jueves, 1 de septiembre de 2016

Volar

Tengo días de no escribir.

Han sido muchos los preparativas para el curso que inicio el domingo próximo,  desde mil correos y mensajes respondiendo a estudiantes de muchas latitudes hasta pintar el estudio,  curar mi hombro y cambiar la alimentación,  además de los detalles diarios de una vida en familia.   Viene un grupo muy interesante de 12 países:  muchos nuevos en asana pero ya sabios de por sí.  Me emociona reencontrarlos y conocerlos,  todos unidos por la misma intención del yoga y la consciencia.

En grupos pasados he aprendido que el viaje inicia sereno y luego aceleran los motores.  La práctica que hago tiene la virtud de ir exprimiendo del cuerpo todas las toxinas- y en esto incluyo toxinas psicológicas.

Adónde no hemos perdonado y no nos hemos perdonado. 


Adónde no hemos soltado.  


Adónde hay miedo y dolor aprisionados.


Todo va saliendo con los días,  decantando sin prisas.  En un mes el milagro sucede y puedo asegurarlo porque lo he visto varias veces ya.  He recibido mentes distraídas,  pegadas en el odio, apegadas a sus razones-  seres cerrados de corazón que por tanto no respiran bien,  tienen dolores y a veces enfermedades causadas por ellos mismos...todo se va aflojando.  El cuerpo sano es un requisito ineludible de la felicidad.  Si el cuerpo nos falla,  la mente va atrás,  las emociones se afectan y nos vamos a un hueco.

Un cuerpo sano es el primer requisito para ser felices.

El Yoga tiene la virtud de tomar en cuenta todas las dimensiones del ser humano.  Empieza por la casa:  en una casa sucia y deteriorada no es posible crear un hogar.  Hay que empezar por limpiar las esquinas,  arreglar las ventanas,  abrir las puertas para que entre aire fresco y luego pasar manguera. Un cuerpo sano nos hace sentir vitales,  abiertos y felices.  Un cuerpo que no duele,  que no interfiera. De hecho los cuerpos de los yogis son cuerpos livianos que no se sienten.

Como si uno anduviera en un avión.

El primer obstáculo para la práctica del yoga es la enfermedad.  Hay muchos tipos de enfermedades, no sólo físicas. Hay egos gigantes,  llenos de orgullo y vanidad.  Hay otros pusilánimes,  víctimas de sus propios patrones mentales de auto-compasión y cobardía.  Otros que se esconden tras fachadas hermosas llenas de inseguridades y exigencias.  Todo lo falso se va, todo cae.  Todos los venenos se disipan,  todas las mentiras salen.  Todo lo que hemos intentado guardarnos para nosotros mismos se esfuma y queda nuestra verdadera esencia,  totalmente pura y no contaminada.

Lo único real.

Me siento profundamente honrada de poder ser testigo de cambios profundos en gente que aprecio y respeto.  Ver ojos que se abren y consciencias que se despiertan del egoísmo,  seres que ya no viven por ellos mismos solamente y sus familiares sino por un causa mayor:  la de salvar nuestro planeta, un ser a la vez.  Si el mundo está amenazado por la violencia y el caos cada día,  cada día practicamos.  Cada mañana ponemos nuestro granito de arena para intentar no contribuir al caos general,  sino a la amabilidad,  a la buena voluntad y al amor.

El grupo que viene sembrará aquí en San José y cosechará aquí en Costa Rica y en otros países, como he visto que ha sucedido con muchos que han pasado por este shala.  Sé que ahora hay focos de luz potentes, muchos de ellos han estado en India o están en vísperas de ir a ver a mi maestro.  La energía se expande y con ella la consciencia de más personas que anhelamos un cambio.

Como decía Gandhi:  "Be the change..."

Amo mi trabajo,  es mi pasión y siento que estar a cargo del barco una vez más me está enseñando más que nunca sobre el poder del yoga para aliviarnos la vida.  En la mía propia estoy enfrentando muchos retos a nivel emocional y sé que estoy yo misma a las puertas de una nueva transformación. La oportunidades de liberación nos llegan de las formas más inesperadas y la vida toma nuevas direcciones para más amor....de eso no tengo la menor duda.

A veces son necesarios nuevos desafíos para poder elevar nuestra vibración.  No es sino por contraste que conocemos en esta vida lo que es verdadero y lo que no.

No es teniendo contacto con la mentira que anhelamos intensamente la verdad?


O conociendo la violencia que pedimos a gritos la paz?


Esta vida humana,  plena de paradojas y contrasentidos,  siento que es lo más perfecto que hay- si aprendemos a no identificarnos con el drama de turno.  Cuesta muchísimo pero en esto consiste precisamente la práctica del yoga.

Y también en abrirnos con confianza a ciclos nuevos,  con la esperanza de que hay más,  muchos más como nosotros haciendo lo mismo en muchas partes del mundo.



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