jueves, 21 de julio de 2016

Sostener el dolor

Escribo en una mañana iluminada por el sol,  magnífica mañana en mi amada Costa Rica.  Termino de chatear con un amigo cercano en Nicaragua y coincidimos en que estamos viviendo tiempos muy confusos y  dolorosos a nivel de violencia mundial y caos interno.

Nos cuesta mucho practicar.

Los seres humanos somos seres sensibles y abiertos por naturaleza.  Todo lo que está sucediendo en Medio Oriente nos afecta a quiénes estamos aquí al otro lado,  aunque nos lleguen solamente imágenes por internet y televisión.  Esa energía oscura se expande y amenaza con cubrirnos también. Es por eso que son tiempos difíciles para practicar:  todo tipo de obstáculos mentales,  físicos y emocionales quieren entrometerse y tenemos que hacer un esfuerzo multiplicado por lograrlo.

Me sucede a menudo que esta ola de dolor humano me cubre y siento todo el dolor de tanta gente en mi propio cuerpo.  Una cosa son los dolores normales de un practicante de Ashtanga:  otra el recibir este tipo de impacto.  El impacto no es sólo físico,  aunque el cuerpo siempre nos tiene información fresca.

El impacto también es mental y emocional.

Estar despierto conlleva toda una serie de cambios en nuestra vida.  A veces quisiera dormirme de nuevo y hacerme la vista gorda ante todo este panorama de caos y sufrimiento.  Pero sé que no es posible ya para mí:  aunque intente adormilarme no podría.  Vivir una vida dormido y anestesiado,  "confortably numb" como alguien me dijo una vez, es una opción que ya no tengo.  Veo el mundo y sus ofrecimientos superficiales y todos me parecen patéticos,  sean cosas,  relaciones o entretenimiento,  con contadas excepciones.

Alguien al otro lado del mundo me habla de "sostener el dolor".

Cómo lo hago?  No tengo idea. Intuyo que tiene que ver con estar en esa sensación de "impending doom"  que todos llevamos en lo más profundo del corazón.  La falta de certeza que conlleva estar vivos,  el riesgo innato a amar a otros,  el profundo desaliento cuando alguien actúa desde su oscuridad.  Hoy tengo esa sensación tangible y real de que algo muy triste está sucediendo en nuestro planeta:  líderes absurdos,  guerras y masacres y sobre todo,  un desaliento general.

Observo como ese sentimiento entra en mi mente,  cubre mi corazón y amenaza con cerrarlo.  Qué hago?  Voy al shala,  rezo y lloro al amanecer.  Recibo la gente y por un rato nos abstraemos de toda esa violencia,  entramos en un espacio protegido y salimos renovados y con un poquito más de fuerza. Aquí mientras escribo con la grata compañía de mi número 5,  Gael,  me siento un poquito mejor. Todavía siento ganas espontáneas de llorar después de otra noche en vela.  No es cómodo, pero es real.

Sentir implica sentirlo todo:  lo hermoso y lo espantoso.  Es por eso que amo India porque en ese lugar todo es y nadie trata de acomodar nada,  de hacerlo parece "bonito" y "cómodo" como aquí en Occidente.

La vida es en sí misma una paradoja: el simple hecho de estar vivos implica que tenemos que reconciliarnos con la muerte.  El hecho de amar trae envuelto entre sus plumas la daga,  como decía Khalil Gibrán.  Siempre habrá algo que nos decepcione de esta aventura y sus encuentros,   siempre. La única salida es elevarse por encima del barullo y accesar esa paz de Dios que todos llevamos por dentro.  A pesar del reto que es accesarla en este momento.

Nunca darnos por vencidos.

Aún un resquicio de Luz en medio de todo el dolor y la incertidumbre es suficiente.  Y por supuesto, para mí saber que quiénes leen esto también están en su búsqueda,  con sus baches y hoyos como todos.  Ese ejército silencioso de buscadores de la Verdad,  esos somos los que de alguna manera balanceamos todos los actos de insensatez.  No sintamos que nuestra labor en en vano,  aunque a veces queramos tirarlo todo por la borda.

El amor es nada más y nada menos que sostenerse,  seguir amando y confiando a pesar de los obstáculos, decía la Madre Teresa.  Nada extraordinario,  simple presencia en el dia a día con todos sus bemoles. Yo aquí,  con mi cachorro amado,  sus comentarios y monerías,  observando esta mañana bella,  entre lágrimas comprendo que aunque venga la Apocalipsis-  nunca estamos solos.


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