martes, 26 de julio de 2016

De amores y otras historias

Hoy tuve un realización importante.

Hace más de un mes que tengo un dolor muy fuerte en mi hombro derecho.  Pensé que había sido el trabajo intenso en el intensivo pasado.  O tal vez algún rollo pendiente con el género masculino.  He venido escuchándolo y no lo he forzado por varias semanas.

Me he dedicado a correr,  otra de mis pasiones.

Esta semana,  sin embargo,  comencé a explorarlo.  La práctica modificada tiene la virtud de conectar de nuevo los músculos, tendones y ligamentos que ya conocen su función por años.  Ahora me está doliendo todavía más.  Pero pude hacer una conexión emocional importante.  Todo lo que el cuerpo manifiesta es una muestra de que la procesión va por dentro.

Hace poco más de un mes tuvimos un incidente en la playa.  Escribí una entrada en este blog con lujo de detalles.  Ese día casi pierdo a mis tres bebés:  esos instantes en que uno sabe que la muerte está cerca y no queda otra que luchar y luchar....hasta que sea hora de rendirse.  Pues luché y luché y todavía no sé cómo saqué tres niños del mar y a mi muchacha que no sabe nadar.  No recuerdo nada más que llorar en la playa con una alegría y maravillada de que ese día había de alguna forma sido ayudada por fuerzas invisibles.

No había forma lógica de que pudiera hacer lo que hice.  No había piso.  Mis pies estaban flotando. Habían olas gigantes que arrastraban a los pequeños de la roca en que intenté refugiarlos una y otra vez.  No sé cuánto tiempo luché,  tengo como un blanco mental.  Sólo sé que usé este cuerpo como nunca lo había usado y valió mil veces la pena.

El hombro se ha quejado bastante después del adrenalizo.  Pero hoy comprendí que soy sólo un instrumento y que está bien cómo sea que decidan usarme.  No siento apego a ninguna postura física en estos momentos ni a mi práctica "avanzada".  Conozco yogis que apenas inician sus prácticas físicas y ya son seres íntegros,  honestos y amorosos y que esa es la meta.  Conozco otros cuyos cuerpos acrobáticos cumplen sin corazón con una rutina fría y desamorizada.

QUIERO SER COMO LOS PRIMEROS.

Y si ese soltar implica de paso cuidar a lo que más amo,  proteger con uñas y dientes a quiénes la vida me ha confiado,  lo haría una y mil veces.  El arte del yoga no es visible a los ojos:  es una estado del ser que puede ser alcanzado incluso en los momentos de más dolor y miedo.  Ahí cuando sentimos que todo se hunde,  ahí está precisamente la salvación.

Mi hombro sanará a su tiempo.  Por ahora,  lo trato con amor y mucha gratitud.  Gracias a su fuerza rescaté a mis pequeños de las olas y gracias a su presencia es que hoy puedo escribir estas líneas, abrazar a quiénes amo y tocar el mundo.

Ya no le pido nada,  sólo agradezco que esté.

Igual que agradezco las presencia de mis pequeños y grandes en esta vida. Bendita vida plena repleta de amor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.