domingo, 1 de noviembre de 2015

Día de Muertos

Amanece en DF.

Escucho los cantos de los pajaritos por encima de los techos de Colonia Roma.  Descanso de domingo en un pequeño rincón de esta ciudad:  un lugar lleno de gracia,  detalles  y amor.

Ayer casi me devuelvo a Costa Rica.  La tos de hace un mes empezó a hacer mella y empecé a irme en un hueco sin fondo.  Después de calmarme con ayuda de mis amigos y recibir la visita de un médico amigo,  decidí quedarme.

Algo en la responsabilidad de un maestro que nos impide soltar tan fácil.  

Amanezco y lo primero que hago es buscar una alfombra.  Mi amiga tiene un bello petate cubierto con uno de esos sarapes coloridos mexicanos,  no sé si así se dice.  Hago mi primera serie muy lenta,  la medicina indicada para sanarme y que mi cuerpo reconoce con gozo,  a pesar de la incomodidad respiratoria.  Voy con consciencia y sin prisas,  conectada con todos en el shala aunque no esté hoy fisicamente.

Día de Muertos en DF:  de inmediato siento a Guruji cerca.  De todos mis muertos y con mi abuelita materna,  este es el que más extraño de todos.

Después de practicar mi mente está serena.  El cuerpo no muy bien todavía.

"Necesitas descansar"- me dice Alejandro, mi médico,  después que le cuento de los últimos dos meses,  fascinantes y agotadores que he tenido entre intensivos en Costa Rica, Nicaragua y ahora México.  Pronto Argentina.

"Es tal la pasión que siento por lo que hago"-  le digo,  "que no me siento nunca cansada". 

Obviamente,  mi cuerpo no opina lo mismo.  Me receta un sin fin de medicinas y me exige un día en cama.

Accedo a darme un día de descanso total en casa.   A regañadientes tengo que decir.  Hoy empezaba mi trabajo a las 9 am.   Diana y Clo preparan un altar en el shala para celebrar este Día de fiesta tan importante:  dulces, velas,  calaveras y flores adornan la foto de Guruji.  Veo todo por whatsapp.

Me encanta.  Me encanta celebrar la Muerte con la Vida.   Quisiera que mi cuerpo pudiera seguir al pie de la letra el ritmo de mi alma.  Pero sé que le debo paciencia.  Así que hoy descanso.  Mientras releo en español una hermosa novela de Jhumpa Lahiri,  mi escritora india preferida que me encuentro por acá, comprendo que todo lo que sucede es lo mejor que podría suceder.  El cariño de mis amigos en medio de todo esto,  sus cuidados y amor me hacen sentir bien aún a pesar del malestar físico y del estar lejos de casa.

Y sueño con estar bien para ver pronto a la Catrina,  comerme la torta de muertos y celebrar en el shala con el Vande Gurunam.  Sin olvidarme  que hoy la Vida me presta un día nuevo para vivirlo y que puedo,  con alegría,  celebrar a todos los Muertos,  pequeños y grandes.  Presencias perennes amorosas que nos rodean a todos y nos confortan en el ir y venir de estas vidas inciertas.

Pero que a pesar de la incertidumbre son bellas más allá de cualquier cosa.




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