sábado, 4 de abril de 2015

La muerte se suaviza con la vida

Después de varios días sin sentir la necesidad de escribir,  hoy me dieron ganas otra vez.

Escribo sentada en una montaña que amo, lejos del ruido de la ciudad,  en sábado santo.  Escribo en  unión con mujeres de todo el mundo que han venido a Costa Rica a reencontrar algo que habían perdido en el camino.  No sé como describirlo porque yo misma no sabía que lo había perdido hasta que lo encontré.

Dicen que lo que uno busca también lo está buscando a uno.   Sé que el camino ha sido duro y lleno de espinas y he querido tirar la toalla una y mil veces.  El trabajo diario de una yogini-madre-estudiante es privado,  monótono y a veces se siente intrascendente.  Pero de pronto me veo rodeada de gente de una profundidad y seriedad espiritual impresionante, cuyo discurso mental y psíquico tiene una madurez privilegiada.  Entiendo que todo el camino recorrido me ayudó a llegar a este momento vital y comprendo que todo lo que la vida me pidió soltar fue porque necesitaba crear espacio para el ahora.

El día está pleno de sol,  aquí en la montaña la brisa nos acaricia y arrulla.  La luna llena de anoche me habló verdades que hace días no escuchaba:

me habló de instintos perdidos...
de sensibilidad y fuerza unidas.

me habló de valentía a pesar del miedo...
de caminar más descalza.

me habló de muerte y de vida y de un hambre que sentí toda la vida que está finalmente empezando a ser saciada.  

me habló de tocar una puerta que traiga de regreso lo que más amo:  mi conexión profunda con una sabiduría ancestral irrevocable,  absoluta y innegable.  

Las visiones se suceden y se mezclan con los eventos diarios.  Sueños y realidad son una a la luz de la luna.  Esa sustancia primaria que anhela expresarse de mil formas y que finalmente está encontrando su liberación.  Ese pasado camuflado en que me sentía siempre seca,  cansada,  frágil, deprimida,  confundida, amordazada,  asustada y sin inspiración.

sin alma
avergonzada
sin dirección
bloqueada

llena de dudas
desenfocada
inerte
ansiosa

Todos esos ángulos del miedo se sienten con una nube del pasado que ya no tiene fuerza. Ese constante anhelo de agradar sustituido por una seguridad interna en el camino y una transformación de la ambivalencia en medicina.

La muerte era necesaria,  era imperativa para cerrar ciclos.

Y la vida florece frágil y confiada en que la senda es segura.





                                                                 El camino florece.

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