramos ashtangis de todo el mundo,  mucha energía comprimida en este pequeño gran cuarto.  Pero una especie de resorte me levantó de mi malasana y me puse de pie para la última pregunta.

Empecé a hablar y sólo sé que me enredé toda.  De pronto,  vinieron a mi todas las caras de la gente tan hermosa con quienes he estado trabajando durante los últimos dos años en Costa Rica:  gente de Costa Rica y de toda Latinoamérica que tan amorosamente han dejado atrás vidas,  trabajos y familias para venir a estudiar a San José.  Se me hizo un nudo en la garganta pero la atención del cuarto completo y de mi maestro estaba sobre mí.

No sé exactamente lo que dije pero le expresé nuestro deseo de tenerlo en Latinoamérica muy pronto. Le dije que hablaba en nombre de muchos que me escriben constantemente para saber cuándo viene el Guru a Costa Rica.  Le dije que por favor practicara su español.  Se rió.   Dijo algunas palabras en nuestra lengua...y después de eso dijo algo tan  pero tan hermoso que nunca le oí decir antes,  durante los últimos quince años que lo he conocido:

" El yoga es el idioma universal".

Han sido días muy difíciles a nivel físico y mental para mí.  Un viaje tan largo en tan poco tiempo no es jugando,  más cuando sé lo que vengo a hacer.  A pesar de todo,  el jet lag me ha tratado bastante bien y la camaradería de mis amigos,  la energía tan pura y suave de mi maestro y la ciudad llena de sol han ayudado mucho.

Hoy recibí un regalo adicional,  entre todos los regalos que recibo cada día en este viaje:  salí con mi maestro de compras.  Mis amigos me invitaron y fuimos algunos con él a pasear por la ciudad averanada.

La invitación me llenó el corazón.  Pasamos por él a su apartamento: estaba de muy buen humor. Habló de sus niños,  de que los extraña mucho.  Incluso nos puso un mensaje que le acababan de dejar en el teléfono.  Informales, todos cómodos y relajados en su presencia.  Fuimos a buscar unos pantalones especiales para sus viajes a Africa y terminó comprando dos cucharitas muy graciosas para su camping.  Terminamos sentados todos en una hermosa cafetería a la luz de una tarde hermosa tomando un smoothie.

Y mientras charlábamos sobre hijos,  sobre India,  sobre la vida sólo sentí que era uno de los días más importantes de mi vida.  Aquí,  en esta hermosa Dinamarca,  rodeada de almas buenas,  de personas generosas y llenas de amor por la gente y por el mundo.  Sentí mis vidas pasadas como yogi o yogini, mis meditaciones en montañas y lagos,  recordé conexiones de almas que vienen del pasado y que hoy nos sentaron a todos en esa mesa en medio de un mercado colorido en Copenhagen.

Sé que hoy fui,  sencilla y llanamente,  absolutamente feliz.  

Porque así es mi maestro:  un ser simple,  bondadoso y solo sonrisas.  

Creo que es hasta aquí en este viaje  que tuve el privilegio inmenso de realmente conocerlo y de reafirmar con certeza su guía y comprender todas esas prácticas que en algún momento no tuvieron sentido,  esos dolores y molestias en el cuerpo y el alma que me hicieron dudar.  Supe por unos instantes de gracia y plenitud que este camino no es un camino complejo sino uno muy sencillo e inocente -igual que mi querido Guru.

Un camino que nos lleva a todo lo que realmente necesitamos y anhelamos.






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