miércoles, 31 de julio de 2013

Tu vida de amor

Krishna le habla a Arjuna,  el guerrero del Bhagavad Gita,  de Dharma.

Esta es una palabra en sánscrito que envuelve y describe con acierto un concepto que para nosotros es un poco difuso en occidente:  el destino o propósito para el que uno nace en esta vida.

Todos nacemos con múltiples propósitos,  por supuesto.  Entre ellos primeramente el de cómo hacer para sobrevivir en estos cuerpos.  Necesitamos un techo,  algo de comida,  ropa para no enfermarnos y nuestras necesidades básicas cubiertas.  Tantos seres humanos que hoy se enfocarán solamente en subsanar estas necesidades primarias.

Otros,  por karma dicen en India,  ya nacemos con una plataforma que nos permite invertir menos tiempo en las necesidades vitales.  Podemos entonces dedicarnos a aspiraciones más intelectuales y espirituales.  Ir a la universidad,  cultivar una carrera,  avanzar profesionalmente.  Viajar.  Conocer otras culturas.  Darle la vuelta al mundo.

Y finalmente,  están aquellos que le han dado la vuelta a todo esto y regresan a ese lugar interno donde realizan que todo está conectado y que somos una sola energía.  En este estadio,  su deseo no es más que servir,  ayudar en lo que puedan y también,  inspirar a otros.

Cada uno de nosotros está en el estadio que le corresponde y todos vamos a pasar por todas las etapas.  Es una cuestión de realización personal cuestionarnos para qué estamos en esta vida y esa pregunta llega cuando de alguna forma contamos con la base material para hacérnosla.

A aquellos que nos ha llegado esta pregunta,  la respuesta implica un desaprender mucho de lo que aprendemos en el mundo "normal".  Implica soltar ideas de cómo tenemos que vernos en esta vida y ser mucho más consecuentes con los deseos de nuestro corazón.

Tengo un amigo querido que hoy, por cierto,  decidió renunciar a su trabajo y seguir su corazón.  Trabajó por muchos años en una agencia de publicidad.  Ser muy creativo y lleno de ideas,  sintió que su trabajo le quedaba corto a nivel interno,  por más que le ayudara a traer pan a su mesa.  Siguió el llamado de un lugar dentro suyo más sabio y tierno y ha podido desplegar sus alas y crear a voluntad.  Es un creador de imágenes sublime. Hay una cierta magia que lo sigue a uno cuando nos lanzamos al vacío.  Claro que hay miedo,  pero de alguna forma Dios nos tira una net.

Lo mismo me sucedió a mí hace ya casi 14 años. Pasaba metida en una oficina todo el día.  Mi último trabajo como abogada ambiental era un poco más gratificante,  estaba en una firma donde todos íbamos en jeans a trabajar,  los abogados eran seres humanos- ja ja, y los proyectos tenían sentido para el bienestar del mundo.  Agua,  bosques,  aire,  parques nacionales,  naturaleza.  Y será por designio del destino que ahí llegó a mi mi propio Dharma.

La unión de la naturaleza y el Yoga es inevitable. Los yogis necesitamos lugares bellos,  buena compañía y un poco de agua y lentejas.  Las necesidades "primarias"  se vuelven un poco secundarias y a veces preferimos sacrificar una comida a perdernos un atardecer.

Lo irónico es que la mentalidad y creencias nos han siempre dicho que lo bueno cuesta,  que hay que sudarse la chaqueta para tener una buena vida. Bueno,  en mi profesión esto es literalmente cierto.  En cada práctica dejo el alma en sudor y lágrimas.  Pero cuando uno encuentra su Dharma,  el Universo responde y la vida se vuelve un fluir de un río sagrado donde todas nuestras necesidades vitales están más que colmadas.  Abundancia y  prosperidad a todos los niveles.  El trabajo es una danza,  un placer, una necesidad vital.

Todos traemos algo,  algo único y verdadero para compartir con el mundo.  Si yo hubiera sabido que iba a invertir 10 años de mi vida en formarme como abogada y sacar tres maestrías y que luego las iba a almacenar probablemente no lo hubiera hecho.  Pero necesitaba vivir esos años, acumular experiencias,  necesitaba llorar y sufrir para estar lo suficientemente desesperada para ir hacia adentro.  Y ahí siempre estuvo todo.  No tenía que darle la vuelta al mundo para llegar a mi corazón.

Si la historia de mi amigo y la mía propia les sirve como inspiración sólo puedo decirles que hagan lo que aman.  El amor le da al quehacer una cualidad profundamente espiritual.  Y claro que siempre encontraremos piedras en el camino como cualquier otro ser humano.  Pero el deseo por compartir nuestro Dharma será más fuerte y poderoso que cualquier piedra.  Las iremos sacando del paso y despejando la ruta sin mucho aspaviento.  Y cada día despertaremos a un milagro de amor y plenitud.



This is your life.
If you are looking for the love of your life, stop.
Love will be waiting for you when you start doing the things you love.


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