domingo, 26 de junio de 2016

Muerte

Algunas almas tenemos misiones en esta vida que trascienden los lugares comunes.

No que las escojamos....creo que más bien nos escogen.  No que sea fácil,  ni cómodo...más bien 
muy solitario.

Ayer casi perdí a mis tres pequeñitos en el mar.  Varias olas malvadas casi me los arrebatan.  Un lugar conocido,  el agua hasta las rodillas como sé muy bien con mi experiencia de casi veintisiete años de maternidad.

Pero había un hueco en la playa y eso no estaba en el plan,  además de un oleaje caótico.

Segundos se volvieron eternidades,  el tiempo se detuvo.  Matías se hundió,  seguido de Theo que lo fue a ayudar.  Gael siguió,  pendiente como siempre de sus hermanos.  Nina corrió al mar pero igual la marea arreció.  El remolino empezó a chupar y ya no había piso.  Sola con tres niños encima algo en mí entendió como sacarlos. Mi instinto no pensó nada,  sólo sostuvo, empujó,  gritó...salimos todos llorando de esa playa amada,  rasguñados en la piel pero sobre todo, en el corazón.   Temblando nos abrazamos y tengo que decir que ayer extrañé profunda y completamente una pareja.

Un hombre amoroso,  un apoyo.   Una presencia protectora.  Un compañero de verdad.

Han sido años de mucha soledad en este papel doble de padre y madre.  Años de entrega completa y comprensión racional de lo inoperante de estar con alguien que no entiende mi pulsión.  Pero ayer todo eso se cayó y extrañé un simple pecho caliente y vasto.

Un abrazo de oso,  incondicionalmente protector.

Algunas almas tenemos misiones en esta vida.  Sé que nos piden más que al grueso de la gente, no porque seamos mejores ni superiores,  simplemente porque somos distintos.  Sin embargo,  el precio es alto cuando uno decide escuchar los designios de caminos que a veces se vuelven incomprensibles para nuestra simple humanidad.

Como ayer.

Mi amado Caribe,  mi oasis,  mi paraíso personal,  casi se lleva lo que más amo en la vida.  Lo que sí se llevó finalmente en mí fue cualquier idea personal,  expectativa de afectos privados y apoyo humano.  Sé que mi misión comprende ser contundente ante compañías que me quiten alas, presencias que no sean de puro amor incondicional y comprensión de mi intención y propósito.

Y eso es muy raro.

La mayoría de las parejas desean algo a cambio.  La mayoría trae expectativas y con seres como yo eso no va.  Me muevo a ritmos que a veces ni yo misma entiendo y sigo corazonadas que están expandiendo algo para otros donde mi "yo" ha quedado hace años rezagado.

Acepto en mi corazón mi destino sabiendo que siempre hay un razón más grande por la que me tienen aquí respirando.  Acepto que el cuadro tradicional de familia y sus conceptos no van con quién soy.  Y acepto también que tengo protección a otros niveles y estoy muy agradecida por ella.

Sin ella, ayer hubiera sido un día trágico.

Y ese ser,  misterioso,  entero,  lleno de gracia y de paz,  fuerte como un muro y vulnerable como un dios... esa idea profunda en mí se la llevó también ese mar.

Dharma,  destino,  fe.

Porque sola y de alguna forma milagrosa le arrebaté a ese mar implacable la razón de mi vida.  Los escucho abajo riendo y jugando y sé que todo es perfecto como es.  Tantísima gratitud en mi corazón hoy.

Tanta que trasciende
lo que mi mente pequeña pueda comprender.




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