miércoles, 14 de octubre de 2015

Belleza incomparable

Tuve un momento de total amor,  puro y profundo esta mañana.
Inesperado como todo momento genuino de conexión con el Amor.

...

Amanece.
Me monto en la moto bajo la lluvia.  La capa,  el casco,  el frío.  Las calles de Managua desiertas a las cinco de la mañana.  Todo en silencio.

El shala nos recibe como cada día: un espacio sagrado que  ya vibra con la intención de muchos,  las fotos de mis maestros hermosas en un altar que hizo una de mis estudiantes acá.  Afuera,  la lluvia arrecia.  Adentro,  un nido cálido y seguro.  Sólo el sonido de nuestras respiraciones.

Empiezo mi serie demandante.  Ayer fue un día bien cansado,  sesión de fotos en la tarde además de mi práctica temprano y las clases.  Caí rendida.  El primer saludo se sintió como ácido.

Ay mi espalda.  Ayy...

No anticipaba lo que venía.

David se movía gentilmente en su mat,  como siempre.  Una mezcla de fuerza contenida con la gracia de una pluma.  Yo batallaba con una espalda baja que hoy se rebeló.

Respirá...sentí...observá...

Flashbacks de rostros en Costa Rica,  el anhelo por los cachetitos de mis niños y su olor en las mañanas.  Nostalgia de abrazos y besos,  miradas y atardeceres compartidos en el bosque.  Imágenes que vienen y van...

Bhairavasana,  Skandasana,  Durvasasana...ouch.

Nunca imaginé que mi corazón explotaría en extasis dentro de pocos minutos.

David terminó su práctica y empezó con el cierre.   Luego siguió mi turno.  Ya había amanecido.  Se escuchaban ruidos afuera:  carros que llegaban, pasos,  voces... Handastand y caída,  matrimonio paradójico de fuerza y flexibilidad.  Respiración agitada,  la mente totalmente metida ya en el asana,   sin resquicios ni resquebrajaduras.  Presente a un cuerpo mucho más liviano y alegre.

David se acerca y me ajusta en Pascimottanasana.  Dos respiraciones y a la tres,  el mundo se detiene: llega el momento de Gracia.  Inocente, sin preámbulos.  Sólo sucede.  Me siento entrar en un espacio donde mi cuerpo está iluminado.  Las lágrimas se asoman,  lágrimas de vidas,  lágrimas de siglos que responden a un deseo gigantesco de ser besada, abrazada y amada perpetuamente por la Energía.

Siento que Dios me besa, me arropa,  mis máscaras y conceptos desmoronados,  mariposas azules en el estómago,  un hueco en el pecho recibiendo,  vacía y llena al mismo tiempo.  Atrás quedan expectativas,  planes,  ideas y deberes ser.  El tiempo se detiene y mi alma se entrega al arrullo apacible e intoxicante de un instante eterno de Luz.

Lloro y lloro,  sigo llorando.  Porque la Gracia viene cuando menos la espero.  Porque Alguien me recuerda que me ama incondicionalmente.  Porque la Luz se asoma cuando la hemos olvidado. Porque es la fe quien mueve las montañas internas que nos opacan el espíritu en esta efímera aventura llamada Vida.

Y yo aquí en mi mat en Nicaragua hoy soy absoluta y totalmente feliz.


Ps.  Salí de mi práctica,  desayuné.  Revisé mi correo y apareció un mensaje de Usha,  la asistente personal de mi maestro en India.  El regalo externo sigue al interno como la sombra al cuerpo:  me aceptaron en enero en mi escuela.  Después de catorce días de incertidumbre,  de zozobra,  de duda y de tensión hoy supe y entendí que cuando algo es para nosotros en esta vida,  es para nosotros.  Nada ni nadie nos lo puede quitar,  nada ni nadie se puede interponer.    Igual,  cuando algo no es para nosotros no hay forma de forzarlo.  El poder del Amor atrae todo aquello que necesitamos y trae a nuestro regazo regalos infinitos de incomparable belleza.

Como esta mañana en mi querida Nicaragua.



Esta foto la tomamos en una casa en Mysore de una querida amiga: Sandhya.  Sandhya es una increíble chef y prepara comida 100% sátvica,  perfecta para nosotros los yogi fans.  Amo esta casa y todos los recuerdos de almuerzos compartidos con amigos cercanos a través de los años.   Nada como la comida preparada con Amor.  Créditos de foto:  Alejandro Ramírez R. Enero 2015.

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