miércoles, 18 de mayo de 2016

Nuestro Roble

Hoy hace siete años mi maestro Sri K. Pattabhi Jois dejó su cuerpo físico. Hoy hace siete años fue un día muy triste para todo el mundo del Ashtanga y del yoga en el mundo.

Su muerte movilizó muchos corazones.  Guruji enseñó por casi 70 años sin tregua.  Cantaba el vinyasa en sueños y su esposa bromeaba al respecto.  Fue un león,  un tigre, un elefante lleno de fuerza y vitalidad y un deseo genuino por la expansión del yoga en Occidente.

Lo conocí cuando ya tenía 85 años.  Su presencia era imponente,  su carisma sin igual.  Estuve con él en California varias veces y cuando comencé a ir a Mysore en el 2003 todavía enseñaba.  Llegué al shala en India totalmente perdida,  toqué su puerta y él,  con el mismo cariño y humildad que exudó toda su vida,  me abrió y me invitó a subir a su casa.  Arriba,  conocí a Saraswati y a sus nietos,  los hijos de Sharmila, mientras la familia seguía sus rutinas:  tender la ropa,  cuidar los niños,  hacer el chai.  Mi primera impresión de Guruji fue de un abuelo amoroso,  totalmente a gusto con su vida. Una gratitud y aceptación completas era lo que expresaba su sonrisa.

Ninguna preocupación, ninguna ansiedad.

Es hasta hoy,  muchos años después de ese encuentro y recordando todos los que vendrían,  es hasta hoy que puedo apreciar la mano de mi maestro en mi vida.  Su lema era "Pray to God",  "Why fear?" y "All is coming".   Koans concisos llenos de sabiduría,  píldoras de luz que nos decía mientras nos quebraba literalmente la espalda.  Sus manos tocaban con una seguridad infinita,  como si el Prana mismo hubiera tenido cuerpo.  Su amabilidad y alegría por ver tanta gente practicando eran contagiosas,  tanto que nos pasó a muchos el gusanito de su deseo inmenso por la verdad.

Mi vida ha sido bendecida más allá de cualquier idea que yo me hubiese podido imaginar.  Empecé esto del yoga con poco entusiasmo.  Me gustaba mucho la adrenalina y creía  que era algo aburrido y lento.  El Ashtanga rompió todos mis conceptos y los viajes a India todavía más.  Cada peregrinaje ha sido valioso,  cada soltar para ir a los pies de mis maestros un regalo con sacrificios muy grandes pero cada paso me ha traído a hoy,  este día,  aquí,  ahora.  Guruji amaba a su maestro sobre todas las cosas:  sus ojos se iluminaban al hablar de Krishnamacharya.  En esa época yo todavía andaba distraída,  no le había dado mi sí total a su presencia y método.  Seguía con backdoors y un poco dudosa de entregarme a algo tan exótico y lejano como una escuela en medio sur de la India.  Mis niños eran mi mayor preocupación:  cada viaje,  cada separación.  Pero ahora que Ariel está practicando,  que Hernán y Adriana han estado allá también,  hoy que Gabriel me pide de regalo de graduación un viaje a Mysore y que toda la familia sé que desea conocer ese país desencajado y perfecto en su caos,  hoy me doy cuenta que la mano de Guruji me ha traído lo que más deseaba en esta vida:  no sólo mi propio despertar sino el despertar de aquellos que amo.

Y esto incluye mucha gente en el mundo que he tenido el privilegio de conocer gracias a este yoga exigente,  difícil y sublime.

Ayer chateaba con un amigo querido,  alguien que admiro muchísimo y que llegó a este yoga por una experiencia muy difícil- como llegamos todos.  Su vida,  su percepción y antenas crecieron a un nivel muy profundo y ahora enfrenta un dolor enceguedor,  de esos que nos paralizan y cohíben ante esta experiencia llamada vida.  Lo he tenido muy presente en mis prácticas diarias y ayer me alegró tanto saber que está sacando la cabeza,  que la experiencia la está enfrentando desde un lugar de profunda sabiduría y gratitud- como uno tiene que vivir todo.  Estas eran las transformaciones energéticas que sucedían alrededor de mi maestro:  gente enferma que sanaba,  y me refiero a todos los que estuvimos con él y seguimos practicando.  Todos llegamos arrastrándonos,  con heridas dolorosas,  sin rumbo, con mucho miedo.  A algunos se les ven estas llagas fisicamente,   otros las hemos intentado tapar sin éxito.  Pero todos compartimos una visión:  la posibilidad de atravesar este viaje llamado vida con otros ojos.  Y Guruji ha sido para muchos de nosotros luz en la oscuridad.

Preparo mi viaje la próxima semana para estar con mi maestro en California,  su nieto Sharath.  Sé que la peregrinación a Estados Unidos en junio incluye yogis de todas partes del mundo.  Voy con mi querido hijo Ariel,  su vida bendecida por los primeros pasos en este camino.  Voy a despedirme de Sharath por un tiempo porque la vida me lleva a un rumbo nuevo,  algo inesperado y lleno de posibilidades de crecimiento.  Voy a tocar sus pies y a pedirle su bendición para mi aventura con la certeza que él y su abuelo siempre están conmigo,  dondequiera que este cuerpo mío esté ubicado en el mundo.

Y cada vez que Sharath hace el count de las Series,  sea en Mysore,  en New York,  Stanford,  Los Angeles,  San Francisco,  Miami,  Copenhagen,  Londres:  todos esos lugares donde he tenido el gran privilegio de estar con él:  ahí está también Guruji abrazándonos a todos en un abrazo inmenso y personal,  su energía ya libre de estar con todos a la vez.  Su presencia crece con los años y este yoga implacable,  destructor de lo falso,  este que nos pide soltar todo y a la vez nos da todo-  crece de la mano de seres extraordinarios que nos recuerdan que nosotros también lo somos,  un poquito cada día.

Más confiados,  más agradecidos.
Muestras andantes de los pasos firmes y admirables de nuestros maestros.


lunes, 16 de mayo de 2016

Pesquemos

Regreso de Panamá subyugada,  enamorada,  extasiada...no encuentro las palabras para describir lo que nos sucedió este fin de semana.

La Gracia se mueve de formas misteriosas.

Abrirnos a la Gracia implica una fe y confianza total en que hay un Plan Maestro para nuestras vidas que se vuela en mil pedazos nuestros planes diminutos y un tanto patéticos.  Dar el sí implica saber de antemano que cada experiencia  que viene a nosotros está ahí para enseñarnos algo,  para mostrarnos algo si estamos lo suficientemente despiertos para verlo y apreciarlo.

En Panamá aprendí que el arte que enseño puede convertirse en una distorsión en las manos incorrectas.  El Yoga es una sanación para todo ser humano y no debería convertirse en un artículo de lujo,  en una práctica snob y tampoco en privilegio de una élite.  Sucedió una explosión amorosa este fin de semana  que abrió el shala a mucha gente y recibimos en el estudio de mis amigos a una verdadera fiesta de yogis,  bellas personas que estaban conociendo el método por primera vez y que de alguna forma manifestaron los deseos de su corazón.

Les decía a mi grupo que la Gracia nos escucha constantemente.  Sea que nos quejemos,  que nos auto compadezcamos,  que nos juzguemos:  ahí nos responde con oportunidades truncadas,  caminos cuesta arriba y éxitos ajenos por doquier preñados de fracasos personales.  El tema no son los éxitos ajenos:  el problema es que la gente así no se alegra por los demás. Viven en una auto-comparación constante que nos les da paz.  Conozco muchos así y veo que sus vidas no fructifican:  pasan de un estrés a otro,  intentan manifestar algo y no les sale.

Se quejan más.  Se auto victimizan más.  La vida les pasa de largo.  La repelen con su actitud. La Gracia es supremamente inteligente y a estos seres les debe tener mucha pereza.

En cambio, cuando alguien es sincero en sus peticiones del corazón,  nos escucha claramente.  Es más:  hasta nos lee.  Hace unos meses un amigo cercano me dijo que escribiera mis necesidades en una lista visible todos los días.  La escribí, un poco a regañadientes he de confesar.  Escribí quince peticiones para mi vida,  todas ellas bastante descabelladas -pensaba en su momento.  Mientras las escribía me reía de lo absurdo del ejercicio.  Pegué la lista en el espejo de mi baño,  o sea,  la he leído por casi un año más de tres veces al día.  Hoy reviso la lista y he hecho un check en todos los items. TODOS.  No me falta ni uno solo.  Han sucedido una serie de lo que yo llamaría milagros,  o serendipity,  o casualidades o simplemente Gracia.

Todo me lo concedieron,  algunas cosas con upgrade incluso.

Y entre esas peticiones estaba conocer gente linda,  viajar desde mi corazón,  compartir lo que amo con aquellos que estaban listos y enfocar mi energía sin distraerme con dramas ajenos.  Estoy trabajando en estos momentos en varios países a la vez con gente tan hermosa,  profunda y querida. Seres que me enseñan,  me apoyan y  me inspiran todos los días.   Costa Rica,  España, Argentina, Perú,  Nicaragua,  México y ahora Panamá están encendidos en mi mapa personal con un montón de lucecitas genuinas,  auténticos buscadores,  gente seria y de trayectoria.  Atrás quedaron los neófitos de egos grandes,  los imitadores,  los que quieren todo fácil,  los que ven el yoga como un negocio o una vivencia exótica y por supuesto, los envidiosos y chismosos.  Todo se fue como llevado por una tsunami gigante de Gracia.  Reviso mi playa y me siento tan feliz de contar entre mis manos estas hermosas conchas y caracoles perfectos,  cada uno a su manera,  cada uno una fuente inagotable de luz y de amor para muchas personas.

He formado sin querer líderes fuertes y sabios,  y no podría siquiera decir que los he formado.   Sólo sé que sucedió una alquimia entre nosotros que nos hizo subir de nivel mutuamente.

Hoy recibí un mensaje de un amigo que está en Oriente y que vino a Costa Rica en febrero pasado. Sus palabras me conmovieron  hasta el tuétano y quiero compartirlas con ustedes:


"Te esperamos en Julio.
Tienes que venir.
Te esperamos mucho mucho.
You dispelled the darkness of ignorance,  like Patanjali.

Aquí la batalla,  en el campo,  en la familia.  Pero tengo el yoga por suerte,  la práctica diaria realmente me ha sostenido y guiado muchísimo.

Krisna me acompaña.

He aprendido muchísimo en las últimas semanas,  sobre todo que nosotros no tenemos problemas. Los problemas verdaderos son los que enfrenta esta gente que pierde todo:  familia, casa,  hijos, dignidad,  trabajo..

Pero también he aprendido,  gracias a la práctica diaria y a todos los aprendizajes del intensivo, que tantas personas (y me incluyo) pasamos la vida detrás de lo que no deberiamos.  Todo su tiempo,  sus pensamientos y actividades.  Cosas que no cuentan.

Qué increíble esa enseñanza y esa realización.   
Es un verdadero despertar.  Esto para mí ha sido invaluable..

Qué bueno que vienes en Julio.  
Vamos a pescar nuevas almas..."

.
.
.

Sí,  muchas muchas almas.  Muchas están sedientas de verdad.  Muchas ya están hartas de la separación y la sensación de superioridad de sus líderes falsos.  Muchas ya no creen en palabras dulces con sonrisas seguidas de acciones traicioneras y bajas.  Muchas ya se sofocan ante vidas insulsas que sólo prometen dinero.  Muchas,  muchas almas allá afuera...muchos seres sensibles y amorosos,   listos para despertar.  Listos para ser quién realmente son.

Y al final de la tarde,  para rematar,  escucho un mensaje hablado de una yogini panameña con quién compartí todo el fin de semana.  Nos habla de milagros,  de creer,  de confiar en que sí  nos están escuchando.  Miedos o quijotadas,  utopías o sueños:  cada pensamiento crea una onda que manifiesta todo lo que somos y tenemos en este momento en nuestra vida.  Y si hay algo más que hace falta,   sólo tenemos que pedirlo.

Aunque parezca loco,  absurdo e imposible.

Y sí,  algunos de nosotros somos pescadores de almas. No que tengamos que pregonar nada.  Ser uno mismo,  auténticamente,  con fuerza y determinación,  sin depender de las opiniones ajenas es una forma contundente de darle a otros el permiso de hacer lo mismo.







viernes, 13 de mayo de 2016

En expansión

Termino mi largo día en un café orgánico de ensueño con una bolsa de Kale chips y un té Sencha acompañado de un quiche de vegetales.

La mejor cena para una yogini hambrienta.

Hoy empezamos muy temprano:  3 am hora de Costa Rica.  El estudio nos esperaba todavía a oscuras,  los suaves celajes de la mañana anunciando la salida del sol.  Llegamos,  acomodamos nuestros mats... todo tranquilo y normal.

Y en eso aparecieron alrededor de cuarenta yogis,  una ola de ojitos perdidos y  miradas sorprendidas aventurándose a lo desconocido entre curiosidad y miedo.  Media hora después el cuarto ardía, totalmente empapado,  gemidos aquí y allá que venían de las esquinas y una sensación general de incredulidad mezclada con éxtasis.

De verdad que a algunos nos gustan los experiencias extremas.

El yoga que hago no lo considero un deporte,  sino un arte.  El arte de estar presente.  El arte de respetarnos lo suficiente para tomar decisiones coherentes y transparentes.  El arte de movernos por la vida a pesar del miedo.  Mis maestros hablan que la alineación correcta nos sana:  no es sólo colocar el cuerpo en las posturas ya de por sí intensas y demandantes de unas series imposibles con la inteligencia suficiente para no dañar nuestros huesos y músculos...

Es sobre todo y ante todo el arte de escoger en esta vida desde el Amor y la fe.

Escoger desde el Amor implica un megasalto de fe.  Sí,  hay muchas posibilidades de resbalarnos. Pero qué es la vida sino un impulso natural de avanzar,  de atesorar cada día con la intención de ser la mejor versión de nosotros mismos que podamos y de apostarle a la incertidumbre?  Entre más me adentro en ella,  más segura me siento.  Porque sé que la única variable con que cuento es ese trinomio  amor-extasis-dolor que acompaña toda experiencia humana.  No hay,  en esta vida, ninguna decisión garantizada o segura.  Hay intentos honestos de adentrarnos un poco más cada día en nuestra psiquis y seguir las corazonadas.

Hoy aquí en Panamá agradezco enormemente haberlo hecho.  La compañía genuina de  seres extraordinarios en su enfoque y dedicación me lo confirman, tanto aquí como en mi país y el resto del mundo.  Se están abriendo espacios nuevos de mucho crecimiento.  Enseñar es mi pasión porque aprendo enormemente de mis estudiantes y las verdades que juntos dilucidamos me llenan de nuevas perspectivas y refuerzan mis bases.  Recuerdo a través suyo mis primeros pasos en este arte,  que como en todos,  retan la mente y ponen a prueba los músculos internos:   el de la paciencia y la resiliencia.

Mi alimento diario ha sido por muchos años mi práctica de yoga,  India y todas sus consecuencias. La medicina ha hecho su efecto.  Se abren nuevos horizontes en mi vida que nunca hubiera podido anticipar y confío en que cada uno de ellos es una dirección de crecimiento y una oportunidad que tengo que tomar.  Atrás van quedando las dudas y los porqués.  El Universo responde al pedido sincero de un buscador y hace muchos años me hice una pregunta:

"Adónde está el Amor?"

Y el Amor me ha respondido de una y mil formas.  Es aquí,  en este atardecer panameño,  con un rissotto divino con guandú y palmito y un gazpacho picante como acompañantes que realizo que la vida es un sucesión de acontecimientos milagrosos y que cada uno de ellos ha contribuido a que yo esté aquí hoy:

con el alma plena,  inspirada,  serena y muy enamorada de mi vida.  Cada una de las bendiciones de mis maestros hechas realidad sin prisas pero en el tiempo perfecto,   como la precisión de un reloj suizo  que sabe exactamente cuando estoy lista para lo que viene.

Y parece que sabe y entiende que el Amor sólo se expande,  al infinito y en directa proporción al tamaño de mi fe.




sábado, 7 de mayo de 2016

La dulzura de la vida

El día transcurrió apacible, como transcurren ahora la mayor parte de mis días. Los niños dulces,  sonrientes,  felices a más no poder de ir de nuevo a la playa.

El viaje sin novedades.

Imagino que el día de mi muerte será así también.  Un día normal con un desenlace inesperado.  Un día como muchos que he vivido pero con un elemento nuevo.

Ayer saboree un poco de eso.

Entramos al agua y ya estaba oscuro.  Agua cálida y serena de mi mar Pacífico:  ayer le hacía todo el honor a su nombre.  Todavía había gente bañandose y les dije:  "Cinco minutos nada más." Corrieron,  brincaron,  chapucearon.

El espectáculo de mis cachorros en el agua no tiene igual.

A regañadientes,  como siempre,  salieron.  Y al llegar a tomar nuestras cosas escuchamos un sonido ensordecedor,  acompañado de un relámpago que iluminó la playa como si fuera de día.

El tiempo se suspendió...en mi cabeza sólo acaté a ver adónde estaban ellos.  El silencio lo llenó todo,  como si un túnel se abriera en la realidad cotidiana y volví a la realidad porque me empezaron a caer goterones de agua en la cara,  tibia como la selva de mi país y el océano que acabábamos de dejar...

Theo lloraba inconsolable.  Gael y Matías más tranquilos.  El cielo se abrió y el aguacero tropical, implacable, sin ningún tipo de timidez,  cayó sobre nosotros.  Los protegí bajo un techo y corrí a traer el carro entre relámpagos, asustada de que otro más cayera cerca.  Cuando llegué por ellos,  Theo no paraba de llorar.  Lo tomé entre mis brazos entre el agua y la gente que corría asustada a mi alrededor y le dije:

"Todo está bien,  amor.  Ya pasó..."-  yo misma no muy segura de que esto fuera cierto.

Totalmente empapados, deposité el primer cachorro en el carro,  se acurrucó como un pollito  y el aguacero arreció.  Regresé por el segundo:  Matías sonreía en medio del caos.  Todo le parecía muy divertido:  la oscuridad,  el agua,  la gente alborotada y las luces en el cielo.

Gael se montó solito,  caminando con timidez heroica para sus ocho años.

Y una vez en el carro,  la lluvia implacable y los relámpagos a lo lejos supe,  que esté donde esté, por más amor que tenga por estos bellos míos (incluyendo los grandes por supuesto),  el destino está escrito y todo ya se desenvuelve según un plan.  Por más que intente decirme que controlo algo sé que no es así.  Sé que sus vidas y la mía propia están en manos de Algo más Grande y esa energía nos sostiene hasta que decida que es tiempo de partir.

De regreso a casa la tormenta amainó.

De pronto,  Gael gritó:  "Un escorpión!!  Empezó a llorar porque algo lo había picado,  imágenes fantásticas de escorpiones gigantes en medio de la oscuridad porque el día anterior les conté que a mí me habían picado tres.  Los otros dos enanos saltaron encima mío y todos empezaron a llorar a gritos, aterrorizados por el monstruo imaginario que yacía en la oscuridad.

Los abracé a todos y en ese momento de caos,  miedo,  incertidumbre y desorden supe de mi práctica de yoga.  Con calma,  los apreté y hablé.  Revisé el dedo de Gael,  nada extraordinario.  Los bajé del carro para enfrentar al monstruo.

"No quiero perder a mi mamá!!-  gritaba Theo.

Y después de un rato encontré a la culpable del asunto:  nada de escorpión sino una dulce abejita que probablemente molesta porque alguien se le sentó encima,  empuñó su aguijón en actitud defensiva.

Entré a la casa como un héroe y todos comimos helados en una noche tranquila,  el fantasma del monstruo aniquilado por el dulce amor de la familia.

Bendita Sétima Serie.






viernes, 6 de mayo de 2016

Vande Gurunam

Guru es aquel que nos ayuda a comprender algo nuevo en nosotros mismos,  que de alguna forma ilumina nuestro camino. Y esto coincide generalmente con una iluminación de alguna arista oscura, de algún rincón olvidado.

El Guru no es un concepto occidental.  En Japón se le llama Sensei y para mí fue conmovedor observar cómo los estudiantes tienen un respeto profundo y total por sus maestros.  En Occidente lo que hay es un montón de sospechas,  dudas y mucha confusión.

Me contaba una de mis estudiantes que su familia le advierte siempre que "no se deje lavar el coco" cuando viene al estudio.  Y con razón puesto que hay muchos gurúes falsos (hasta en India) que lo único que quieren es ver cómo se aprovechan de la ignorancia de sus pupilos,  anhelantes de por sí de respuestas a sus preguntas.

Dicen que uno está con el maestro que merece, ni más ni menos.  Y esto aclara mucho sobre la relación entre maestro y estudiante:  es un karma y como tal,  nos llega el maestro que merecemos en el momento.  En mi camino tuve muchos antes de encontrar el mío mío.  Aprendí mucho sobre carisma sin profundidad,  negocio solapado con el título de yogi,  detox sin espiritualidad y también de fiesta camuflada entre malas y sandalias.  Nada de esto satisfizo mi anhelo ni mi sed. De hecho, me llevaron a un lugar de desesperanza que fue lo que catapultó mi primer viaje a India.

India puede estar en nuestro menú y ahora todo el mundo está viajando allá.  Se puso de moda. Algunos creen que ir a tomarse fotos equivale a un viaje espiritual.  Puede ser que sí,  todo depende de la persona.  Algunos ponen un pie allá y eso es suficiente para que recuerden y despierten.  Otros ni yendo mil veces.  La consciencia de cada uno es un universo.  Pero poner un pie en la India en esta encarnación tiene un potencial gigante.

En India han meditado muchos buscadores genuinos por miles de años.  En India se han iluminado muchos también.  Toda esta vibración está en el aire.  En India creen en la reencarnación así que se toman las cosas con calma: saben que esta es una vuelta más y que el Purusha (nuestro espíritu) nunca muere.  Cada ciclo es un aprendizaje hasta que llega el llamado de romper el ciclo de vida y muerte.  Y ahí es donde aparece el Guru.

El Guru tiene la fuerza de romper con todo aquello que nos atrasa.  Mi vida estaría todavía llena de apéndices de no ser por la espada certera de mis maestros.  Su energía a través mío me ha dado la fuerza de hacer los cambios necesarios,  de enfocar mi atención y de seguir confiando.  Viendo hacia atrás no hubiera podido hacerlo sola.  Imposible.  Eran cambios desgarradores muchos de ellos.   La energía del Guru nos saca del avidya (la ignorancia de identificarnos con lo falso).  Nos trae muchas bendiciones que jamás esperábamos y nos da una paz profunda.

Una paz que se extiende también a vidas futuras.

El Guru nos salva de la única forma que alguien puede salvarnos en esta tierra.  Todas las demás relaciones crean karma,  conflicto y drama.  Pero la relación con el Guru está libre de todos esos venenos.  Es la única relación limpia y en ella re-aprendemos a relacionarnos con los demás.  Mi maestro tiene la máxima,  por ejemplo,  de no engancharse en el drama ajeno.  Esto me ha servido enormemente últimamente-  digo en los últimos años.  Antes me tomaba todo tan a pecho:  ahora observo,  intento comprender desde la compasión y me pongo en los zapatos del otro.  Generalmente después de este ejercicio pierdo interés.  Me doy cuenta que estaría perdiendo mi tiempo y energía en molestarme y reaccionar.

Es una especie de re conexión neuronal muy interesante la que sucede.  Y tengo que decir que siento la misma armonía,  serenidad y consciencia en discípulos de muchos otros maestros verdaderos.  Es como si todos llegáramos a coincidir en un hub:  como la salida y llegada de muchos aviones.  Todos venimos de distintas experiencias pero compartimos un deseo común:  el deseo por la Verdad.  Y eso nos conecta a un nivel distinto al resto de nuestras relaciones.

Por eso cuando coincido en este "hub" con alguien sé que su corazón ha estado buscando.  Pueden estar todavía saliendo de dramas pasados,  rumiando dolores viejos o intentando sacar la cabeza de vidas frías e inertes.  Pueden estar en una transición vital,  reformulando y cambiando,  pero todos compartimos ese fuego interno que nos pide no conformarnos.

No conformarnos con la alegría  o tristeza de turno,  como el hámster que se detiene solo para comer y dormir.

El Guru nos saca de la rueda de la locura y nos da una vida nueva.  Sus pasos son firmes,  sus palabras plenas de significado y su presencia perenne.  Nos acompaña de día y de noche más allá de nuestra percepción sensorial.  Está dentro de nosotros.  Nunca se opaca su luz aunque seamos nosotros los que a veces cerramos las persianas.

Y para mantenerlas abiertas nada mejor que la compañía adecuada (aquella que nos mantenga lejos del samsara y sus locuras),  la práctica diaria y el servicio desinteresado.  Y todo hecho con devoción y mucho amor como una ofrenda.

Entonces la vida transcurre con sentido.

Entonces podemos finalmente relajarnos.








lunes, 2 de mayo de 2016

De México a Costa Rica

Hoy fue un día pesado,  grisáceo, con sabor a enajenamiento y letanía.

Pero cuando más necesito la sabiduría de mis maestros,  llega en flashes y sortilegios,  en prosas mágicas que me despiertan de la desazón y me encaminan de nuevo.

Las opiniones ajenas tienen un doble propósito.  Nos ayudan a conocer a quiénes las emiten y a comprender sus perspectivas.  Y lo más importante: nos ayudan a entendernos mejor:  adónde seguimos pegados,  adónde todavía nos importa la opinión de esa persona?  Cuánta importancia decidimos atribuirle a lo que dice o hace?

Es fácil cuando la gente que habla es anónima.  He recibido comentarios fuera de tono de muchos que hoy llenan mi pantalla de bloqueados.  No tengo idea quiénes eran y cuáles sus intenciones. Están ya fuera de mi mundo y mi realidad y no tengo que volver a saber nunca más de ellos.

Pero cuán más difícil puede ser que cuando topamos con traiciones cercanas,  gente que en su momento creímos  leales de corazón y de pronto se convierten en arañas ponzoñozas,  reptiles pegajosos,  criaturas irreconocibles.  Quisiera no ser tan hiperestésica:  no sentir tan adentro.  Pero mi práctica me ha vuelto más sensible a niveles que ni yo misma anticipaba.

Me ayuda a estar despierta a todo,  y eso incluye por supuesto el dolor,  la tristeza y la decepción.

Dentro de toda esta nube gris que hoy se manifestó en palabras,  cartas,  correos,  mensajes hablados y whatsapp,  la mayoría de ellos intensos,  pesados y muy negativos (centrados en lo que está mal más que en lo que está bien),   rescato uno de una de mis queridas estudiantes en México y sus palabras que llegan hoy providencialmente a aliviarme y  consolarme.

Me dice que desde que empezó a trabajar su práctica conmigo (y aquí la cito textual):

Querida Mariela,

Pronto hará un año de aquella mañana que nos conocimos en las cercanías del Bosque de Chapultepec,  sin siquiera poder imaginar lo que ese encuentro significaría en mi vida.   Se han movido muchas cosas dentro a partir de ese día.  Mi práctica de yoga es otra y por lo tanto la forma de percibir la realidad tanto interna como externa también sufrió un cambio sustancial. Venía teniendo sutiles acercamientos con el Ashtanga por varios años y en ese momento pude abrazarlo para descubrir que ahí es adonde quiero pertenecer.

Sus palabras se contraponen radicalmente a opiniones de colegas que insisten en que el método que enseño tiene que enseñarse sin enfatizar el canal:  método invisible desde manos invisibles.

Y el ser humano que lo transmite adónde queda?  No.  Ese tiene que desaparecer.  Tiene que esconderse detrás del método y ser sólo energía...energía pura, iluminada y totalmente descontaminada,  el ser humano de carne y hueso tiene que disminuirse tanto que no se vea,  Dios guarde una foto.  Jamás un blog.  Menos sus cuitas personales.

Continúa mi carta:

Cuando uno se sumerge en esta práctica, uno nunca sabe para qué momento particular de la vida se está entrenando.  Tu aparición en mi camino y dos viajes a Costa Rica han provocado que esta experiencia de vida tome un matiz mucho más suave y amable.  El amor de los chiquitos sin duda fue como una inyección de ternura en mi corazón.   Aprendí que ser firme no tiene nada que ver con exigirme,  que el discernimiento tampoco proviene de mis juicios,  que cuando rompo mis conceptos me abro a un universo ilimitado de posibilidades y sorpresas.  Que una vida tiene que estar llena de pasión y uno tiene que encontrar aquello que la despierte.

Hoy yo misma intento rescatar esa pasión,  sepultada debajo de un montón de escombro por tantos juicios ajenos y fríos sobre la forma "correcta" de hacer las cosas y en cómo aplico el método que me ha sanado.  El método que me ha hecho nueva y mi vida  también.  Que me sacó de las trincheras de lodo,  mugre y miedo para ver de nuevo el sol en mi vida,  poder realmente apreciar tantas bendiciones que tengo-  entre ellas mis bellísimos hijos,  y abrirme a un mundo nuevo de gente hermosa a lo largo y ancho del mundo.

Y escucho por otro lado las palabras del DEBER SER:  nada de fotos,  nada de sentimientos.

No se muestre,  escóndanse.
Sólo el método.
Aplíquelo como es.

No figure,  no sea humana.

Lo siento pero soy demasiado humana para esconderme detrás de un rol más,  llámese maestro, facilitador, instructor,  whatever.  Somos todos iguales,  todos dando la lucha para ir a los lugares que nos dan miedo.  Yo misma me muevo tanto cuando trabajo con un grupo de gente y sé que mostrarles mi humanidad a través de mis palabras,  estas letras,  fotos,  ayuda a compartir y humanizar la experiencia.

El Ashtanga tiene ya muy mala fama,  es muy difícil y muy demandante.  Práctica brutal,  exclusiva, mega intensa.  Maestros muy serios y exigentes.  Todo eso es cierto.  Pero también es cierto que está el Amor,  un amor inmenso que he sentido en ellos y descubierto en mí misma.

Cómo no sentirlo?
Cómo no mostrarlo?
Cómo no entregarlo en nombre del "método"?
Cómo no documentar instantes de puro extasis detrás de un lente respetuoso del espacio sagrado?

Cómo no compartir letras que salen directo de corazones abiertos?

Y sigue mi carta:

Entendí que venimos a este mundo a soltarlo todo. Llevo semanas sintiéndome tan frágil y vulnerable...siento que la práctica y las experiencias vividas en Costa Rica son lo que me sostiene y ayuda a sentir contenida...ya traía el corazón bastante abierto al volver a México para permitirme sentir y es lo que estoy haciendo.

Todos querida.  Me incluyo entre muchos también.

Hoy conté tres seres humanos que amé profundamente,  que ayudé en sus caminos,  que cuidé y atendí:  tres seres que a pesar de todo hundieron la daga hasta el mero centro de mi corazón.  Hoy sangro y lloro porque sé que su ayuda era inapreciable para mi despertar,  por más que duela,  por más que sangre.   Duele en el alma,  yo sé.  Pero también hay una tremenda dulzura en sentir ese amor traicionado, porque ahora sé sin duda alguna que fue amor.  Lo más real que uno puede compartir con alguien en esta tierra.  Algo que en su forma más pura estará siempre.

Aparte de esos mega tres,  varios menores  también incomodan:  aquella estudiante que continúa en amistad con gente que no la ayuda en su camino sino que la atrasa con su forma limitada y cobarde de ver esta práctica y la vida;  el dime y direte de gente de corazón estrecho y sus chismes, dentro y fuera de Costa Rica;   la envidia de todos los días,  plato de diario consumo en mi país;  el vecino que siembra púas entre mi propiedad y la suya y sólo desea crear separación.

Molestias diarias,  como zancudos del Zika,  Dengue y Chikungunya juntos.

Pero leo las últimas líneas de la carta de mi estudiante y sé que todo está bien:   UN alma ha cambiado su vida para mejorar,  UNA ha abierto de par en par su corazón en un método que antes no entendía y ha tomado acciones sabias,  entre ellas escribirme esta carta que hoy comparto con ustedes y que me ha caído como anillo al dedo en estos días convulsos, no sólo a nivel planetario,  sino en todo lo que para nosotros seres humanos frágiles y vulnerables significa la hazaña del despertar.

Espero este intensivo que viene como siempre sea una gran experiencia que atraviese los corazones de todos aquellos que tienen un deseo profundo por verdad y por transformarse.  Espero seguir contando con tu guía y siempre con el deseo de corazón de que nos volvamos a reunir en cualquier momento.  Te quiero mucho y te mando un fuerte abrazo. Besos a los niños.  Visualizarlos llenos de alegría se ha convertido en una meditación para mí en los momentos de zozobra.

Yo también te quiero.

A mí también me sostiene su alegría inocente en momentos duros y de dudas como hoy.

PS: Tu carta la publico porque es un ejemplo de que este método funciona si es aplicado con un corazón abierto. Aplicado por manos humildemente humanas,  frágiles y vulnerables con un deseo intenso de libertad, como las de todos los que creemos que hay una forma más amorosa y auténtica de vivir.



domingo, 1 de mayo de 2016

There is a Love

Hoy fue un día en fiesta en mi casa.

Las fiestas de los yogis son bastante sui géneris.  Consiste en venir en ayunas a una práctica dura, intensa y demandante.  Especialmente en este método que enseño.

El Ashtanga,  correctamente enseñado, no es un método que infla egos.  Al contrario:  es muy parco y sobrio.  Pero gracias a Dios cada día conozco más practicantes que han probado toda la parafernalia de yoga occidental y  han quedado insatisfechos.

Es como dice uno de mis maestros:

" El Ashtanga yoga es como comerse un buen almuerzo.  Para los que tenemos una sed ardiente por la verdad, los demás estilos son aperitivos."

El shala estuvo hoy lleno de gente nueva.  Es muy lindo porque los principiantes me recuerdan mis primeros pasos en este camino cuando me sentía perdida pero al mismo tiempo enamorada.  Más o menos como cuando uno se enamora de otro ser humano:    uno no sabe bien qué va a pasar pero la pasión hace que el otro ser se vuelva perfecto,  a pesar de sus defectos.

Es el amor por la práctica el que nos lleva a regresar cada día,  cada mañana muy temprano para nosotros ashtangis.  Es ese amor el que nos hace persistir a través de los años.

There is a Love in Ashtanga Yoga...decía uno de mis colegas.

El amor en el mundo de la ilusión tomar formas falsas que nos pierden en un mundo de espejos. Creemos que amor es que nos alaben,  nos digan lo maravillosos que somos y lo bien que hacemos todo.  En mi método estos halagos no son muy frecuentes.  Hay más "nos" que "síes"... los maestros que seguimos a mi maestro pocas veces piropeamos a alguien.  Esto no hace más que crear expectativas y la verdad es que el mat de un ashtangi es terreno incierto todos los días.

Si el maestro nos da mucha labia al día siguiente queremos repetir la hazaña para "quedar bien"...y no hay tal. Esto es una práctica, no una demostración ni un espectáculo.

Por eso hoy fue un día tan especial:  los nuevos que vinieron entendieron de inmediato que la dirección era hacia adentro.  De hecho,  el grupo entero estuvo tan enfocado que recordé con cariño a un grupo de estudiantes japoneses que tuve en Tokyo hace unos años.  Cuando yo les daba una instrucción,  de inmediato la escuchaban y ponían en práctica.

No lo podía creer.

Mis estudiantes latinos de entonces era mucho más distraídos.  A muchos se les olvidaban las alfombras para empezar y frecuentemente llegaban tarde.  En Japón el respeto al Sensei o maestro es muy conmovedor:  la devoción profunda,  incluso con alguien como yo que apenas estaban conociendo.  En Occidente esta devoción es difícil de encontrar:  los estudiantes traen muchos conceptos y opiniones y sus mentes oscilan entre juicios, comparaciones y rumores constantes.

Too much thinking,  decía Guruji.  

La tarea inicial es dura:  hay que silenciar la mente.  Por eso es que esta práctica es tan brutal.  Al inicio,  uno siente que se muere.  Le falta el aire,  se marea.  Le duele a uno hasta el pelo.  Pasa el día muerto de cansancio.  Y después de un mes,  se pone peor.

Mi maestro dice en su inglés indio:

"First month:  paining...
Second month:  dying...
Third month:  flying.!"

Muchos tiran la toalla sin experimentar nunca el flying.  Y me refiero no al flying de una inversión, parada de manos o salto al vacío.  Me refiero al flying de una mente que no interfiera más con nuestra vida,  una mente aliada a nuestros sueños.  Deseosa de manifestar el potencial total de quién somos sin miedo,  sin dudas.

Ese es el verdadero FLYING.
Y después,  todo viene....

Mis estudiantes regulares de hoy cumplieron con su labor de madrinas y padrinos de los pollitos nuevos con cariño y presencia.  Esa es la calidad de gente que tengo el gran honor de conocer y guiar en Costa Rica:   gente que se sale de su zona de confort por alguien que apenas están conociendo, que entienden la importancia de tender una mano a quién se acerca tímidamente a un estudio de yoga porque está buscando respuestas a preguntas importantes.

Es un verdadero milagro que lleguen.  Cuántos se quedan en palabras,  cuántos en intención y nunca lo logran.  Ver hoy el estudio lleno colma profundamente mi corazón porque sé los obstáculos que vencieron para venir hoy.

Y también lo adoloridos que van a estar mañana...

Y entre todos los que vinieron,  tal vez un par se sostenga,  tal vez uno solo.  Y ese es importante. Ese pudo escuchar algo real a través de la selva de lo falso y lo condicionado de las mentes humanas promedio. Nadie nos enseñó nunca a serenar nuestra mente.   Pero este ser verá su vida transformada gracias a la renovación de su percepción.  Alguien  que traerá a este mundo más amor y conexión en vez de dramas innecesarios y conflictos.  Alguien que con los años si continúa verá colmar todos sus sueños y mucho,  mucho más de lo jamás imaginó.

Como me está sucediendo a mí.


Enseñar es mi pasión y el regalo de yogis serios mi retribución.  No aspiro a agradar a ningún ego errante. Ya hace rato que no busco la aprobación de nadie excepto la de mis maestros.  Cuando dudo sobre algo sólo pienso cómo actuarían ellos en esa situación.

La cualidad de ayudar a otros a despertar de su sonambulismo pernicioso.


La capacidad de apuntar a los lugares cerrados y llenos de miedo sin reservas.

La amabilidad de admitirme como su estudiante desde hace tantos años y tenerme tanta paciencia.

Sólo sé que agradezco infinitamente la mano dura de mis maestros,  aplicada con el amor más puro y genuino que existe:  el amor que ayuda a despertar.  Ese es el único Amor que realmente vale la pena en esta vida y el que estoy empezando apenas a conocer.