viernes, 26 de agosto de 2016

Libertad y Amor ya

Es viernes en San José.

Viernes día de mucho tráfico y caos.  Estoy pensando que en este mundo a veces violento cuán afortunados somos de tener gente que nos ame.  Cada uno de nosotros cuenta con un puñado de almas que siempre estarán ahí para nosotros.  Hoy viernes, después de una semana de mucha introspección y preparación para una faena intensa que viene,  me siento muy agradecida de contar con cada uno de ellos.

Este grupo incluye a mi Significant Other, por supuesto, a mi familia cercana y amigos incondicionales.  Pero también incluye rostros cuyos nombres no conozco y que veo todos los días. Me dan esperanza y calidez con sus sonrisas:  el guarda de la aguja, el muchacho que barre la calle, el chico que me ayuda a subir y bajar los niños en la escuela,  el muchacho que está arreglando hoy el techo de mi casa.  Figuras anónimas y al mismo tiempo cercanas:  gracias a su presencia hay más orden en este mundo,  más belleza.

Creo firmemente en el poder de las sonrisas.  Me llamó mucho la atención en mi último viaje a un país europeo:  le sonreía a la gente y se me quedaban viendo serios,  serios...ninguna respuesta.  En cambio aquí en Costa Rica la respuesta es inmediata.  No importa cuán atareado esté alguien,  si buscamos contacto visual y los recibimos con una sonrisa la reacción es un "Dios me la acompañe",  "que Dios la bendiga reinita" y otras muchas frases coloquiales divertidas y respetuosas.  Claro, nunca falta un piropo encendido- más en las calles de San José centro que he tenido que frecuentar últimamente,  pero igual lo agradezco.

Un yogi es alguien que por naturaleza deja un lugar mejor de lo que lo encontró.  Alguien que trae armonía y alegría a cualquier grupo que visita.  Hoy llegó a mi casa una yogini amorosa,  su sola presencia ya nos encendió a todos,  chicos incluídos.  Qué lindo es estar con gente que nos eleva y alegra...y qué pereza da estar con esos que siempre están down,  qué ven el vaso vacío en vez de lleno.  Todos hemos vivido en hogares que nos han infiltrado sus patrones con la leche y hay que estar muy necesitado de un cambio para realizar que muchas veces estamos convirtiéndonos en las personas que nos criaron,  con sus hábitos mentales y sus incoherencias.

Toma un instante de realmente querer salirse del molde, un segundo de movimiento interno para darnos cuenta que no tenemos que seguir repitiendo la depresión,  las quejas continuas,  los temores e inseguridades de nuestros ancestros.  Un instante de claridad disipa oscuridad para muchas generaciones,  estén vivos o no.   Lo cierto es que uno puede vivir su vida de muchas formas,  pero en mi opinión repetir patrones familiares es la forma más triste de perdernos de la nuestra.  Requiere valentía porque están prácticamente infiltrados en nuestro ADN.

Conozco personas que repiten el tema del miedo a la escasez y no logran salirse del paradigma. Todavía no han despertado a su potencial infinito para crear lo que desean.  Otros que viven de nuevo la violencia física y emocional:  no han decidido que ya basta,  atrapados en un desvalor generacional absurdo.  Otros a los que la inercia los carcome por dentro,  con una pereza básica ante la vida y sus oportunidades.  Siento que a todas estas personas la vida les pasa por encima y no van a poder surfear la ola hasta que decidan que ya es suficiente.

No hay peor ciego que el que no quiere ver.  Muchos nunca saldrán de su cuadrado pero nos corresponde a todos los bendecidos con las enseñanzas espirituales dar el ejemplo.  Quién sabe si alguien que esté todavía dopado por la ilusión nos vea en acción y algo se les alumbre por dentro.

Alguien que de pronto se inspire...

Y así puedan de una vez por todas salirse de una vida que no es todavía la suya...y que clama por ser vivida hasta el tuétano:  con las reglas que nosotros mismos decidamos ponerle.

Libertad y amor de primeros- por supuesto.


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