Ese lugar que tanto anhelamos..existe.

Ese lugar que tanto anhelamos...que anhelamos toda la vida, existe.

No es como lo imaginamos.   Está poblado de espinas y plumas.  Lleno de barro y estrellas.  Se muestra y no lo reconocemos de inmediato.  Necesitamos quedarnos un rato -a veces muchos años- para que salga y nos salude.

Ese lugar aparece en forma intermitente como por arte de magia cuando estamos junto a almas que anhelan lo mismo. Es casi una alquimia,  una reacción en cadena que nos contagia. Crece o se encoge proporcionalmente a nuestro valor.  Nos pide ser valientes.  No querer nada más.  Nos obliga a escoger.

En medio de olores nuevos,  de gente desconocida, transcurre mi día en apacible quietud.  He estado hacia adentro y ya es casi de noche.  Trabajando desde hace 5 horas, el tiempo ha transcurrido imperceptiblemente.  He fluctuado entre momentos de éxtasis profundo al contemplar los rostros de muchos yogis y yoginis que me inspiran.  He llorado en ese espacio nuevo que se abre dentro de mí.  He recibido con gratitud mensajes-todos los días desde hace dos meses- de aliento y solidaridad.

Mi vieja soledad de pronto se transforma en un jardín lleno de flores. Las flores son seres humanos,  todos hermosos,  todos radiantes.  Son rostros que conozco desde hace muchos años y que sólo hasta ahora tengo el privilegio de apreciar realmente.  Siempre me lo decían mis maestros,  llega el día en que uno puede ver y escuchar por primera vez.  Es una mezcla extraña entre alegría y tristeza,  entre melancolía y amor.  Es como si de pronto el mundo fuera nuevo...es nuevo.  Es otro.

Mi percepción teñida por velos de años comienza a realmente entender qué significa estar aquí.  Fue imperativo un momento de suma intensidad para disipar la niebla.  Después del Shaktipatazo, por un tiempo sentí como si estuviera realmente ciega.  No sabía si arriba era abajo o abajo arriba.  No entendía hacia dónde,  con quién o por qué.   Fluctué entre emociones y construcciones  mentales.  Caos incomprensible,  desorden y locura.

La placidez de este lugar de visiones nuevas no es producto de mi propio esfuerzo...no creo. Tal vez mi único mérito radica en haber creído que era posible.  Pero nunca lo esperé ni lo desee.  Lo consideré francamente imposible en esa eterna lucha del ego por apropiarse de algo, incluso de la experiencia mística.  Siempre estuve con la guardia arriba.  

Hoy,  ya no me cuestiono nada,  sólo permanezco en este lugar nuevo y me siento arropada.  Lejos de mi hogar y mi rutina,  rodeada de olores y sabores nuevos,  la vida me enseña que ese momento llega para cada uno de nosotros.  Mientras llega,  todo es posible y no necesariamente conducente.   Podemos pasar la vida en un burdel o en un ashram,  hablar de espiritualidad o de fútbol,  comer orgánico o salchichón.  En realidad no importa. El día llega y nos sale al encuentro,  disipando la ingravidez de una vida vivida absurdamente.  Todo cobra sentido y de pronto,  encontramos la conexión adentro.  Sólo ahí es que percibimos la conexión con el otro.  Y el amor profundo que a todos nos une.

A todas esas almas que me entienden.

A todos los que sabemos que ese lugar existe.

ustedes saben de qué estoy hablando....y me alegra tanto que estén aquí conmigo!  que hayamos de alguna forma coincidido en tiempo y espacio y por un instante en la eternidad,  nos acompañemos.  

No pude haber escogido mejores Kamikazes,  compañeros de vuelo.  Almas creadas de la misma pasta que la mía.  Inconformes,  outsiders,  rebeldes,   gemelos  hermanos y hermanas,  cómplices-compinches.   

Estamos jugando para Dios... no podemos perder.