lunes, 8 de abril de 2013

Indiferencia?

El fin de semana transcurre en un lugar paradisíaco.  Mar,  brisa,  cielo abierto,  lluvia caribeña...tres días en la playa me llevan a otro ritmo.  La ciudad puede ser tan patológica.  Respiro mejor,  puedo ver con  visión más amplia y serena: árboles,  monos,  gente,  sonrisas.  Mis pies en la arena se siente felices y ni qué decir mi cuerpo en el agua transparente de Puerto Viejo.

Sin embargo,  me llevo de San José una pregunta que siempre he tenido:  ante las acciones erróneas de otro ser humano,  la respuesta es la indiferencia o la acción?

Imagino el caso de estar presenciando un ataque en la calle a otra persona.  Lo que la mayoría haríamos es llamar a la policía....mientras tanto,  ya ocurrió el robo,  violación, asesinato...lo que sea.

Quién de nosotros se atrevería a enfrentar al agresor y ayudar a la víctima?
No sé si yo podría.

Para hacerlo, requeriría tres cualidades que no sé si tengo:

1.  Valentía:  necesitaría tener unos ovarios del tamaño de la catedral.

2.  Anhelo por la justicia:  que mi deseo ante la agresión y violación de los derechos más básicos pueda contra mi miedo.

3.  Desapego:  incluso,  a salir yo misma por dentro:  apuñalada,  violada,  de alguna manera herida, al igual que la víctima.

Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Malcom X.
Madre Teresa,  Jesucristo.
Guau.


Ante este panorama,  me doy cuenta de que hacer algo al respecto es muy difícil.  Lo más lógico sería caminar de lado,  tal vez llamar al 911, pero en todo caso, mejor hacerse el loco.  Así no comprometo mi propia integridad.  "De por sí,  a esa persona ni la conozco..."

Ni la conozco?  o pretendo no conocerla a pesar de que está hecha de mi mismo material?

El tema aquí es que darle la espalda al problema me causaría,  al menos a mí,  un profundo dolor.  Ese ser humano que está siendo ultrajado tal vez no sea nadie conocido,  pero podría ser mi hija,  mi amiga o mi maestro.  Si lo contemplo de esa forma,  necesariamente tengo que tomar acción.  Acción con responsabilidad y aceptación de las consecuencias.

Lo más inteligente sería,  lastimosamente, en el caso de la calle,  que todos anduviéramos por lo menos, con un mace en el bolso.  No sólo por protección personal,  sino para ayudar a alguien en necesidad.  Lo del arma paso.  No tengo la fuerza interna para cargar un instrumento de muerte.  Simplemente,  no está en mis genes.

Pero el tema de fondo aquí es que nos importe alguien  tanto o más que nosotros mismos.  Parece un tanto absurdo ya que no los conocemos: no sabemos cómo se llaman,  no sabemos adónde viven,  qué hacen ni cómo sonríen.  Sólo sabemos que nos necesitan.

Y de algo sí estoy segura:  que yo agradecería infinitamente al valiente que venga en mi auxilio o el de cualquier ser que amo en un momento de tal magnitud.  Por eso es que todavía soñamos y creemos en Super Héroes:  esos que sacrifican su propio bienestar para ayudar a otros.

En yoga los llamamos Bodhisattvas.  Son seres tan elevados que vienen al mundo a ver a quién ayudan.  Ya no piensan en sí mismos,  ya han tocado la Verdad.  Y la Verdad los ha inspirado a regresar, a ayudar y a ser carne de cañón si la situación lo amerita.

Cómo estaría el mundo si todos nos abrimos a la posibilidad de ser  Bodhisattvas?


Que muera la indiferencia por el otro.  El "qué salado".  Que todos veamos en el prójimo a un pariente cercano y estemos dispuestos a hacer lo que sea por salvarlos del peligro:  físico, moral,  emocional.

Que nos importe el otro tanto o más que nosotros mismos.

Tal vez algún día,  algún día, tengamos los huevos.

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