jueves, 16 de junio de 2016

Nueva vida

Hoy cierro un ciclo en mi vida de introspección y aprendizaje.  Lo lindo de esto de lo ciclos es fluir: hace dos semanas no tenía idea que esto iba a suceder.  Me tocó cerrar puertas,  reafirmar lo que creo,  decir que no y amarrarme las enaguas.  Me tomó recibir,  confiar,  decidir desde mi corazón y caminar con determinación.  Pero sé que la decisión que estoy tomando es una que me trae mucha alegría,  que beneficia a otros y que también afirma la vida.

Por eso estoy tan pero tan feliz.

Tomar decisiones es el pan nuestro de cada día en el camino espiritual.  Puedo tener mil realizaciones profundas pero si no doy pasos reales en el mundo todo se pierde.  Puedo encontrar la profundidad en mi práctica y en mi meditación pero si mis acciones no son congruentes,  no pasa nada.  El yoga de la acción implica valor,  sabiduría y corazonada.

Combinación importante para dar el próximo paso.

Cuando hay que decidir algo importante,  primero rezo mucho.  Pido ayuda.  Pido discernimiento. Observo las variables,  siento y si la acción es correcta muchas señales en el camino me lo confirman. Así ha sido con esta:  siento como si estuviera cumpliendo un plan trazado desde hace muchos años por una mano maestra.  Todo está calzando sin dificultad y sólo tengo que dejarme llevar.

He tenido que atravesar diversas variables por supuesto.  Es muy interesante que cuando uno toma una decisión desde el corazón siempre hay una fuerza que usa sus movidas maestras para hacernos cambiar de opinión.  Sucede y sucederá pero hoy por hoy creo que también es una buena prueba para reafirmar en lo que creo.  Se necesita cierta fricción,  cierta resistencia para realmente apreciar lo que amamos.  Siento que amo profundo,  directo,  sin máscaras.  El Amor no es una emoción para mí en este momento,  sino un estado del ser.  He aprendido con los años que darlo sólo trae más y recibirlo sana y apacigua.  La única forma de dispersar la oscuridad es llenarse de Luz:  luz radiante,  infinita y dulce que se cuela por las rendijas e ilumina los rincones.

Mi hazaña se nutre de todas mis experiencias pasadas,  dolorosas y llenas de errores humanos-  tan humanos como yo misma.  El aprendizaje ha sido arduo:  siento que estoy saliendo de una escuela de samurais y que de alguna forma me graduaron-  a pesar de mi reticencia a salir de nuevo al mundo. Nada:  cuando el maestro aparece es porque el discípulo está listo.  Así que con la confianza que implica un salto al vacío y la seguridad que da un corazón lleno,  me lanzo al destino que con tanta maestría ha sido tejido para mí.

Nada en esta vida es casualidad pero esta casualidad que estoy viviendo es bastante rara:  los destinos confluyen en este plano intercalándose en milagros cotidianos inexplicablemente.  Sólo soy testigo de que hay una Inteligencia Superior que sabe exactamente cómo soy,  conoce mis gustos a la perfección y comprende qué necesito en cada momento.  Es tal su amor por mí que me ha enviado sendos regalos que me tienen con la boca abierta. Como si me leyera la mente-  porque de hecho lo hace.

Un amigo querido me habló de estos acontecimientos hace un año y yo,  en mi diálogo mental un poco nihilista dije:

 "Si, ahaaa..."

Hoy observo como sus predicciones fueron certeras,  como el presente se perfila lleno de ternura amorosa y la oportunidad perfecta de crecimiento  se presenta ante mí.  Hago honor a las palabras de mi maestro y me creo eso de que soy más fuerte de lo que pienso: tomo impulso y con fuerza me lanzo a una aventura que promete,  lo dice mi corazón,  conexión pura.

Todo lo que anhelo,  todo lo que hace sentido para mí.
Y con confianza me rindo,  me entrego.

Sin miedo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.