miércoles, 4 de noviembre de 2015

Amigos del alma

Recibo un mensaje de un amigo en Costa Rica.  Alguien a quién aprecio muchísimo desde hace más de diez años.  Dicen que el primer requisito para el amor es la amistad:  esa amistad que nos permite ser nosotros mismos,  perdonarnos nuestros errores mutuos y apoyarnos en el camino con todos sus bemoles.

Mi amigo es alguien así para mí.  Es un alma vieja.  Tuvo la gran dicha de poner un pie en India a muy temprana edad y es alguien que es muy sabio a pesar de sus pocos años.  Tiene el don de la sabiduría y es alguien de pocas palabras.  Pero sé que nunca me va a decir una mentira,  tampoco se va a andar por las ramas.  Cuando le pido consejo es muy directo,  a veces un poco crudo.  Pero aprecio su honestidad como el oro puro.

Rodearnos de gente así nos ayuda a despertar.  He podido compartir con él procesos espirituales muy fuertes que han roto año tras año tanto condicionamiento.  Me he sentido acompañada en momentos de crisis,   en los ups and downs de la vida y espero haber podido hacer un poco lo mismo por él.  Sé que estamos todos a merced de algo que no entendemos muy bien-  llámese el samsara hala hala.  A veces nos sentimos cómodos en él,  a veces nos trata bien.  Otras nos da una bofetada en la cara que arde, especialmente cuando creemos que hay algo seguro.  En todos estos cambios constantes que implica intentar vivir la vida despiertos,  las amistades reales e incondicionales son indispensables. Especialmente si estamos en la búsqueda,  no necesitamos gente que nos cuente historias o que nos meta en sus dramas:  ocupamos seres que nos alienten,  nos motiven con sus ejemplos de vida y nos tiendan la mano cuando mordemos el polvo.

Que no nos suelten la mano.

Siento un gran cariño por este ser que siento regresó a mi vida de otras.  Probablemente fuimos amigos en India en algún lugar de los Himalayas.  Es alguien de una profundidad rara,  un ser servicial y muy fuerte.  Tiene el don del sexto sentido y sus palabras me han guiado en momentos de duda-  aunque creo que nunca se lo he dicho.  Pero sí sé que es una presencia genuina y desde este DF frío y lluvioso es hasta hoy que me estoy dando cuenta.

A veces es necesario alejarse para tomar perspectiva.
Y se siente tan bien ese reconocimiento en el otro.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.