domingo, 21 de abril de 2013

Héroes de cada día

Esta semana ha sido muy intensa no sólo internamente sino también a nivel mundial.  Fraude en Venezuela,  bombas en Boston....todo se siente caótico y desordenado,  como si una mano misteriosa tratara de desbaratar las vidas de gente buena y pacífica.

Leo sobre un valiente hombre que en vez de correr lejos de las bombas,  corrió hacia los heridos.  Leo el horror de la pérdida de niños inocentes y la imagen de los terroristas,  muchachos jóvenes con una mirada perdida,  me queda grabada.  Cómo es posible tanta maldad?  Y al mismo tiempo,  cómo reconoceríamos un héroe sino es en medio del caos?

Qué significa ser un héroe?

No es aquel que quiere figurar,  sentar cátedra o ser famoso.

No es tampoco aquel que con su falsa modestia camufla un ego espiritual del tamaño de la catedral.

Ni el egoísta que piensa sólo en su beneficio y en cómo presentar todo de una manera socialmente aceptable para obtener piropos y ovaciones.

Menos aquel narcisista, nihilista y absorto en sí mismo.  Esos son los antihéroes.  No tengo nada que decir en su favor.

No.

Hablo de un héroe de bajo perfil,  héroe de lo cotidiano y la vida diaria.  Este héroe es aquel que tiene la disposición de ir hacia adentro,  de aventurarse en el miedo y siendo totalmente ordinario y lleno de defectos,  ofrecer lo mejor que tiene para empoderarse y ayudar a otros.  En otras palabras:  servir.

Me siento muy afortunada de conocer mucha gente así.  Tengo en mente uno en especial:  hombre de sensibilidad exquisita,  ha tenido que guardar su alma para que no se le diseque en el día a día de un trabajo corporativo que le saca todo su jugo.  A brincos y a saltos,  sabe que necesita recuperarse y poco a poco ha ido retomando el camino perdido.  No ha sido fácil.

Conozco otro muy cercano que ha tenido que posponer su plan de vida para sostener una familia y en medio de las peticiones incansables de unos niños pequeños,  salvaguardar su espíritu,  creer en sí mismo y en que sí se puede- a pesar de los obstáculos.

Esta gente me inspira.  Y pensando en ellos,  me remonto unos cuantos miles de años a una de las novelas épicas indias más famosas,  el Ramayana.  Historia de príncipes,  princesas,  demonios y super héroes.  Historia de amores,  desventuras,  dramas del corazón, guerras y treguas.

Aparece Bhima,  el segundo de los Pandavas,  hermano de Arjuna, hijo de Kunti.  Gigante gentil y amable,  peludo y amoroso. Nunca pierde su conexión con Dios y siempre es honesto consigo mismo.  Bhima es el poder de la autenticidad absoluta,  un niño grande sensible y transparente,  lleno de amor a raudales.

Bhima está listo a defender a sus hermanos y a su familia pase lo que pase.  No le tiene miedo a nada, sin embargo,  su bondad es infinita.

El otro es Hanuman,  hijo del Aire.  El Yogi,  el amor incondicional en forma de super héroe.  Hanuman moriría mil veces por su Amo,  Ram.  No pone excusas,  hace lo que sea necesario en el momento justo.  Está dispuesto a todo.  No se esconde ni amedrenta.

Ambos son la energía más poderosa,  sin embargo, no dejan rastro.  Pueden tomar cualquier forma, pero deciden adaptarse a las circunstancias para servir mejor.  Poseen todas las cualidades y súper-poderes,  pero sólo los usan si es estrictamente necesario y si alguien se los recuerda.   No hacen alarde de sus capacidades,  no pretenden otra cosa que no sea dar.

Bhima y Hanuman.

Mis dos héroes personales.

Cuatro héroes que comprenden que el Yoga es observar qué se necesita de nosotros en cada momento,  que el ser más poderoso es aquel que sirve a los demás y sirve a la energía más grande.

Cuatro héroes que actúan desde el Amor en vez del miedo.  Fuerza en el cuerpo, claridad en la mente y suavidad en el corazón.



Héroes que dan el primer paso y corren en dirección a las bombas,   no huyen de ellas.

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