domingo, 14 de abril de 2019

En cinco Años te Cambia la Vida


Qué sería de mi vida si hubiera permanecido quieta en lugares donde no era feliz?  

Hoy mi papá me envío un hermoso mensaje,  muy amoroso.  Me decía que está muy agradecido por tener una hija que desde pequeña fue inquieta y muy preguntona. 

Entre la bicicleta,  la subidas a los árboles,  los juegos con tierra y las preguntas constantes a mis mayores,  no paraba.  La vida me parecía demasiado interesante y había que explorarla sin cesar.  

Había que salir al atardecer a andar en bici con la pandilla de muchachos donde yo era la única chica.  Había que caerse y romperse las rodillas mil veces y pasearse triunfal a pesar de la sangre y los granos. Había que subir hasta la copa del árbol más alto a sentir la brisa de la tarde y finalmente,  con mucha resistencia,  obedecer las órdenes de mi madre para que bajara y me fuera a estudiar piano.  Había que columpiarse por horas en las hamacas, soñando en pasar la noche ahí mientras todos dormían,  meciéndome al compás de un ritmo que me calmaba y hacía extraordinariamente feliz mientras la luz dorada del sol me acariciaba cada tarde. 

Sí,  no me quedaba quieta.

Había que subir el Chirripó,  la montaña más alta de mi país, muchas veces.  Había que hacerlo porque es majestuosa, una Diosa.  Había que llevar turistas hasta la cumbre con los salveques llenos de ollas y comida.  Había que bañarse en los lagos de la cumbre porque el agua llamaba.  Había que ver el atardecer en Crestones aspirando el aire más puro del mundo. Había que sonreírle a la Cuesta del Agua y al Termómetro. Había que subirla con mis hijos también porque una Diosa así hay que caminarla y amarla. 

Sabía que no podía quedarme en pantanos estancados,  en aguas podridas y praderas secas bajo el riesgo de perecer.    No podía conformarme con amores a medias,  parejas apagadas y relaciones insulsas.  

Qué va! Esta vida demasiado interesante para perdérmela.  

Así que había que hacer la primera maestría,  definitivamente que sí- a pesar de la oposición del marido porque mi niña acababa de nacer.  Había que presentar el examen de piano de segundo año universitario en un concierto público para el cual me había preparado todo su embarazo...y pasarlo a los quince días de nacida mi bebé en un esfuerzo titánico más intenso que el mismo parto.   Había que irse a ese viaje a Italia por un año con la beca del Gobierno italiano como corolario de un año intenso de estudios.     Había también que ir a Israel embarazada de ocho meses de mi tercer hijo porque había todavía un filito de esperanza de recuperar mi relación.  

Pésima idea.  No funcionó.  

Había que seguir estudiando y sacar esa maestría embarazada del cuarto,  llevando mi panza en las noches de un año entero a clases y haciendo una tesis de maestría con numerosos trabajos de campo y un bebé a cuestas.   Había que graduarse,  continuar, buscar,  atreverme.  

Había que hacer una audición para un programa de dos años en teatro con un embarazo de 9 meses.  Había que entregarse por completo en cada propuesta, cada puesta un renacimiento mortal. Había que crear,  pensar,  desnudarse el alma para acomodarla al teatro.  Había que aprender,  escuchar,  usar la voz, cantar,  danzar y memorizar líneas.  Dos años dándome a un mundo nuevo cada tarde,  solo mío, y viviendo de día una vida que se resquebrajaba sin amor. 

Había que hacerlo porque la vida para mí siempre ha sido movimiento,  movimiento hacia adelante y ahora,  con el yoga,  hacia adentro.  Hacia la profundidad de mi ser que me pide no detenerme,  aunque la tristeza me jale,  aunque el dolor del corazón sea ardiente,  aunque la furia por la injusticia me queme.  

Adelante.  Con fe y confianza.

Sí,  había que aceptar el puesto de Embajadora en India. Sí,  había que cambiar de país y soltar amarras.  Sí,  había que emigrar para encontrar el misterio de esa tierra prometida.  Peregrinar al fondo de mi alma para encontrar un diamante muy raro y muy puro. 

Había.  Hay.  Hoy. 

Había que regresar a Costa Rica porque mis amados niños me esperaban.  Había que ser consecuente y no escuchar los llamados de mi corazón para no volver.  Y sí, regresé. Aunque mis voces internas me decían no te vayas.  Sos de aquí,  ya no sos de allá.  Había que pasar el fuego del infierno manifestado en una traición baja y vil.   Había que llorar lágrimas de sangre. Había que decir NO:  esto no es justo.  

Es legal tal vez,  pero no es justo.  

Porque Había que Dejar a un hombre Porque ya no Amaba.  Sí,  hoy hace 5 años.  Había que ser consecuente y decir No Más.   Había que sacar la espada y cortarle la cabeza a una relación que fue el cielo y luego declinó a velocidad luz. Había que ser valiente y decir Aquí No Soy Feliz.  Había que arriesgarse a la segunda ronda de criar hijos sin el padre. 

Había porque sino la opción era vivir muerta en vida.  

Había que apostarle todo a la pasión y la incertidumbre  Había que vaciar el corazón de escombros y limpiar la consciencia de basura.  Había que continuar viajando a India muchas más veces,  ya van más de 18.  Había que entregarse y volcarse por completo a una práctica de yoga salvaje. Había. Había que enfocarse y no pensar en los sacrificios para viajar tan lejos.  Había que darlo todo porque la vida es más hermosa si uno se vacía. Había que vaciarse por completo para aspirar a ser libre. 

Había que asesinar los miedos y cortarse las manos y los pies. 

Había que dejar un país verde esmeralda que se revolcaba en lánguidos dimes y diretes.  Había que archivar amistades que sólo querían información interna para venderla a los cuatro vientos. Había que cerrar esa vida.   Había que amar a chorros a ocho seres,  imperfectos todos los nueve y perfectos en este amor que nos tenemos para siempre hasta que la muerte nos separe.  Había que mostrarles que no hay que dejarse amedrentar por la oscuridad.  Había que ser consecuente y no conformarse con las migajas de una cuarta parte de mi vida,  arrebatada a la fuerza.  

Había que ser íntegra,  a pesar de la inmensa soledad.  Había que equivocarse una y mil veces con aquellos que no eran.  Porque había que toparse con el más hermoso amor cuando menos lo esperaba. Había que vivirlo con esperanza. Había que darle rienda suelta y sí,  ver con paciencia todo el miedo acumulado.  Y a pesar del miedo,  había que dar el salto de fe y lanzarme al vacío de una nueva vida.

Esa que ha estado naciendo por los últimos meses en donde cayó la bomba nuclear y no quedó absolutamente y que hoy me susurra suavemente al oído 

¨Qué dicha que hace cinco años..."


Si, dudaste por un instante y la duda hizo que no fuera hace 7.  Sí,  perdiste dos años más  y todo para que la situación empeorara.   Sí,  dos años más de tu vida intentando tapar el hueco a pesar de todo,  el hueco que se salía por todo lado anhelando verdad.  Dos años para sentir que había dado todo hasta el fondo.  Había que poner los puntos sobre las íes y decir con fuerza ya NO TE AMO.  Había que desgarrar brutalmente el sueño carcomido por el tiempo y los egos.

Más en el hueco incandescente de su corazón nació una espina y con la espina que creció como ponzoña,  me sacó el mío hace cinco meses.


Y he vivido sin ese corazón desde entonces,  pero en su lugar nació otro pequeñito de los restos del otro.   Y de ese cementerio me levanto hoy y siento palpitar por primera vez mi corazón nuevo.    

En cinco Años te Cambia la Vida-  sólo si,  escucha bien,  sólo si te jugaste tu alma en el camino y estás listo para moverte con fuerza en la dirección que es tuya y sólo tuya. 

Encontrarás tu paz como la encontré yo.  

Y no sólo tu paz, sino el amor más puro y sereno.  Dentro del capullo fresco de un corazón verde que renace a la vida después del fuego del infierno, encontrarás sabores amargos y dulces, colores y luces neon infinitas.  Encontrarás manos amorosas y abrazos tiernos, compartidos en medio de cielos morados.  Encontrarás todo eso en ojos brillantes de amor y palabras genuinas.   

Porque había que permitir que el silencio te buscara para amarte y decirte que todo lo que se fue era el camino para la culminación de esta historia. 







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