lunes, 18 de junio de 2012

Integridad

Las últimas semanas han sido un constante devenir entre los deseos y la realidad.

Hoy,  llegué al punto más algo- o más bajo?- de este quest por la integridad perdida.  Tengo entre manos una decisión masiva en mi vida que me tocará para el resto de mis días y que tocará gente que amo. No tengo más remedio que ver a la cara,   eye to eye,  a ese fantasma que nadie nos enseña ni en el hogar ni en la escuela- con muy pocas excepciones-  y que brilla por su ausencia en nuestra sociedad costarricense,  familias,  gobierno y hasta Iglesia.

Hace poco, esta palabra ni siquiera estaba en mi vocabulario común. Hoy, me rodea por todo lado:  en mi altar de meditación,  los temas de mi enseñanza,  las conversaciones con los amigos,  las relaciones...todo.

Aprendí de una amiga que la integridad requiere humildad, respeto,  verdad y amor.

Medito sobre esto y voy uno a uno...

Humildad:  si creo que sólo yo tengo la razón o que el argumento del otro es débil,  imposible encontrar integridad en la ecuación.  Si me atrevo a escuchar sin prejuicios,  sin presión,  descubro que el otro es un mundo en sí mismo,  con ventanas y puertas de diseño distinto al mío,  pero tal vez con una propuesta nueva.  Me emociona.

Respeto:  normalmente desecho las visiones y opiniones ajenas si no tienen algo bueno que aportar. Claro,  esto según mis parámetros mentales.   Creo que este error me ha llevado a perderme de mucha sabiduría porque tengo juicios de cómo y de quién tiene que llegarme información.   En cuanto al respeto por mi misma, he aprendido que cuando más mal me siento es cuando necesito respetarme más y colocarme en situaciones que me apoyen,  no degraden.  Ese auto-respeto apenas lo estoy aprendiendo.

Verdad y Amor:   mientras leo el Curso de Milagros,  realizo que el Amor es lo único que existe.  Todo lo demás es miedo.  Quisiera tener la fuerza interna para ser consecuente con mi corazón,  sin importar si otros están de acuerdo o no.  Al fin y al cabo,  soy yo la que va a tener que vivir con sus decisiones.  Nadie más.

Completo el escrito de esta noche recordando a don Miguel Ruíz y sus Cuatro Acuerdos:

1.  No tomarme nada personal. Creo que mucho del perder la integridad es tomar las palabras y acciones de los otros como si estuvieran dirigidas a herirme o molestarme.  La verdad es que el otro está en su propia vida,  tomando las mejores decisiones que puede y tal vez no tan pendiente de mí como mi ego quisiera creer.  Big lesson!  no soy tan importante como siempre creí :)

2.  No asumir.  Siempre estoy completando oraciones no sólo verbalmente,  sino mentalmente.  Asumo que sé exactamente cómo el otro actúa y qué quiere.  Pura arrogancia:  sólo uno sabe qué piensa.  Cómo tener la osadía de asumir que uno conoce al otro? conocemos sólo lo que el otro nos muestra y eso podría estar teñido de percepciones y filtros.  Mmmmmm.....como que esto de relacionarse con otras personas no es tan simple como creía.  Puede volverse un juego de espejos difícil de esquivar.

3.  Hacer lo mejor que podamos en cualquier circunstancia.  Aquí es donde entra mi Jueza Interior,  un ser sumamente exigente y demandante.  Dicta que he fallado y me he equivocado y quedado muy por debajo del nivel requerido.  Según ella,  estoy doomed.  Bueno,  yo no me siento así.  Aunque haya metido la pata innumerables veces,  amo mi humanidad que se cae y se levanta y aprende de las caídas.   No me arrepiento de nada,  a lo puro Edith Piaf.

4.  Integridad en las palabras.  Cada palabra que surge de mi boca debe estar conectada a mi corazón...y a mi mente! Decir lo correcto en el momento incorrecto puede causar más daño que bien.   Verbalizar una verdad inconclusa como si fuera verdad absoluta me ha metido en muchos problemas.  Las palabras brotan y nunca retornan.  Me doy cuenta de su poder para crear o destrozar.

Mientras escribo,  pienso en los atributos de la integridad.

Solidez.
Autenticidad.
Perseverancia.

Quisiera ser sólida como el Peñón de Escazú,  auténtica como la selva del Caribe y perseverante como mis maestros.

Cuando pienso en integridad,  he de decir que conozco muy poca gente íntegra y por supuesto, me cuento entre esos con un integridad raquítica.  Cuando pueda hilar mis pensamientos con mis sentimientos con mis palabras con mis acciones-  woww- quién sabe hasta cuándo,  quién sabe cómo pero sí me gustaría saber con quién-   podré contarles de mi experiencia.

Hasta el momento, he de decir que la coherencia ha faltado, aunque no el deseo de integridad.  Un paso a la vez,  me dijo una querida amiga.  De cada paso estoy aprendiendo y este me lleva al siguiente.  Voy confiada en que mi deseo de verdad me ponga al frente la gente y circunstancias que necesito para descrifrar este enigma.

No sin antes preguntarme si la integridad es un don y un talento,  o una práctica.

De cualquiera de las dos formas...
sería bonita.



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