viernes, 3 de junio de 2016

Shine

Regreso a casa y mi vida es completa y mágicamente diferente.  Nueva.  Fresca como la lluvia que baña mi Valle Central.

Es increíble como en diez días puede mudar todo.  Mi percepción más amplia,  el corazón más sereno.  Me doy cuenta que no tengo que buscar nada,  que todo llega solo.  En el timing perfecto.

Sin prisas y con mucho amor.

No tengo que forzar ni forzarme.  Cuando algo no se siente totalmente click es mejor dejarlo.  Con gratitud y esperanza.  Mis días con mi maestro me renuevan celularmente,  me amplían el panorama. Los ratos con mis amigos me nutren a niveles muy profundos,  gente linda y abierta en un quest espiritual serio de muchos años y cuyas conversaciones hacen automáticamente click.

Regreso a mi hogar:  lo siento tan acogedor.  Los cuentos a la hora de dormir,  mi gata, más besos y abrazos de los que anticipaba.  Muchos más.  La lluvia cae en San José y refresca todo:  mi corazón, mis ojos y mi visión.   Me encuentro en una transición importante,  dirían algunos.

Pero qué es la vida sino una serie de transiciones encadenadas por el Amor?  Qué sino una cadena de milagros uno tras otro que suceden tan rápido y tan perfectos que no puedo más que maravillarme ante la Presencia?

Hoy ha sido un día especial para mí.  Reencontré a alguien de mi pasado,  alguien imporante a quién no veía desde hace 33 años exactamente.  Sí,  la última vez que lo vi andaba en enagua de colegio, medias altas azules y estaba haciendo mi tarea de química creo.  Regreso a un pasado lejano en tiempo cronológico pero muy cercano en tiempos de alma.  Con tierno agradecimiento porque mi bandeja se siente llena.

La vida es misteriosa,  decía David, el personaje de Shine ayer en mi película del avión.  El tercer concierto de Rachmaninoff le produjo un stroke y desde entonces vivió un ostracismo obligatorio aunque su arte seguía palpitando por dentro.  Las cosas de la vida y los acontecimientos del serendipity lo pusieron en el lugar adecuado y la hora perfecta para el encuentro con su compañera de alma. Alguien a quién no le importó que no anduviera muy cuerdo según los estándares sociales y tartamudeara pero que se maravilló ante un corazón abierto de par en par y una sensibilidad extraordinaria ante la vida.

Me pregunto qué puede ser más importante que eso.

Colgó al caballero de turno que le ofrecía una vida "bien" y siguió su corazón.  Y David volvió a tocar.  De nuevo sorprendió a todos con su talento.  Y después de su mega concierto de relanzamiento,  lloró y lloró en frente de un teatro lleno que también lloraba , ya no por un stroke sino de saberse y sentirse amado incondicionalmente.

Y de ahí resurgió en su interior toda la pasión y ternura aprisionadas por una etiqueta mal puesta hacía tantos años atrás.

We can all SHINE.


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