domingo, 25 de marzo de 2012

Dukkha





Inicio mi día con la Primera Serie.   Mientras practico,  dos amigos entran en el cuarto:  una arañita y una hormiga.  Las veo dar vueltas alrededor de mi alfombra y me doy cuenta de que algo ha en mí ha cambiado por dentro.  En otro momento de mi vida, las hubiera estripado sin piedad.  Hoy hasta les hablé!


"Yoga and other spiritual practices — like life in general — can draw forth from within us various and sometimes seemingly contradictory inner states, emotions, sentiments and mental dispositions known collectively in Sanskrt as bhavas. Intentional, heart-centered spiritual practices can help us refine these different bhavas, returning us eventually to the immersion into a single mahabhava, the “great bhava” underneath all of them." 


Estas palabras de Bill Mahony me devuelven la fe de que no me estoy volviendo loca.  Ayer sentía que mi corazón explotaba de dolor.  Hay detonantes externos,  sin embargo,  creo que el trasfondo del asunto es de más adentro.  Estos estados emocionales contradictorios me persiguen.  Cómo quisiera un día de descanso!  Pero cuando viene uno de esos en que uno se siente abierto,  relajado, en paz...guau! no lo cambiaría por nada.


La práctica constante e ininterrumpida por un largo período de tiempo comienza a dar sus frutos.  Hoy leo sobre una fruta que hay en Leh,  en la provincia de Kashmir en India.  Parece que toda la gente que la come,  se deja de enfermar.  Es una planta que crece a pesar de la altitud,  el viento y el frío.  Tiene que extraer todos los nutrientes de la tierra para poder sobrevivir y por eso, está llena de sustancias beneficiosas en grandes cantidades.  También crece en otras partes del mundo, pero sólo ahí en medio de los Himalayas es que sus cualidades se potencian.


Ser ser humano en estos tiempos nos pide que crezcamos en medio de espinas y clima árido.  El constante bombardeo energético es para volver loco a cualquiera.  Las demandas de vivir en la ciudad nos crean necesidades innecesarias.  Pero creamos fuerza en medio del caos si vivimos con los ojos abiertos.


Aquí en Osa todo es abierto,  respira.  Las flores de los árboles Corteza Amarilla llenan el camino de pétalos mientras corro.  Las chicharras cantan fuertes y seguras,  el mar apacible refleja un cachito de luna y la primera estrella de la noche. Cuántas noches nos acostamos en la ciudad sin ver las estrellas?  a veces,  ya en mi cama,  anhelo esa vista del cielo oscuro e intenso que se esconde ante tanta iluminación artificial.


El dukkha le llamamos en yoga al sufrimiento de buscar llenar ese vacío interno con cosas externas.  Irremediablemente  llegamos al punto de que estamos hartos. No es la relación,  no es la carrera,  no es el éxito material ni el status social. Qué es? qué puede colmar nuestro vacío existencial sino algo inmaterial?  adónde está?  cómo se come?


todas estas preguntas en el aire...mi amigo Adonay,  colega abogado y compañero de camino en esto del mundo espiritual,  dejó hoy su cuerpo físico.  Imagino que ya tendrá las respuestas.  Lo recuerdo con un corazón lleno de amor por los demás,  dispuesto a darlo todo para que otro encontrara el origen de su dolor y pudiera sobrepasarlo. Incluso en la Facultad de Derecho,  hacía meditaciones con sus estudiantes!


ejemplos como el de Adonay me recuerdan que somos muchos los que buscamos de corazón una respuesta.  Así como hay tanta gente que ni siquiera contempla estos interrogantes,  somos cada vez más quiénes nos preguntamos sobre el Dharma y el Karma.  Hoy, mientras me hacían la gira en la propiedad en que estoy trabajando aquí en Osa,  el manager de proyecto, un tico muy buena gente, me salió de pronto con estas dos palabras en sánscrito.  Fue una agradable sorpresa en la conversación:  en los lugares más recónditos,  ahí estamos.  Buscamos un sentido más profundo a nuestra vida,  una oportunidad de conexión con algo más grande.  Reconocemos a los de nuestra misma especie y sabemos que todos llevamos esa inquietud por dentro.  Los que ya la hicimos consciente,   agradecemos tener los ojos abiertos y ya no buscar más en lugares equivocados.  Pero sabemos que todos eventualmente llegaremos a ese punto,  al momento de la verdad.


Gracias a Marco,  el manager,  por hablarme de Karma y Dharma.  Gracias a la luna y las estrellas y a los árboles de flores amarillas.  Gracias a la hormiguita y la araña, compañeras de mi práctica esta mañana.  Y a todos mis amigos que saben de qué les estoy hablando.



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