Hoy mi querido maestro cumpliría 100 años.
Despierto a una vida plena, colmada, llena de paz y de gozo. Si no fuera porque yo misma he vivido la transformación total de mi vida gracias a sus enseñanzas, no podría celebrar y compartir con tanta gratitud y alegría su paso por este mundo y su huella de Gracia.
Recibo en este día memorable un ensayo desde San Miguel de Tucumán, Argentina. Estuve por allá en junio pasado y es un viaje largo hasta el Sur. Sin embargo, quien viene no tiene obstáculos mentales. Su senda ha sido abierta por maestros amorosos y serios que tengo el privilegio de contar entre mis estudiantes y uno de ellos en particular la inspiró desde hace cuatro años a practicar.
El legado de mi maestro se distingue porque se transmite de maestro a estudiante. Somos todos hilos de luz conectados a una misma fuente. Mi maestro no está ya físicamente en este mundo pero su nieto sí. Y a él estamos pegados como cordones umbilicales quienes hacemos esta práctica. No es una práctica fácil: de hecho, no es para todos. Nos pide muchísimo al inicio: cambios de horarios, creatividad para hacer que las cosas sucedan, reordenamiento de prioridades en nuestras vidas, toneladas de fe. Pero cuando logramos pasar los primeros obstáculos y observamos el efecto en nuestras mentes, el efecto poderoso en nuestros cuerpos y corazones, no podemos ya vivir más sin ella.
Los efectos de mi práctica los he empezado a ver en realidad hace poco. Al inicio fue muy intenso: recuerdo que pasaba agotada todo el día después de hacer mi primera serie. Luego tuve tres embarazos muy seguidos que arrasaron con lo construido por años. Finalmente hace tres años que la caja de Pandora se abrió por completo y experimenté unas crisis en mi vida como nunca tuve. Sé que tenía que vaciar la caja y eso significó enfrentar muchos miedos personales, muchos samskaras- como les llamamos en sánscrito, algunos de ellos de vidas pasadas, pesados, incómodos y sumamente dolorosos.
El proceso de apertura interna que causa este yoga es como una cirugía mayor sin anestesia. Es por eso que necesitamos al Maestro. Sin nuestro maestro detrás sosteniéndonos, conteniéndonos, apoyándonos, es prácticamente imposible continuar. Los retos son grandes: estamos aprendiendo a conocernos.
Y como dice uno de mis queridos amigos: para perdonarse primero hay que conocerse.
Conocernos implica valentía y determinación. También mucha humildad para cuando encontramos algo que no nos gusta. Conozco muchos "yogis" que tienen en tan alta estima su personalidad y su ego que no están dispuestos a ir a las zonas oscuras. Todo siempre esta "bien". Pues eso es una falacia y todos tenemos momentos difíciles, todos sabemos cuando estamos contándonos mentiras. A veces las mentiras tienen un cuerpo muy lindo, una cara angelical, hablan bien y nos miman y ensalzan nuestras propias incoherencias. Esto sólo nos mantiene pegados a una historia de lo que quisiéramos que fuera, en vez de vivir una vida real. Me da mucha tristeza ver a tanta gente pegada en relaciones mediocres para sentirse un poco mejor en vez de amarrarse los huevos y hacer su trabajo espiritual. Ni siquiera han hecho su trabajo interno con profundidad y la relación es sólo un salvavidas para evitar ir profundo.
Gracias a Dios conozco también seres valientes que no se andan por las ramas. Si algo no resuena, piden espacio. Si algo no está ayudándoles a fortalecer su conexión personal con el Todo, si algo les quita energía y los distrae, prefieren tomarse un break de estas relaciones codependientes donde el otro cree que se muere sin uno. Qué patético. Qué triste. La inmadurez de mucha gente perpetúa el ciclo de insconsciencia y sólo trae más sufrimiento al no permitir que caminemos libremente hacia nuestro destino.
Este yoga ayuda mucho con eso. Nos da la fuerza y la valentía de decir SI cuando es SI y NO cuando es NO. De lo contrario estamos en un vaivén que sólo tiempo nos hace perder. Un SI desde lo más profundo es muy poderoso: significa un SI a la posibilidad de saborear nuestro potencial verdadero en estos cuerpos, en estas mentes y en estos corazones. Un SI a medias deja a todo el mundo descontento. Se siente: la persona está vulnerable, tienen accidentes, actúan de formas poco inteligentes, andan con una sonrisa falsa, creen que son felices pero no es tal. Están llenos de miedo y este miedo les carcome el alma de noche, aunque a su lado haya un cuerpo lindo que pueden usar cuando quieren.
NO a lo falso. NO a lo mediocre. NO a lo que nos distraiga. Esto me ha dado mi práctica. He tenido que decir muchos no, aunque mis apegos gritaban un sí. He tenido que decir muchas veces ADIOS, aunque mis miedos aullaban de noche. No hay medias tintas en esta práctica milenaria y todo empieza con un SI que le decimos a nuestra práctica seis días por semana. Llueva o truene, sólo respetamos las lunas y por eso estoy escribiendo ahora. Sino estaría sudando y respirando en mi alfombra.
En este día de celebración envío un saludo cordial en el mundo entero a todos aquellos seres humanos excepcionales que están cansados de cargar con gente a su alrededor que se niega a tomar responsabilidad. Lo mejor que podemos hacer por ellos es despedirnos y ayudarlos así a crecer. Aunque amenacen por tirarse del puente: seguir su juego es sólo perpetuar su sufrimiento y el nuestro. No podemos salvar a nadie: podemos estar presentes pero sin que esto afecte nuestro propio camino.
Y algunas veces simplemente necesitamos alejarnos: hay gente muy nociva y manipuladora que sólo desea llevarnos al fondo con ellos.
Doy gracias infinitas a mis maestros porque me enseñaron a cultivar mi propia energía y a saber que estoy bien siempre. No necesito cargar a nadie ni nadie tiene que cargarme a mí. Creo que ese es el regalo más lindo que puedo ofrecer en una relación: donde puedo aportar en vez de mendigar, dar en vez de esperar, entregar en vez de quejarme. Ya somos grandes y cada uno de nosotros tiene una responsabilidad con Dios por esta vida que nos regaló. Los que somos padres y madres tenemos también una responsabilidad con estos muchachos y pequeñitos que necesitan papás y mamás maduros y conscientes.
Los tiempos piden despertar rápido y dejarnos de habladas. En las acciones diarias se ve nuestra práctica. Que las acciones sean congruentes, valerosas y limpias, libres de historias y manipulaciones para continuar enmarañando al otro. El otro tiene su propia responsabilidad consigo mismo y es una injusticia pedirle que nos salve. Es inhumano. Esto no es amor, sino dependencia.
Crezcamos, por favor.
Practiquemos.
Sigamos los pasos de aquellos maestros valientes, seres de Luz que entregaron su vida al despertar de la consciencia.
Que el crecimiento del otro sea tan importante como el nuestro propio: a eso llamo yo AMOR en esta etapa de mi vida. Que nuestra ofrenda de amor sea desear que el otro sea quién necesita ser en vez de aquel que nos "sirve".
Y para darlo, primero hay que encontrarlo.
Despierto a una vida plena, colmada, llena de paz y de gozo. Si no fuera porque yo misma he vivido la transformación total de mi vida gracias a sus enseñanzas, no podría celebrar y compartir con tanta gratitud y alegría su paso por este mundo y su huella de Gracia.
Recibo en este día memorable un ensayo desde San Miguel de Tucumán, Argentina. Estuve por allá en junio pasado y es un viaje largo hasta el Sur. Sin embargo, quien viene no tiene obstáculos mentales. Su senda ha sido abierta por maestros amorosos y serios que tengo el privilegio de contar entre mis estudiantes y uno de ellos en particular la inspiró desde hace cuatro años a practicar.
El legado de mi maestro se distingue porque se transmite de maestro a estudiante. Somos todos hilos de luz conectados a una misma fuente. Mi maestro no está ya físicamente en este mundo pero su nieto sí. Y a él estamos pegados como cordones umbilicales quienes hacemos esta práctica. No es una práctica fácil: de hecho, no es para todos. Nos pide muchísimo al inicio: cambios de horarios, creatividad para hacer que las cosas sucedan, reordenamiento de prioridades en nuestras vidas, toneladas de fe. Pero cuando logramos pasar los primeros obstáculos y observamos el efecto en nuestras mentes, el efecto poderoso en nuestros cuerpos y corazones, no podemos ya vivir más sin ella.
Los efectos de mi práctica los he empezado a ver en realidad hace poco. Al inicio fue muy intenso: recuerdo que pasaba agotada todo el día después de hacer mi primera serie. Luego tuve tres embarazos muy seguidos que arrasaron con lo construido por años. Finalmente hace tres años que la caja de Pandora se abrió por completo y experimenté unas crisis en mi vida como nunca tuve. Sé que tenía que vaciar la caja y eso significó enfrentar muchos miedos personales, muchos samskaras- como les llamamos en sánscrito, algunos de ellos de vidas pasadas, pesados, incómodos y sumamente dolorosos.
El proceso de apertura interna que causa este yoga es como una cirugía mayor sin anestesia. Es por eso que necesitamos al Maestro. Sin nuestro maestro detrás sosteniéndonos, conteniéndonos, apoyándonos, es prácticamente imposible continuar. Los retos son grandes: estamos aprendiendo a conocernos.
Y como dice uno de mis queridos amigos: para perdonarse primero hay que conocerse.
Conocernos implica valentía y determinación. También mucha humildad para cuando encontramos algo que no nos gusta. Conozco muchos "yogis" que tienen en tan alta estima su personalidad y su ego que no están dispuestos a ir a las zonas oscuras. Todo siempre esta "bien". Pues eso es una falacia y todos tenemos momentos difíciles, todos sabemos cuando estamos contándonos mentiras. A veces las mentiras tienen un cuerpo muy lindo, una cara angelical, hablan bien y nos miman y ensalzan nuestras propias incoherencias. Esto sólo nos mantiene pegados a una historia de lo que quisiéramos que fuera, en vez de vivir una vida real. Me da mucha tristeza ver a tanta gente pegada en relaciones mediocres para sentirse un poco mejor en vez de amarrarse los huevos y hacer su trabajo espiritual. Ni siquiera han hecho su trabajo interno con profundidad y la relación es sólo un salvavidas para evitar ir profundo.
Gracias a Dios conozco también seres valientes que no se andan por las ramas. Si algo no resuena, piden espacio. Si algo no está ayudándoles a fortalecer su conexión personal con el Todo, si algo les quita energía y los distrae, prefieren tomarse un break de estas relaciones codependientes donde el otro cree que se muere sin uno. Qué patético. Qué triste. La inmadurez de mucha gente perpetúa el ciclo de insconsciencia y sólo trae más sufrimiento al no permitir que caminemos libremente hacia nuestro destino.
Este yoga ayuda mucho con eso. Nos da la fuerza y la valentía de decir SI cuando es SI y NO cuando es NO. De lo contrario estamos en un vaivén que sólo tiempo nos hace perder. Un SI desde lo más profundo es muy poderoso: significa un SI a la posibilidad de saborear nuestro potencial verdadero en estos cuerpos, en estas mentes y en estos corazones. Un SI a medias deja a todo el mundo descontento. Se siente: la persona está vulnerable, tienen accidentes, actúan de formas poco inteligentes, andan con una sonrisa falsa, creen que son felices pero no es tal. Están llenos de miedo y este miedo les carcome el alma de noche, aunque a su lado haya un cuerpo lindo que pueden usar cuando quieren.
NO a lo falso. NO a lo mediocre. NO a lo que nos distraiga. Esto me ha dado mi práctica. He tenido que decir muchos no, aunque mis apegos gritaban un sí. He tenido que decir muchas veces ADIOS, aunque mis miedos aullaban de noche. No hay medias tintas en esta práctica milenaria y todo empieza con un SI que le decimos a nuestra práctica seis días por semana. Llueva o truene, sólo respetamos las lunas y por eso estoy escribiendo ahora. Sino estaría sudando y respirando en mi alfombra.
En este día de celebración envío un saludo cordial en el mundo entero a todos aquellos seres humanos excepcionales que están cansados de cargar con gente a su alrededor que se niega a tomar responsabilidad. Lo mejor que podemos hacer por ellos es despedirnos y ayudarlos así a crecer. Aunque amenacen por tirarse del puente: seguir su juego es sólo perpetuar su sufrimiento y el nuestro. No podemos salvar a nadie: podemos estar presentes pero sin que esto afecte nuestro propio camino.
Y algunas veces simplemente necesitamos alejarnos: hay gente muy nociva y manipuladora que sólo desea llevarnos al fondo con ellos.
Doy gracias infinitas a mis maestros porque me enseñaron a cultivar mi propia energía y a saber que estoy bien siempre. No necesito cargar a nadie ni nadie tiene que cargarme a mí. Creo que ese es el regalo más lindo que puedo ofrecer en una relación: donde puedo aportar en vez de mendigar, dar en vez de esperar, entregar en vez de quejarme. Ya somos grandes y cada uno de nosotros tiene una responsabilidad con Dios por esta vida que nos regaló. Los que somos padres y madres tenemos también una responsabilidad con estos muchachos y pequeñitos que necesitan papás y mamás maduros y conscientes.
Los tiempos piden despertar rápido y dejarnos de habladas. En las acciones diarias se ve nuestra práctica. Que las acciones sean congruentes, valerosas y limpias, libres de historias y manipulaciones para continuar enmarañando al otro. El otro tiene su propia responsabilidad consigo mismo y es una injusticia pedirle que nos salve. Es inhumano. Esto no es amor, sino dependencia.
Crezcamos, por favor.
Practiquemos.
Sigamos los pasos de aquellos maestros valientes, seres de Luz que entregaron su vida al despertar de la consciencia.
Que el crecimiento del otro sea tan importante como el nuestro propio: a eso llamo yo AMOR en esta etapa de mi vida. Que nuestra ofrenda de amor sea desear que el otro sea quién necesita ser en vez de aquel que nos "sirve".
Y para darlo, primero hay que encontrarlo.
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