miércoles, 15 de junio de 2016

Despierta

El camino espiritual es estar sentado en un hot seat todo el tiempo.  Hay una fuerza de oscuridad en este plano que he aprendido a respetar a pesar de no compartir su enfoque.  Esta madrugada me despertó muy temprano. Tuve que apagar varios incendios y  mientras pensaba cuál era la forma más eficiente de socabar su influencia, sentí un frío intenso en todo mi cuerpo.

Me puse a rezar.

Creo que los únicos momentos en que siento un alivio de este cable pelado  es cuando estoy físicamente con mis maestros.  Ahí el alivio de sus presencias me permite relajarme,  soltarlo todo y simplemente ser y sentirme segura.   Y cuando hablo de maestros hablo de mi Guru,  por supuesto, pero también de todos aquellos seres que amo,  respeto y admiro que me inspiran a seguir adelante.

El trabajo de estar presentes y despiertos demanda toda nuestra atención.  La mente sin yoga se inmiscuye en todo con sus juicios,  con sus opiniones.  Gente que no para de vociferar el bla bla bla y cuyas presencias lo único que hacen es interferir con los procesos de los demás.  Esto es una violencia y estoy aprendiendo a verlo en mí y a dar espacio al otro.   El silencio es para mí un regalo tan grande,  un espacio tan sagrado.

He soltado ya hace tiempo a mis amistades de monólogo.  Durante mucho tiempo fui muy tímida e introvertida y la relación era unilateral.  Mis opiniones apenas se escuchaban o me hacía pequeñita para no incomodar al otro.  La fuerza que mis maestros me han transmitido me ha catapultado a un lugar donde llamo las cosas por su nombre,  sin eufemismos absurdos que sólo pretenden enmascarar lo que es.

Llamar a una ladrón honesto es un contrasentido.  A un sinverguenza señor una incongruencia. Llamar a un traidor benefactor una contradicción.  Sin embargo,  nos hemos todos acostumbrado a no ponerle el cascabel al gato y a pelar el diente incluso cuando sabemos que algo o alguien está totalmente fuera de ética.  Fuera de Dharma decimos en Yoga. Incluso existen los que alaban a estos seres.  Y ahí es cuando sabemos que la oscuridad ha triunfado.

El caos que todos estos contrasentidos causan en nosotros,  seres humanos frágiles y sensibles,  todos suavecitos por dentro,  es un caos que amenaza con llevarse entre las patas nuestra propia identidad.

Qué tal la niña que siempre escucho de sus madre que era gorda y que sigue comiendo desesperada por cumplir con este predicamento?  O del muchacho que su madre incestuó emocionalmente y que ahora no toma paso en sus vida sino es con la aprobación suya?  O qué tal de aquel que todavía no se siente seguro de su identidad sexual buscando dentro suyo la aprobación imposible de su padre?

Todos estos pensamientos son vacíos,  sin realidad ni sentido.  Nos corresponde identificarlos, llorarlos y extirparlos de una vez por todas de nuestra realidad.  Peor aún cuando estos sentimientos y pensamientos ha sido reprimidos por años y nos enferman físicamente.  Ahí sí ya la situación se sale de sus casillas porque nuestros cuerpos están diseñados para dar luz y amor,  son receptores y emisores de energía pura y cuando hay enfermedad es porque estamos tan desconectados de nuestro ser que ya los efectos se sienten físicamente.

Noventa y seis por ciento de las enfermedades vienen de las emociones.  Noventa y seis por ciento de mentes inquietas,  deprimidas,  inconsolables o rebeldes.  La mente es una excelente amiga,  pero una pésima Jefa.  Imaginemos a un ser lleno de orgullo,  ansiosa de reconocimiento y fama,  deseosa de comodidad y también distraída y perezosa y tendremos el cuadro perfecto de una vida caótica.  La mente se entrena,  con el yoga se estabiliza.  Y así es como la vida cambia.  La respiración,  la consciencia y la intención nos cambian de frecuencia.  Y la frecuencia del Amor es nuestro derecho de vida,  la única razón lógica por la cual pasamos por esta tierra.

Pensamientos negativos,  juicios,  opiniones,  desazón.  Son la señal clara de que esta Jefa incómoda y bitchy se ha apoderado de la casa.  Su voz es estridente,  su llamado lleno de necesidad y apegos. Es pegajosa,  siempre tiene una agenda escondida y su única intención es perdernos.  Tengo una relación de años con la mía y he aprendido a verla con compasión cuando se aparece por ahí.  Pero cada vez me aburre más y me da más pereza.  Sé que sus consejos lo único que quieren es distraerme de mi propósito.

Y mi propósito lo tengo muy claro gracias a Dios.

Cuando veo a un ser pasarle por encima a lo que es y lo siento escuchando las instrucciones torpes y egoístas de la señora,  pido porque su alma despierte lo suficiente para gritarle en la cara sobre libertad, verdad y dirección.  Pido que pueda escuchar que existe una realidad donde esta Jefa no existe y que depende de él o ella darle la hegemonía o desterrarla al desierto de los fantasmas.  El camino espiritual consiste en traer a la superficie todas sus líneas,  excusas,  justificaciones, explicaciones,  interrupciones y finalmente liberarnos de su yugo.

Conocerla.

Llegan tiempos de cambio y podemos subyugarnos una vez más a esta Jefa o podemos desterrarla en cada pensamiento,  acción e intención.  Se filtra en nuestra psiquis dependiendo de cuán enfocados o desenfocados estemos y para eso es precisamente nuestra práctica espiritual.  A veces involucra presencias de seres que incluso ya no están en este mundo pero que insisten en aferrarse a su dolor.

Ha llegado el momento de despertar y tenemos todo el apoyo y la fuerza de muchos seres que han intentado esta hazaña por vidas.

No desaprovechemos la oportunidad.




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