sábado, 23 de abril de 2016

La verdadera Demo

Hoy es sábado, día de descanso.

Los ashtangis tenemos varios rituales para estos días,  pero básicamente descansamos.  Recuperamos fuerzas para la semana que viene y nos dedicamos a decantar todo lo sucedido en la pasada.

Hacer esta práctica requiere de dosis inmensas de humildad y paciencia.  A mí me las ha pedido a través de muchas pruebas. Al inicio de mi práctica,  mi cuerpo era muy flexible pero mi mente muy distraída: mis guías me ayudaron a encontrar sincronicidad entre mi energía física y mental.  Había una escisión,  un divorcio interno de muchas vidas pasadas que no había podido reconciliar.  Mi cuerpo era un instrumento inerte en esa época solamente y lo usaba y abusaba sin piedad.

Cultivar una relación de respeto y amor por esta encarnación no fue fácil para mí.  Primero que todo desde pequeña me dí cuenta que estaba atrapada en este plano,  lo vi claramente y en ese entonces no tenía guía,  más bien tenía todos los obstáculos posibles ahí en mi propia casa.

Me dije:  "estoy frita".

Luchaba contra la realidad de estar encerrada en este cuerpo.  Lo juzgaba duramente,  lo maltrataba psicológicamente.  Le exigía y demandaba y aprendí de mi propia madre a evaluarlo en función de las opiniones ajenas.  Es por eso que mi práctica me devolvió el deseo y gratitud por  este traje espacial mientras dure este viaje terrenal.

Aprendí a escucharlo y a través suyo,  a escucharme.

Hoy en la tarde hago una Demo.  Krishnamacharya,  mi maestros Guruji y su nieto Sharath hicieron muchas durante sus vidas con el afán de pescar estudiantes.  Esta práctica es muy llamativa a nivel visual,  las posturas hermosas metáforas de animales y seres místicos.  También de elementos y objetos inspiradores.  El cuerpo humano se vuelve un instrumento de expresión y conexión con la divinidad:  eso es el yoga y eso es lo que muchos yogis han comprendido antes que yo.

Gracias a ellos es que lo entiendo un poco mejor cada día.

Sin embargo,  hacer una Demo implica un gran riesgo para quien demuestra.  La práctica diaria tiene una evolución,  un tiempo.  Una Demo es intensamente rápida y todo se desarrolla muy rápido.  Más allá de las posturas físicas estamos mostrando como la energía del Prana nos mueve.  Conocemos la secuencia pero el volumen sube.  Y el único respaldo que sé que tengo en esos momentos de soledad intensa son mis maestros.

La devoción es en mi práctica lo más importante de todo.

Mucha gente hace estas secuencias en el mundo sin honrar la fuente.  No honran el método ni a sus creadores.  Lo enseñan incluso cambiándolo.  Lo  enseñan sin un maestro atrás hacia quién sientan esa devoción tan necesaria en el mat y en la vida.  Todos amamos algo y es sagrado para nosotros.  Y esa es la motivación diaria para abrir nuestra alfombra:  ser mejores seres humanos para compartir algo de valor con quienes nos importan- que por cierto debería ser cada ser que siente que encontramos en nuestro camino.

Cuando no hay devoción en el asana,  está vacía de alma.  Tengo muchos estudiantes que han pasado por mis manos sordos como tapias.  Creen que lograr la postura es el éxito,  que practicar con lucha y dolor la culminación.  No es así.  La devoción nos relaja y pone receptivos y así es  el Prana puede fluir mejor en nuestros huesos y músculos.  Una mente abierta a escuchar permite que las cosas sucedan,  entre ellas posturas difíciles pero ante todo,  los designios de Dios para nuestras vidas.  He ahí la señal de que el yoga nos ha tocado.

Quienes sufren,  sufren porque todavía no han encontrado aceptación de lo que es.  Todo sufrimiento viene de querer que las cosas sean distintas a lo que son.  Ayer alguien me decía que yo tenía muy "buena estrella".  No sé,  lo que sí sé es que mi vida ha cambiado,  mejorado y que después de todos esos años de dudas y miedos por fin estoy experimentando lo que es fluir con lo que la vida me trae.

Ya no juzgo tanto ni me juzgo tanto.
Acepto.  Agradezco.  Comparto.

Intento ser la mejor versión de mí misma por hoy.

Si hay algo que cambiar,  lo cambio.  Si hay un límite que poner lo pongo.  Sin dramas, en un intento de claridad y consciencia.  Pero no alimento situaciones que me hagan sentir mal.  Todo lo que tengo en mi plato en este momento es porque lo he escogido y lo que no,  porque no era parte de mi paisaje. Incluso situaciones difíciles como estos últimos tres días aquí en Panamá.  Mi cachorro tuvo un accidente y he pasado momentos de mucha angustia. Pero igual he encontrado amigos incondicionales,  lo he sentido a él muy presente en su predicamento y hemos logrado una conexión más íntima incluso a través del dolor físico.

Hoy desayunábamos juntos y me decía que ya mañana nos vamos.  Sé que no se quiere ir.  Me decía que quería ir conmigo a Los Angeles a ver a mi maestro ahora en mayo y luego asistirme en junio en Costa Rica.  Que también vayamos a Perú que nos invitó y que sí,  que India lo llama.

Todo es perfecto como es.  He ahí la gran enseñanza del yoga.  Y si algo no hace "click",  tenemos el derecho y el deber con nosotros mismos de hacer los cambios necesarios.  De soltar ideas y conceptos de cómo somos y de qué tenemos que hacer con nuestras vidas.  Decirle sí a las oportunidades que el Universo nos regala y recibirlas con los brazos abiertos confiados en que si aparecen,  es por algo.

Confío que cada persona y experiencia que llega a mi mundo es un indicador fidedigno de mi propia vibración.  Incluso aquellos que me hieren y traicionan me indican zonas en mí misma donde necesito abrirme y soltar.  Pero sé que la guía de los maestros espirituales es valiosa y necesaria para poder comprender una vida,  para realmente realizar quién somos y qué hacemos aquí.  Sin ella, estamos perdidos en la jungla de nuestros juicios,  pensamientos erróneos y percepciones falsas.

Así que la Demo verdadera no es esta tarde en mi alfombra.

La Demo la tuve ya big time con el accidente de mi adorado hijo.  Ahí sentí la angustia,  el dolor,  el apego y el miedo.  Ahí recé con todo mi ser y entregué a quién más amo en esta tierra a la energía más grande.  La Demo es saber que no controlo nada y que el Shakti sabe exactamente qué necesito en mi experiencia para crecer.

Partimos de Panamá más unidos, más conectados entre nosotros mismos y con los hermosos seres que hemos tenido el gusto de conocer.  Partimos anticipando nuevos viajes,  montañas por escalar y la apertura del mundo entero.

Y si mis maestros han podido transmitir e inspirar también a varios de mis polluelos,  además de muchas hermosas almas que realmente escuchan,  mi labor está más que cumplida.

El Parampara es en verdad una transmisión del AMOR.








  

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