martes, 26 de junio de 2012

Coincidencias y adioses

Las coincidencias,  sincronicidades y serendipities abundan en nuestra vida cuando nos abrimos al poder de la Gracia.

Son esos instantes en que todo parece confluir,  donde sin explicación alguna nos quedamos con la boca abierta al observar que el Universo nos tiene bien acompañados y no se olvida de nosotros...nunca.

Todos estamos en un proceso de constante creación a través de nuestras decisiones.  A veces creemos que las decisiones tienen que ser racionales y conscientes.  Hoy confirmé por segunda vez en dos días que no.  La vibración que emitimos atrae los encuentros.   Promueve y refleja nuestros sentimientos,  positivos y negativos.

Las respuestas llegan sin uno buscarlas.  Las oportunidades aparecen en la puerta de la casa.  Los amigos llaman,  salen del pasado y nos sorprenden.  Lo que ya murió da paso a lo nuevo...si somos capaces de confiar.

Si estamos cargados de frustración,  rencor y enojo,  la vida nos muestra a cada paso que esos sentimientos son una realidad.  Pero la magia sucede cuando,  conectados a nuestro corazón,  realizamos que somos los arquitectos de todo lo que existe en este momento a nuestro alrededor.  Desde la compu en que escribo,  hasta la casa donde vivo,  la amiga que acabo de dejar después de la cena,  la llamada de teléfono que está entrando...todas son ramificaciones de mi consciencia.  Soy el matrix,  el origen.  Cuánto puedo crear si estoy consciente que ese matrix está conectada al MATRIX base,  al cuartel general.  Cuánta confianza puede sentir si me doy cuenta que soy sólo un canal de esa Vibración?

Llegué a un punto en mi vida en que mi energía estaba comenzando a morir.  Decaía día a día, se apagaba a la vista de todos - y yo ni siquiera me daba cuenta.  Llegué a un punto de inercia donde despertaba cada día en un sopor monótono y repetitivo.  Donde los días pesaban y se sentían todos iguales.

La Vida tuvo la gracia- aunque durante los últimos tres meses haya hablado más de desgracia- de mostrarme the hard way lo que es perder el norte.  Y uno pierde el norte para ser capaz de recuperarlo.  De un extremo del péndulo no hay más opción que ir al otro lado.  Y en este lado estoy encontrando tantas cosas que había perdido.  No sólo como ser humano individual,  con necesidades personales y propias,  sino como artista,  como amiga,  yogini y madre.  Como hija,  compinche,  aliada y mujer.  He creado espacios nuevos en mi vida que nunca se me hubieran ocurrido antes.  He conocido gente tan linda  que me ha enseñado tanto.  He tenido que decir muchos adioses.  Y amarrarme el corazón al despedirme.  Pero todo es perfecto en el bigger picture.  Todos los que se van,  tenían que irse.  Y todos los que llegan,  tenían que llegar.

Llego a un lugar en mí misma que había olvidado en medio de tanta alharaca.  Lo desempolvo con mucho cuidado,  corriendo las piezas de mi pasado observando que no se quiebre lo más valioso.  Rescato el amor,  las conexiones de sangre,  las conexiones de espíritu y la conexión con la Naturaleza.

Esas son las que coloco en un altar nuevo,  limpio de toda energía vieja.  Lo que se queda es porque realmente me pertenece,  a un nivel que ni yo misma entiendo.  Lo que se va necesita seguir su camino y me alegra haber compartido parte del trayecto.

Mañana me despierto temprano,  4 am.  Estas levantadas de madrugada son parte de lo viejo que está regresando sin planearlo.  La hora de la magia,  la hora en que me levanto en Mysore cuando estoy en India.  La hora en que todo duerme y es una maravilla estar despierta.  Es como si entre toda la maraña de la mente todo se detuviera.   Mañana vienen 7 yogis a practicar.  Cada uno me recuerda que a veces los sueños son locos al principio, pero que hay locos como uno que apuestan a lo no convencional.

En medio de la oscuridad y el silencio,  cada mañana de estas es un obsequio a la parte dentro de mí que está aprendiendo a decir adiós.  Un adiós sin expectativas, cargado de amor y buenos deseos. Un adiós que no guarda rencores ni se tiñe de remordimientos.

Los adioses nos enseñan todo lo que venimos a aprender a este mundo.  Y nos preparan para el último adiós.  Ese que todos llegaremos a vivir solos,  cada uno de nosotros.  Y en ese momento,  regresarán a nosotros todos esos amores que dejamos en el camino.

Porque en realidad, nunca nos separamos.  Porque entramos y salimos de este mundo como una espiral energética atados a los pies y manos de nuestros hermanos.

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