domingo, 17 de abril de 2016

Confianza y fe

Llevamos tres días aquí en Panamá.

Ariel, mi hijo,  está cansado.  Hoy tuvimos una meditación y se quedó profundamente dormido.  Han sido  días muy llenos de  experiencias nuevas,  gente por conocer,  práctica intensa y enseñanza.

Yo misma estoy todavía temblando mientras escribo.  Procesar energías tiene su precio  pero es muy gratificante. En dos días de trabajo hemos visto un cambio radical en nuestros estudiantes.  Algunos llegaron incrédulos, dudosos y con muchos peros mentales.

Hoy ya sus rostros han cambiado...y todavía nos falta una semana.

La energía del Prana,  Shakti,  Amor,  como le quieran llamar,  tiene una inteligencia muy profunda. Sabe exactamente donde cada uno de nosotros tiene que sanar.  Conectarse con ella es una bendición pero no todos lo logran.  Algunas personas lo imaginan o lo imitan.  He aprendido que no todo lo que brilla es oro en el camino espiritual.  Sin embargo,  tengo la gran dicha de tener maestros de los "de a de veras",  de esos raros en estos tiempos de materialismo espiritual.

Así que sé que dondequiera que voy esa energía toma las riendas y yo no tengo que preocuparme de nada.  Sólo tengo que permitir que el milagro suceda de nuevo.

Estos tres días en Panamá han sido providenciales.  El pre- intensivo fue convulso y hasta consideré no venir del todo.  Sin embargo,  confié en que todo iba a suceder- a pesar de los muchos obstáculos que ocurrieron para que no pasara.

Y estoy tan feliz que confié.

Hoy supe que pase lo que pase,  Dios tiene un plan para aquellos que lo buscamos con devoción y fe. Muchos creen que lo encuentran sin siquiera haber rasguñado la superficie de quién son.  Dios no es sólo para los iluminados:  al contrario,  es principalmente para todos aquellos que en algún momento nos hemos sentido desadaptados,  solos,  torpes,  impotentes, abandonados y tristes.  Para los que hemos estado entre la vida y la muerte y contemplando más ésta última opción que la primera.  Para los que ya no creíamos en nada,  para los que sentíamos que la vida era una broma absurda y pesada.

Para los nihilistas,  ateos y desahuciados.

Cuando un alma como la nuestra comprende que hay algo que arrasa con toda esta falsedad, recuperamos la fe.  Fe en ese algo que no puedo explicar con palabras,  que sólo siento dentro de mí. Es difícil de describir y no recuerdo el momento exacto cuando me sucedió:  creo que tuvo que ver con un momento de salto al vacío cuando me dije que no había forma en que pudiera atravesar ese dolor.

Sí, creo que ahí fue porque hoy estoy aquí tan feliz,  tan contenida y agradecida y la única forma en que tal cambio pudo suceder es porque me ayudaron.

ALGO o ALGUIEN me ama muchísimo porque mi vida es hoy una aventura diaria,  emocionante y llena de satisfacciones.  Claro que tiene bemoles como cualquiera:  siempre habrá alguien que sea un aguafiestas,  necio,  incómodo y quejón cerca nuestro.  Pero antes me hacían la vida imposible: hoy no.  Observo e intento tener compasión por esta gente tan pequeña que encuentra algún placer en aprovecharse de otros,  tergiversar los hechos y compartir veneno.  Sé que son seres que me enseñan lo que no quiero ser nunca.   Y también sé que el Prana saca de mi cancha con maestría a aquellos prescindibles y trae a los imprescindibles:  seres humanos que me ayudan a crecer,  a evolucionar y a aprender un poco más cada día sobre la vida,  el dar incondicional y  el amor.

Hoy tuve a un querido estudiante que decidió salirse del Intensivo.  Vino a mí con los ojos llorosos, en un conflicto interno obvio entre seguir su corazón o escuchar voces en que confió en su momento y que hoy se han vuelto una perorata incoherente en su mente.  Me compartió que estaba escindido, que quería estudiar conmigo pero que su mente no lo dejaba en paz.  Le dije con cariño que siempre tendría las puertas abiertas aquí y en Costa Rica y que se diera tiempo de escucharse.

Partió con una sonrisa y sé que continuará practicando,  esté donde esté.

Gente de este calibre interno y honestidad son los que me mueven a viajar por el mundo,  a seguir estudiando,  a buscar la compañía de gente de alta vibración  y olvidarme de gente pequeña de corazones estrechos,  llenos de miedos e inseguridades y que tristemente defienden al samsara hala hala con sus acciones,  aunque sus palabras sean floridas y decoradas.  Es una ironía que aquellas almas que han buscado con seriedad de pronto sean presas de lo que supuestamente odiaban,  pero así de malvada e insidiosa es la oscuridad.

Transitar por esta vida sin la protección de un maestro verdadero es una ruleta rusa.  Muchos creen que su maestro los protege cuando más bien los hunde.  A todos nos llegará la hora de despertar,  sea en esta vida o en las próximas.  Lo importante es que seamos irreductibles ante la amenaza de presencias anacrónicas y desconectadas y que confiemos en que recibiremos las coordenadas de nuestro próximo paso cuando estemos listos.

No antes.
Y mientras tanto,  practicamos. 
Practicamos con dedicación,  devoción,  ininterrumpidamente y de la mano de gente seria.

Confío en que tengo en mi clase a la gente perfecta para mí.  Me siento muy privilegiada de poder trabajar con gente tan comprometida.  Adondequiera que voy aparecen más como ellos y siento que ya no puedo calificarlo de casualidad.

Aunque sí de  milagro ante el cual me sigo sorprendiendo cada día y que nunca tomaré por sentado.
Almas así de bellas,  generosas y conectadas son bendiciones bajadas del cielo.




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