lunes, 16 de noviembre de 2015

Entrada 500: de la violencia a la paz

Empecé a escribir este blog hace unos tres años en medio de una de esas tormentas tan predecibles que implica estar vivos.

Fue un momento lleno de potencial (ahora que lo veo para atrás).  Me encontré en una situación que me pidió todo...literalmente todo.

Me pidió que cuestionara mi vida por completo.  Que pusiera los puntos sobre las íes sobre mis pensamientos,  mis sentimientos,  mis sueños y mis proyectos personales.  Que realmente sintiera adónde estaba mi corazón y fuera valiente. 

En extremo valiente y determinada.

Darle espacio a esa voz interna que nos pide salirnos de lo "correcto"  da mucho miedo.  Lo "correcto"  ha sido inventado por gente invisible.  Se trata generalmente de voces dentro de nuestra cabeza que hemos masticado desde pequeños.  Nos han manipulado a niveles extraordinarios,  al igual que a todas las generaciones que nos precedieron. 

Despertar a este condicionamiento puede ser extremadamente doloroso.  Lo fue para mí.  En mi caso particular implicó echar por la borda muchas expectativas ajenas sobre quién era yo,  cómo tenía que comportarme y relacionarme y con quién. 

A quién podía amar y a quién definitivamente no.  

Asomarme a la posibilidad de una escogencia personal fue como asomarme a un abismo.  Me cayeron encima gente que consideraba amiga y familia- hasta que rompí,  con lágrimas y  mucho dolor,  con cada uno de sus conceptos.  Fui mordida en el alma por amistades que no eran tales y sufrí en carne propia lo que probablemente las brujas de hace años sintieron al ser quemadas vivas.

Pero sobreviví.  
Y lo mejor de todo:  perdoné.

Empecé a escribir porque necesitaba vaciarme.  A lo largo de estos tres años he aprendido tanto sobre el bendito condicionamiento y de cómo el arte que practico termina desmoronándolo desde la raíz.

Mi vida falsa se me cayó en mil pedazos.  Ideas respecto a mí misma y cómo tenía que ser,  verme, amar,  amamantar,  dar a luz,  criar hijos,  desempeñar mi quehacer e incluso rezar se fueron por la borda.  Quedé en cero.  Y ese cero se sintió durante mucho tiempo ajeno,  extraño,  desconocido.

Hoy,  tres años y pico después,  quinientas entradas en este blog después,  un anillo de matrimonio en el mar,  un corazón deshecho y vuelto a reconstruir,  escribo con la alegría y decisión de una nueva Mariela.  Yo misma no me reconozco.  Nunca creí tener el potencial de hacer lo que hago hoy:  no sólo en mis viajes y grupos por el mundo,  sino en mi práctica diaria de yoga.  No el asana diaria,  no.  De eso hay tanto y los del Cirque du Soleil nos superan a todos.  Me refiero a mi percepción de la vida:  hoy por hoy sé que me siento en paz.  La paz es una promesa de mi disciplina y hace tres años dudé seriamente que lo fuera.  Ahogada por apegos sentí que me despellejaban viva gente que amé y que duramente me dio la espalda.  Pero dieron la espalda a un ser que nunca fue-  hoy sé que la Mariela de hace tres años renqueaba diariamente en un esfuerzo titánico por ser alguien que no era en verdad. 

Por agradar en vez de vibrar.  Por cuadrar en vez de descollar.

Me identifico totalmente con Jaz y con Laura,  esas chicas que le apostaron al Amor más puro y tuvieron los ovarios de ser quiénes son y honrar su camino, por difícil y empinado que sea.   Mi tema es distinto pero el corazón el mismo.  La vida es muy corta para vivirla al son de voces ajenas.  Hay que tener la fuerza de ser uno mismo con todo.  Porque en cualquier momento la vida nos sorprende con una bomba- como lo hizo en mi vida. 

O el avión se cae... o hay disparos anónimos en un concierto.   O el carro se estrella.  
No hay donde esconderse.

Sé que mientras tenga vida la usaré para decirle a quiénes quieran escuchar que no hay tiempo que perder.  Estamos aquí sin ninguna garantía y la vida mejor vivida es aquella que es consecuente con nuestro corazón.  No hay más excusas,  más miedos.  O te lanzás o te refugiás y negás.  Y para dar este tipo de salto cuántico del "deber ser"  al "YO SOY"  se ocupa buena estrella y la guía de alguien al quién le importemos lo suficiente como para decirnos nuestras verdades.

He tenido la guía de seres extraordinarios que ya saben distinguir entre lo falso y lo verdadero.  Será por osmosis pero algo he comprendido en los últimos quince años de trabajo interno.  El camino sólo empieza y me considero una principante en todo sentido.  Pero sé que hoy por hoy mi vida es más honesta.  Más simple,  menos barullo.  Pero la compañia que tengo cerca es gente de corazón generoso.  Gente que anhela como yo la Verdad.  Somos la compañía de aquellos que más frecuentamos:  antes se me acercaban muchos curiosos.   Será que yo misma no tenía mi energía bien puesta. 

Hoy en un instante puedo sentir si alguien es bien o es mal. 

Y dentro de esta seguridad de saberme una pieza,  de sentir cada paso que doy como mío,  de escucharme con sinceridad y poner límites claros a aquellos que insisten en juzgarme y criticarme-  y siempre intentando compasión:   observo.  Observo como la vida fluye sin miedo,  sin anticipación ni rencores.  Observo que soy un libro abierto y que ella se encarga de escribir cada página con maestría.   Me siento un instrumento dócil del Shakti que insiste en ponerme en compañías maravillosas,  no sólo en mi país sino más allá de mis fronteras. 

Y comprendo que todo lo que viví hasta ahora era sólo la forma perfecta en que Dios me ayudó a materializar mis debilidades.   Mostrándomelas con perfección en el espejo de mis compañías pasadas,  relaciones pasadas,  vidas pasadas.    Mostrándomelas crudamente para que pudiera dejar de escogerlas. Estoy hecha de este material terrestre,  barro y agua,   plantas y cielo que somos todos.   Con un alma que anhela,  con un espíritu indomable, con una fe inquebrantable en esta vida porque sí. 

A todos nos conmueve la violencia que se vive en este momento en el mundo.  Nos preguntamos cómo podemos contribuir. 

Qué tal empezando por la paz en nuestras mentes,  en nuestros corazones?  Qué tal dejando de lado cualquier separación con otro ser- que no existe de todas formas?  Qué tal siendo tan nosotros o nosotras que no tengamos que sentirnos inseguros ante nada ni nadie?  Qué tal amando con todas nuestras fuerzas y dando hasta vaciarnos?

Yo sé que es posible.  Lo he vivido en carne propia.
Y el que no lo crea que me siga...y le prometo mostrarle humildemente cómo se hace.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.