martes, 14 de abril de 2015

Resistencia

Los martes son días intensos en el mundo del yoga.  En Mysore,  nunca recibís una nueva postura ese día.  Aquí en Costa Rica decimos "en martes, no te cases ni te embarques"...

Busco en internet y me dice que los martes son regidos por el planeta Marte.  Parece que es un día en que los ánimos están caldeados y observo como,  efectivamente,  olas amenazan a mi alrededor.

Intento visualizar de dónde viene la resistencia.  No que la sienta en mí misma:  hace mucho ofrecí mi vida para lo que se me necesite y mis maestros me han enseñado a ir más allá de la zona de confort.  Se siente como terreno conocido para mí y quisiera que así fuera para todos los seres humanos.  A  todos se nos enseña a huir de lo "incómodo",  de lo "difícil" y nos convertimos en estas criaturas adictas a parafernalia que nos ayude a olvidar,  aunque sea momentáneamente,  nuestra precaria condición humana.

Recuerdo varios talleres de meditación que hice en California por muchos años.  Salir de un estado de conexión interna a un lugar tan artificial,  donde toda imperfección se tapa de una forma tan ágil que parece que no existe era una experiencia surrealista.  Venía de días de estar en contacto con el miedo, la muerte,  el apego y el dolor,  temas vitales y profundos, rodeada de maestros y gente muy seria y dedicada y me resultaba especialmente chocante.  Del otro lado del espectro,  India y su capacidad de mostrarme por doquier la paradoja de mi propia humanidad:  desde el paisaje más sublime hasta un cadáver en una estación de tren que nadie determina;  desde la gloria de los ojos dulces de un niño hasta una familia que vive en la calle y cuyos bebés defecan frente a mis ojos;  desde lo sublime de un desierto hasta la violencia de ataque de una pandilla a una mujer inocente.

Prefiero mil veces India que California, aunque no puedo negar que es placentero pasar unos días al norte cuando el camino se pone muy intenso. Son como una especie de vacaciones en la "ilusión":  carreteras,  casas y jardines perfectos,  gente linda y feliz por todo lado,  playa,  shopping,  etc., etc...sin embargo,  sé que ya nunca más voy a poder estar satisfecha con ese grado de superficialidad y consumismo.  Sé que el longing que tengo en mi alma desde que recuerdo no se puede llenar con los zapatos más chivas ni con nada que me ofrece el mundo del samsara.

India me ha enseñado a aceptar que la imperfección de la vida es parte de un combo que incluye lo santo,  lo puro y lo bello.  He aprendido a través de mis viajes que los cambios de planes son deseables y que sólo sufro cuando me resisto.  Cuando insisto que lo que yo creo es lo correcto.  Cuando acepto lo desconocido con confianza y gratitud recibo exactamente lo que Dios quiere para mí,  más allá de mi yo pequeñito pero arrogante.  Todos esos recobecos me han traído a este momento y comprendo que ni por un segundo contemplé este desenlace.

La resistencia viene de creer que sabemos.  Cuando estamos en ese lugar de "yo sé" nos perdemos de todo lo que podría ser.  El sauce se mueve con el viento y se adapta,  por eso sobrevive.  El árbol rígido se quiebra.  He visto tantos árboles sacados de raíz de la tierra porque no tuvieron la sabiduría de fluir.

Me tatué hace tiempo el símbolo del agua en mi hueso sacro.  A través de todos mis embarazos pude comprobar que nunca me sentí más feliz que cuando me rendí a la realidad de albergar a un ser dentro de mí por nueve meses.  Resistirse era absurdo,  extrañar lo que se iba también,  entre muchas  cosas mi práctica de asana.  Pero recibir a estas almas y traerlas al mundo ha sido para mí la experiencia más bella en esta humilde humanidad.  Sé que mi cuerpo se ha expandido y contraído siete veces y aún así hoy se siente con más energía que hace veinte años.   Su sabiduría es para mí simplemente mágica.  Sé que la resistencia que sentí en algún momento no tenía nada que ver con la realidad de la experiencia.  Así que aprendí a soltar y confiar en que las cuarenta y pico libras de más que subía cada vez valían la pena.

Hoy mis motivos de vida corren por la casa en medio de risas y sólo puedo agradecer a esa parte dentro mío que superó la resistencia y se entregó a su destino.

Y cada alma tiene un destino.


                                                                              Ya encontraste el tuyo?

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