miércoles, 7 de octubre de 2015

India y los apegos

Aplicar a mi escuela en India es en estos momentos una ruleta rusa.

Algunos de nosotros hemos ido por allá muchas veces,  sin embargo,  ahora nadie tiene seguridad de nada.

Así que desde el primero de octubre mi día básicamente consiste en chequear mi correo a ver si llegó la confirmación.  Observo como mi mente está enganchada, aferrada a un resultado:  quiero ir a ver a mi maestro.  Quiero ver a mis amigos,  India es mi segundo hogar.

Después de doce viajes veo también  que la oportunidad de ejercitar mi músculo interno de desapego:  está en acción?  Intento contemplar otras posibilidades más allá de la que creo que es para mí.

Nos pasa a todos que creemos que un resultado X es exactamente lo que necesitamos.  Qué pasa si la vida escoge distinto?  Desde ahora me estoy preparando a no ir.  Sé que mi situación personal con niños implica que no veré a mi maestro en mucho tiempo porque no puedo viajar en otras fechas. Pero también sé que la conexión con el maestro está más allá de la presencia física y que siempre están conmigo adondequiera que voy.

Mi mente se pone negativa,  entra en discursos de desazón:

Pero por qué no puedo ir en otra fecha?

Por qué no puedo quedarme tres meses como la mayoría de mis amigos?

Por qué...
Por que...
por que.
por...

Y la observo con curiosidad para sacarla del carril de la negatividad y la víctima.  Pobrecita yo.

Me río...
En serio,  me da risa ver como mi mente entra en discursos viejos que ya hasta me caen mal.

Y decido pensar en todo lo hermoso que me está sucediendo en mi vida en este momento.  Voy a Nicaragua la próxima semana, un país que ha entrado profundo en mi corazón.  Quince yogis,  tal vez más,  me esperan para una semana de profundización mutua.  Enseñar esto que enseño me lleva a mí de cabeza también.  Enseño también en una ciudad bellísima llamada Granada.  Veré amigos y conoceré más personas hermosas gracias a mi práctica espiritual.

Mi mente puede ser mi mayor aliada o mi peor enemiga.  Pero últimamente nos hemos hecho amigas. Sabe que ya no puede engañarme tan fácilmente:  entiende que ya sé que no puedo saciar mi sed interna de paz con experiencias efímeras.  Sé que India es un lugar interno más que un país,  más que una experiencia exótica.

India de paseo es una cosa:  como camino espiritual con un maestro por años es otra.

India llena de colores,  con olor a incienso,  sangre y boñiga,  India que extraño y anhelo...

Y termino de regreso adónde empecé,  anhelando el regreso.
Me río de nuevo.

Y me entrego a esta tarde lluviosa con mis niños,  al helado de turno,  al avioncito y sus risas.  Me entrego a una noche de música en un teatro que amo con un pianista que admiro,  a la buena compañía,  a una noche perfecta.  Agradezco poder ver,  poder oír y amo ese piano de cola aún antes de escucharlo.

India se me olvida un poquitico... no mucho.

Pero sé que sea la que sea la respuesta el aquí y el ahora no tienen sustitutos.  Sé que sea el que sea mi destino,  puedo escoger siempre estar presente.

YA.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.