jueves, 29 de diciembre de 2011

India y la trombosis venosa

Ya estamos en camino.  Estoy en el aeropuerto de Bogotá.  Siete horas de espera para tomar el vuelo a Frankfurt.  La despedida muy dura:  anoche mientras lloraba la ausencia de mis chichis,  sentí como un taladro en el centro de mi corazón.  Si el Shaktipat es la forma en que el maestro imparte la Gracia,  anoche fui tocada por el de arriba. 
El recorrido es largo y cansado.  Once horas a Alemania,  otra espera de 8 horas y finalmente,  10 horas más hasta Nueva Delhi.  En vuelos tan largos,  advierten la importancia de caminar continuamente durante el trayecto,  so pena de trombosis venosa, dice la guía.  Medito un poco sobre el significado de esto.  Tal vez ayude pararse de cabeza en el pasillo?  o hacer Viparita Karani contra la ventana o el asiento de enfrente?  esto del Yoga lo vuelve a uno muy creativo...ji ji
El cambio de horario es otro elemento a considerar.  El jet lag a Europa ya es de por sí intenso,  si a eso agregamos otro viaje parecido porque India está prácticamente al otro lado de Costa Rica en el globo terráqueo.  Pienso en la distancia tan grande y siento un vacío muy grande.  Pero respiro y en mi ser más interno sé que todo es como tiene que ser.
Arjuna,  el héroe del Bhagavad Gita,  se resiste a cumplir con su dharma,  su destino.  Odia la idea de herir a aquellos que ama.  Se acobarda,  inventa excusas,  llora,  grita ante la mirada impasible y compasiva de Krishna.  No encuentra en su maestro un aliado para su resistencia,  sino un recordatorio de su fuerza interior.  Finalmente,  acepta que su naturaleza de príncipe lo obliga a luchar por el bienestar de la mayoría.  Y se lanza a la batalla con la certeza de que en esta vida cada uno tiene su camino que cumplir,  bien o mal,  no importa,  pero su propio camino.
Batallo en mi interior con un montón de ideas ajenas sobre cómo debo desempeñar mi vida y mi maternidad. Nunca quise ser la madre abnegada,  metida en la cocina,  observadora de los demás.  Siempre aspiré al protagonismo,  a crear mi sendero y a no seguir el de otros.  El precio de este rompimiento de esquemas es mi propia lucha interna con mi condicionamiento.  Con la espada del discernimiento,  aspiro enseñar a mis hijos el valor de seguir los sueños,  de no acobardarse ante el qué dirán y de vivir su pasión.  Estoy lista,  ni un paso atrás.  Temo un poco el regreso a mi maestro en Mysore después de 5 años de ausencia, embarazos y vida...pero voy con la certeza de que estoy  cumpliendo con mi dharma.  Mi propia trombosis venosa mental se apacigua ante la cercanía de ese olor que ya puedo casi sentir en mi nariz: incienso,  tierra,  sangre y basura,  todo en un ramillete de colores vivos y sonrisas blancas en rostros oscuros.  Cierro los ojos un momento:  me preparo para volar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.