jueves, 21 de abril de 2016

El camino menos transitado

Hoy es día de luna.  Los ashtangis descansamos.  Bueno, yo no he dormido mucho.  La Sétima serie es la más dura e intensa de todas.

Estar presentes para los que amamos implica una confianza total en la energía más grande.  No hay otra forma de hacerlo.  Sabemos todos de la incertidumbre vital y del continuo riesgo que es estar vivos.  De esta misma fragilidad es que aprecio tanto a mis seres queridos,  amigos y maestros y todos los que topo en mi camino.

Anoche tuve una conversación profunda con alguien.  No es fácil encontrar seres despiertos.  Esos que están,  igual que uno,  apostándole a una forma alternativa de vida lejos de los lugares comunes y de las aspiraciones pedestres.  Hablar con un ser así de alerta es tan fácil:  nos comunicamos sin juegos ni máscaras y esa apertura la agradecí con el fondo de la luna llena y como corolario de los días de tanto trabajo y éxtasis que llevamos en el Intensivo aquí en Panamá.

Al regresar al hotel me dí cuenta de que no controlo nada.

La luna todo lo magnifica y por tanto hoy está magnificando mis sentimientos de apego pero también los amorosos.  Me siento tan plena y convencida de cada paso que doy, aunque sienta que a veces no tengo piso.  Esa es la realidad:  no hay piso para ninguno de nosotros aquí en este mundo.   Podemos aspirar a una vida segura,  plena de stuff o podemos lanzarnos al camino menos transitado.  A todos se nos da la oportunidad cada día de escoger:  la ruta fácil o el sendero desierto.

Los que ya escogimos hace tiempo,  tipo Neo con Morpheus,  sabemos que es un camino solitario. Mi amigo me preguntaba anoche como me siento en Costa Rica:  la verdad es que la mayoría del tiempo me siento bastante sola,  en San josé o en cualquier parte del mundo.  Me decía que las cumbres son solas,  porque es un escalador de montañas como mi hijo.   No sé.  Sólo sé que mi intención es estar disponible y abierta a cualquier caminante que como yo haya decidido ir hacia adentro y se haya prometido buscar las respuestas donde corresponde.

Que esté dispuesto a escucharse y tenga las agallas para ser consecuente.

El otro sendero, el más transitado,  es ya bastante conocido y predecible para muchos de nosotros. Consiste básicamente en competir con el tumulto e intentar sacar la cabeza para respirar e inmediatamente ser halado de vuelta al caos de una turba que no sabe hacia adónde va.  Sabe cuáles son sus necesidades apremiantes a nivel material,  cuáles sus indulgencias.  Pero va adonde los demás deciden,  a veces sin siquiera preguntarse por qué.

La y griega la pasé hace tiempo.  Algunas veces me he preguntado si fue inteligente.  El camino se ha tornado oscuro muchas veces y agreste.  Pero la crisis pasa,  se despejan las dudas.  Igual que en este viaje:  si hubiera escuchado mis dudas me hubiera perdido de un grupo de seres espectaculares. Espectaculares porque son guerreros de esos que uno no topa todos los días.  Valerosos hasta decir basta y con un deseo muy grande por la verdad.

Y ese es el único requisito de un buscador espiritual.

Decanto mi semana,  arreglo mi maleta.  Regresamos el domingo a San José:  mi bebé grande con una herida de guerra de la cual se siente orgulloso.  Yo con mucho más amor del que llegué.  Nos quedan los tres días de cierre,  pero al magia ya sucedió.  El Prana nos escuchó y nos ha estado dando tanto,  sin reservas ni dudas.

El Amor simplemente es y esa es la garantía del camino menos transitado:  estamos siempre protegidos y cuidados,  aunque la soledad sea una compañera fiel que aprendemos a apreciar y a agradecer.

Panamá me abrió la cabeza y me devolvió la fe.
Igual que a mi hijo Ariel en un sentido más literal.  



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