martes, 30 de abril de 2019

Mariposas

India siempre me recibe con los brazos abiertos.  Esta vez muy distinta a las otras veces:  esta vine a refugiarme en su seno atravesada por una daga en mi corazón.  Pasé muchos días casi inconsciente,  sin comer ni dormir,  tratando de entender lo que había sucedido.

El karma de quién me catapultó a una nueva fase de mi vida lo agradeceré hasta mi muerte.  No era lo que esperaba,  no era lo que yo hubiera hecho.  Pero sin saberlo,  este ser me hizo el favor más grande que he recibido:  me obligó a levantarme del polvo después de la caída más estrepitosa posible.  

Por primera vez en mi vida creí que me moría....y sí,  algo en mí murió.



La que renació vive su vida sin el peso de antiguos dolores y culpas auto infligidas.   La metamorfosis fue completa.  No hubo esquina que no se llevara el diluvio ni apego que no atravesara sus garras.  Entró,  rompió,  mordió,  comió...me comió entera por dentro,  tanto que sentía físicamente como mi cuerpo se deshacía... literalmente.   

Cada sueño en este estado de síntesis ha traído un mensaje claro de hacia adónde debo moverme.  Cada sincronicidad,  causalidad,  encuentro y serendipia la confirmación de que sí,  tenía que terminar una vida y empezar una nueva.

Que nos empujen al vacío de lo desconocido es una muerte infinita a nuestra identidad pasada y el regalo más grande que otro ser puede hacernos.  Sólo así podemos crecer.  En el momento lo odiaremos porque nos sacó de nuestra zona de confort y nos obligó a pensar y sentir  más profundo para comprender.   

Quién me hizo este gran favor no tiene idea de cuánto se lo agradezco.  Mientras aspiro el aire caliente del verano indio y preparo mi equipaje para tres meses de encuentros con gente maravillosa en Europa,  me pregunto si esto hubiera sucedido de haber regresado a mi antigua vida.

No creo.



Así que la gratitud que siento en este momento en mi corazón es total y sincera.  Sé que estoy en mi dharma porque me siento feliz,  emocionada,  contando los días para viajar como cuando viajaba por primera vez y tenía mariposas en el estómago.  

Volver a Madrid,  una ciudad donde viví pequeña y hasta fui a la escuela es un sueño.  Ver amigos,  practicar,  comerme esa tortilla española y la crema catalana...se me hace agua la boca.  Al igual que visitar el mar y ver amigos queridos que por una coincidencia que no es tal,  me han abierto las puertas de sus shala,  casas y corazones. 

Y ni se diga todo lo demás que viene y que todavía ni tengo idea.

Estoy agradecida.  Estoy sorprendida.  En algún momento del paso por el túnel,  dudé sinceramente volver a sonreír.  A veces nos fijamos tanto en que nuestra felicidad está en un solo lugar que nos perdemos todos los otros milagros que están sucediendo para nuestra evolución.  He pedido verdad y también he pedido protección.  El ajedrez se movió con un jaque que no esperaba pero mi mate es ser ahora parte de un lienzo de tres meses que inicia dentro de pocos días en dos países que amo y donde me muero de ganas de pintar.

Escribo desde ese soltar que me ha vuelto la vida al revés.  Escribo enamorada de mi práctica y de mi buen karma.  Escribo sedienta de encuentros significativos,  practicantes sinceros y una ola de devoción enorme.  Ya la siento y se me eriza la espalda. 

Ya sé que aquí es mi momento y este mi lugar físico. No el que yo creía.  No el que yo planeaba.  Uno mucho mejor...

El misterio de lo que nos acontece se entiende siempre después.




Hoy escribo con esperanza y alegría.  Sí,  hay seres que amo que no tengo cerca, pero ya no lloro por su ausencia.  Van conmigo siempre y son mi pata de conejo  Anticipo un encuentro dulce en el tiempo de Dios y cuando haya cumplido con esta misión que tengo entre manos.  

Me pidieron ser canal y serlo es mi mayor bendición.  Es mi camino,  es mi pasión y sé que lo que la Vida tenga  para mí llegará por sí solo,  en el momento adecuado y sin anticiparlo.

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