miércoles, 25 de septiembre de 2013

Hagamos la diferencia

Quienes aspiramos a tener más consciencia en este mundo a veces nos sentimos defraudados y decepcionados por la epidemia de confusión que nos aqueja, por dentro y por fuera.

Hoy tuve un día lleno de retos.  Entre mi PMS,  mi cuerpo que se sentía como cemento mientras practicaba,  el señor de las canoas que hizo un pésimo trabajo y dejó todo patas arriba,  problemas de comunicación con colegas,  falta de claridad en mi mente y una mezcla de cansancio y hartazgo,  exploté.

Mi pobre esposo fue la víctima del ataque,  aunque no tenía nada que ver en el asunto y él mismo anda con sus propias tensiones por una carrera muy demandante que tiene dentro de un mes.  Mi propia humanidad me traicionó.  Se me subieron las hormonas.

Entre este imperfecto mundo material y  una profunda ansia de ver más allá,  me doy cuenta que a pesar de mis intentos de practicar la consciencia 24 horas al día,  todavía me falta mucho.  Humildemente reconozco que la perdí.  Que me sentí por unos instantes genuinamente harta de lidiar con el patrón tico -costarricense de hablar por detrás y no dar la cara al otro.

El señor de las canoas le dijo una cosa a mi marido,  otra a mi muchacha y otra a mí.  Terminó haciendo diametralmente lo opuesto a todo lo que le pedimos.  Dejó un caos en la casa y una estela de vibración negativa.  Una persona muy humilde,  ya ahora más calmada puedo comprender su ignorancia y desorden.  Pero qué decir de otras personas que supuestamente tenemos cierto conocimiento,  que hacemos un esfuerzo genuino por despertarnos e igual,  la "cosa"  nos agarra y nos revuelca?

Mi única respuesta es mi derecho a echarme una buena llorada,  soltar cualquier expectativa y seguir adelante.  Las emociones luchan por volcarme,  pegarme y dejarme morada en el piso.  Me niego a ser su títere.  No me siento nada bien,  pero sé que va a pasar.  Por suerte,  después de disculparme con mi marido por la pataleta,  fuimos a almorzar a un lugar plácido en esta tarde asoleada,  vimos a nuestro enano feliz en el brinca brinca y celebramos sus obras de arte en el kinder.  

Regresé a una casa sin señores de las canoas...ja ja

Y dentro de un rato voy a verme con un amigo a tomar un café.
Además, la noche cierra con mis hijos grandes... tengo muchas ganas de verlos.

Así que tal vez no todo sea tan horrible hoy como amenazaba esta mañana.

Tal vez,  estas fluctuaciones que por un rato se sintieron pesadas y dolorosas,  muten en unas más tranquilas y serenas.

De hecho,  con sólo escribir esto ya me siento mejor.

Hagamos la diferencia,  no importa cuán malo haya sido nuestro día:
Hagamos la diferencia y no nos dejemos revolcar por esas olas que a menudo amenazan con volcarnos.
Hagamos la diferencia y tratemos,  con la motivación del amor,  de no ser la causa de olas de confusión en otros.



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