miércoles, 20 de enero de 2016

Notas de Guruji

Guruji hablaba casi en koans,  esto es,  enseñanzas comprimidas en pocas palabras en inglés debido a la barrera del idioma.

"Practice,  practice, practice...practice, practice."

"mmmm...you do."

"no problem, shanti is coming."

"why fear?"

"you pray God."

"mmmm...seventh series you do."

"thank you, thank you, thank very much..."


Mientras escribo todavía escucho su voz dentro de mí,  veo su rostro dulce y amoroso y siento mis manos tocando sus pies.   Guruji nos hablaba sobre todo con su mirada,  con sus ajustes,  con su sonrisa.  Con sus pies maravillosos que asemejaban la tierra,  la lluvia,  las flores y las montañas. Pies de un gigante.  Pies de un ser que vino a esta tierra a ayudarnos a muchos a despertar.

Cuando un maestro está vivo esparce su perfume adonde quiera que va.

Conocí a Guruji en el año 2003 aquí en Mysore,  en su casa.  Supe de él por una amiga que vino a Costa Rica a hablarme de un maestro en el sur de India,  Pattabhi Jois.  Gracias a ella llegué a las puertas del shala y mi vida cambió para siempre.

Lo vi de nuevo en California,  San Francisco y Encinitas.  Y cada año en Mysore hasta el 2009 en que nos dejó.  Mi corazón se expandía en cada encuentro.  Recuerdo estar en San Francisco por segunda vez y el tour se canceló porque el padre de Sharath había muerto.  Recuerdo también una vez que nos dejó en el Kapotasana más largo de mi vida.  

Y los Sirsasanas de 50 respiraciones.

Nos sorprendía todos los días,  como los niños.  Su humor era franco y sincero.  No había hipocresía en él.  Se alegraba genuinamente cuando llegaban estudiantes nuevos al shala.  Tenía un fe contundente en la práctica y un amor  auténtico por su maestro Krishnamacharya.  Amaba leer los shastras y estar con su familia.  En la simplicidad de un padre y abuelo pude ver claros los frutos del yoga.

Muchos de los que está ahora aquí en Mysore no lo conocieron.  Para ellos Sharath es Guruji y está bien.  Sin embargo,  ver el gigante que hay detrás de Sharath me ha ayudado personalmente a comprender el contexto del crecimiento tan impresionante del Ashtanga Yoga del KPJAYI en el mundo.

Practicar este Ashtanga Yoga significa entrar en un río de sabiduría.  Me siento tan afortunada de saberlos mis guías y muy confiada en que este método nos fortalece a niveles profundos.  La fuerza no es sólo física  sino interna.  Hoy he tenido un día movido a nivel personal:  mi cumpleaños trajo a mi mesa recuerdos del pasado,  gente querida,  anhelos latentes.  Además,  el día a día en India es intenso:  para que algo suceda hay que tener mucha paciencia.

Hoy fui por tercera vez a una oficina:

"no power".
"you come tomorrow".
"not coming yet."

Respiro y doy gracias porque a pesar de todo el caos material que implica vivir estas vidas humanas, me siento tan bien después de mi práctica de esta mañana.  Hoy practiqué entre dos guerreros:  uno ya maduro,  su práctica serena y sólida.  Otro muy joven:  su enfoque impresionante.  No es cuestión de edad:  es cuestión de alma.  Algunas almas reconocen inmediatamente la dimensión de esto,  otras lo toman a la ligera,  otros se ríen;  otros no entienden nada de nada.

Por eso siempre digo que la semilla es buena pero la tierra determina la calidad y los frutos del árbol a futuro.  La semilla viene de un lugar de integridad y pureza como Guruji y todos los maestros detrás suyo.  La tierra somos todos nosotros y nuestros rollos, dramas,  venenos,  kleshas e inseguridades.

De nosotros depende ser los suficientemente inteligentes para soltar todo el sufrimiento y estar listos para hacer crecer la semilla.  De nosotros hacer oídos sordos,  interpretar todo a nuestra manera y continuar siendo miserables.

Pienso en una estudiante que vino dos veces a Costa Rica,  mujer fuerte y determinada pensé en su momento.   Ahora las dudas le han nublado el panorama por completo unido a acontecimientos vitales muy dolorosos.  De nosotros depende no perder la fe cuando todo a nuestro alrededor nos dice:  "piérdala".

No hay esperanza en este lugar,  todo está perdido.  Esa es la voz que precisamente no tenemos que escuchar.

Qué le pasó a esta mujer?  Sus dudas la doblaron.  Su incapacidad de comprometerse con un maestro. Su inteligencia que le saboteó la intención. Su ambición. También en el Ashtanga se puede hacer "spiritual shopping". De ahí que cada vez los maestros de Guruji y Sharath estemos más reacios a hacer talleres de fin de semana y más abiertos a tener experiencias de más tiempo con la gente.  Es en una experiencia de convivencia y práctica diaria que la tierra comienza a prepararse.

Todo está perdido de antemano en el mundo del Maya.   Todo es sufrimiento e impermanencia garantizada.  Por eso entramos en el río de la sabiduría y sus aguas nos llevan amorosamente al regazo de nuestros maestros.  Lo contrario es seguir conviviendo con el sin fin de venenos que albergan los egos y que impregnan cada pensamiento empañando nuestras acciones.

Medito en un Mysore lluvioso sobre el poder de mis maestros y la fuerza que me están transmitiendo a través de un sadhana tan tremendamente salvaje a nivel humano:  físico, mental, emocional.  Esta fuerza tiene ya una intención y una dirección. El Ashtanga no es flotar y salir en un video con sonrisa. Eso es un enlatado. El Ashtanga es llorar como he escuchado llorar a tantos durante estas mañanas en el shala- gracias a Dios. Incluyéndome por supuesto.  El Ashtanga es rendir nuestras expectativas y crear una vida nueva a partir de las cenizas.

El Ashtanga es escuchar.

Todos hemos sufrido incendios pero en algunos todavía queda un resquicio de fe lo suficientemente potente para girar todo desde el mero centro y empezar todo de nuevo.

A vos que anhelás precisamente eso.  Porque sino no estarías leyéndome.
Esto es para vos.





martes, 19 de enero de 2016

AmarCura

Me despierto a un Mysore lluvioso.

Me despierto a muchos mensajes llenos de amor de muchas partes del mundo y al abrazo cálido de mis compañeros de apartamento.

Me despierto también a un spot al puro frente de mi querido maestro en el shala...uyyy.

Hago mi práctica con tanta gratitud por estar aquí,  por realizar tantos cambios positivos en mi vida que este yoga me ha dado.  Mientras respiro mi cuerpo se mueve sin esfuerzo. Ya conoce su rutina.
Es como sacar a pasear a nuestra mascota: conoce el camino,  las paradas,  los desniveles.  También se prepara para los picos y los instantes de pura energía.  Me relajo sabiendo que sólo tengo que observarlo y estar presente.

Es intenso practicar a los pies de tu maestro.  Siempre tiene ojos de águila pero hoy más que nunca. Mis series me dejan exprimida en todos los sentidos y se me acerca en los backbends después de unos tic-tics exitosos ( que por cierto nunca creí recuperar después de mis embarazos).

"Happy birthday"- me dice en su inglés indio antes de lanzarme al vacío.  Sonrío mientras entro en el centro del universo,  el alfa y el omega.  Me siento en el lugar y en las manos correctas.  Me conmueve que esté tan presente con nosotros.

Sólo puedo decir que Amar Cura.

Amar sin condiciones,  sin pretensiones.  Sólo amar por el simple hecho de amar.  He amado mi práctica por muchos años aunque en algunos momentos me ha costado mucho.  Me ha pedido rendir cosas y gente que amo,  ir más allá de todos los obstáculos habidos y por haber, me ha pedido alinearme en todos los sentidos con una energía muy pura y benevolente.

Generosa y amorosa.  Y no podría ser más perfecto.

La vida que una vez creí controlar se ha desgajado entre mi sudor,  lágrimas y plegarias.  Hoy tengo una vida nueva,  estoy dando mis primeros pasos sintiéndome ligera y serena.  Sé que todo el pasado ha tenido un sentido,  cada lección,  cada encuentro.  Sé que viene la culminación de muchas vidas encuentran en esta una culminación.

Y confío.
Sólo confío.





viernes, 15 de enero de 2016

El Guru

En nuestro camino espiritual encontramos el tema del maestr@,  nuestra relación con él o ella.

Quienquiera que nos ayude a entendernos.

Todos llegamos al estudio de la espiritualidad con muchas ideas sobre lo que vamos a obtener y cómo lidiar con la persona de quién creemos que lo vamos a obtener.  La noción misma de "conseguir" algo de nuestro maestr@- paz,  alegría,  sabiduría, lo que sea que anhelamos,  es una de las preconcepciones más difíciles de sobrepasar.

El proceso de recibir las enseñanzas depende de que el estudiante dé algo a cambio:  se requiere alguna forma de entrega psicológica,  un obsequio de alguna forma.  Por eso es que tenemos que hablar de rendirnos,  abrirnos, soltar expectativas antes de hablar de la relación maestr@-estudiante.

Es esencial entregarse,  abrirse,  presentar lo que uno es al guru en vez de intentar presentarse como un estudiante merecedor.  No importa cuánto estés dispuesto a pagar,  cuán correctamente te comportes,   qué inteligente seas al decir la frase perfecta.  No es una entrevista de trabajo o comprar un carro nuevo.   Tu trabajo depende de tus credenciales,  cómo te vistes,  qué brillantes lucen tus zapatos,  cómo hablas,  qué modales tienes.  El carro depende de cuán bueno es tu crédito o cuánto dinero tienes.

Pero cuando hablamos de espiritualidad se requiere algo más.  El guru ve a través nuestro.  Se divierte si nos vestimos para nuestra entrevista.   Son inútiles los gestos.  Lo único que nos pide es un compromiso de estar abiertos y soltar nuestras pre-concepciones. 

Dice uno de mis maestros budistas preferidos que la palabra guru se ha usado demasiado en Occidente.  Que es mejor "amig@ espiritual" porque las enseñanzas enfatizan un encuentro mutuo entre dos mentes.   Se llega a crear una comunicación mutua antes que una relación de servidor- patrono,  entre un ser evolucionado y otro miserable y confundido.

Nuestro maestr@ es aquel amigo espiritual que nos presenta  sus cualidades.  Hay una historia hermosa en el budismo tibetano sobre Marpa y Milarepa.   Marpa era un maestro extraordinario que además era un granjero y tenía siete hijos y una esposa.  Cultivaba la tierra y mantenía a su familia. Estas actividades no entraban en la idea de guru que tenía Milarepa.  Pero la enseñanza de espiritualidad balanceada con vida familiar y relación con la tierra era exactamente lo que Milarepa necesitaba aprender.

No podemos escoger a nuestro guru porque es famoso.  La pregunta es si puedes ser tú mismo cuando estás en su presencia.  Si realmente puedes abrirte a él o ella entonces están destinados a trabajar juntos.  Puede el guru verte a través de tus máscaras y comunicarse directamente?

Al buscar un maestro esta es la indicación primordial.

Los maestros espirituales no aceptan a cualquiera.   Tienes que estar dispuesto a abrirte.  Algunos llegan a la práctica con tantos conceptos y es simplemente imposible establecer relación.   El guru mismo nos pondrá pruebas y la vida misma también y todas nos llevarán a una gran decepción con nosotros mismos.  En algún momento dudarás que tu "amig@ espiritual" tenga algún tipo de sentimientos hacia ti.  Esto no tiene que ver con el maestr@ sino con nuestra propia hipocresía.  La hipocresía es la pretensión del ego de obtener algo de todo esto y es extremadamente difícil de descubrir y pelar.  Usamos armadura sobre otra.

Esta hipocresía es tan densa y tiene tantos niveles que removemos una y encontramos otra por debajo. Deseamos no tener que desvestirnos por completo.  Anhelamos que quitar unas cuantas capas superficiales será suficiente.  Pero nuestro amig@  no usa ningún disfraz:  está desnud@.   En comparación con su desnudez,  sentimos que tenemos encima cemento.  Y así es como nuestro guru no puede sentirnos.

En muchas historias de yogis por aquí en India el estudiante ha tenido que hacer largos viajes, soportar muchas incomodidades hasta que su fascinación por su maestro se cae.   Ese es el punto:  el impulso de buscar y encontrar es, en sí mismo,  la cadena.  Cuando este impulso se gasta,  nos entregamos al maestro como somos y el encuentro es posible.

Se dice que la primera etapa de relación con nuestro amig@espiritual es como ir al supermercado. Estamos emocionados y soñamos con todo lo que vamos a comprar:  los colores y riqueza de este ser y su personalidad colorida.  La segunda etapa es como ir a un juicio en la corte,  sentirnos como criminales.  Uno siente que no puede cumplir con las demandas de este ser y es muy incómodo porque sabemos que este ser nos puede ver y que sabe tanto de nosotros como nosotros mismos.

Ya en la tercera etapa de nuestra relación,  nuestro amig@ se convierte en una vaquita que está pastando tranquilamente.  Admiras su paz y sigues tu camino.  Y finalmente en la cuarta etapa tu guru se convierte en una roca en el camino.  Ni siquiera le prestas atención.

Al inicio,  es como un romance.  Cómo puedes ganártel@?  Hay una tendencia a querer estar cerca suyo porque realmente quieres aprender. Sientes tanta admiración pero al mismo tiempo te asusta. Tal vez algo no coincide con tus expectativas o te sientes inadecuado.   Es una relación amor-odio donde algunos huyen para siempre.  En otras palabras,  empezamos a jugar un juego:  parecer abiertos sin estarlo.  Querer estar muy cerca de nuestro maestr@ y luego escapar.  Si nos acercamos mucho,  nos sentimos desempoderados.

Como dicen los tibetanos,  el Guru es como el fuego.
"Si te acercas demasiado te quema;  si estás muy lejos no recibes suficiente calor."

Este cortejo sucede del lado del estudiante, hasta que la relación toma características más sólidas y con mayor sustancia.  Te das cuenta que estar cerca o lejos es sólo tu propio juego. No tiene nada que ver con la realidad:  es tu propia alucinación.  Tu amig@ espiritual  está ardiendo siempre y puedes seguir jugando o ponerte serio.

Y es entonces cuando la relación se vuelve creativa.   Aceptas el sentirte subyugado por él o ella y al mismo tiempo distante.  Si decide estar frío,  lo aceptas.  Si decide quemarte con su calor, lo aceptas.

Nada te conmueve y así te reconcilias con él.

Y en la siguiente etapa te sientes como una partícula de polvo.  Te has entregado,  te sientes insignificante.  Estas en una luna de miel y tu personaje central es tu maestr@. Aquí es peligroso entrar en el culto a la personalidad.  Por suerte esta etapa pasa.  Esta intensidad se desvanece y enfrentas tu propia vida y tu psicología.  Asumes la realidad de lo que es y lo escuchas internamente en cada acción que tomas,  en cada paso que das.  Cada situación en tu vida se vuelve una expresión de las enseñanzas.

Primero te entregas.
Luego juegas tus juegos.
Y ahora te abres completamente y ves a tu guru en todo lado.

Todas las circunstancias de tu vida te ofrecen la oportunidad de estar tan abierto a como estás con él o ella,  así que todo se vuelve tu Guru.  Tu amig@ espiritual se vuelve parte de ti y al mismo tiempo es un ser individual y externo.

Es así como la figura del guru nos ayuda a exponer nuestra hipocresía.
El amig@ es sólo un espejo.

Y cuando el guru se internaliza es como "Big Brother":  va contigo dondequiera que vayas.  Nuestra sombra nos acompaña siempre.



Viaje 13: Entrega


Estoy en el punto de entrega en mi vida.

Qué significa esto?

Entregarme significa para mí dejar de luchar.  Dejar intentar ser algo que no soy.  Abandonar mi lucha interna pero no mis esfuerzos en mi sadhana.  Rendir los frutos de mis acciones,  como bien dice Krishna a Arjuna en el Gita.

Decidirme a escuchar las voces que realmente me convencen.

Realmente escuchar.

Nos llega a todos un momento vital en que sentimos la necesidad de soltar y estar abiertos.  Esto lo he aprendido a través de la relación con mi maestro.

Tantos años de resistencia,  de dudas, de queja,  de no creerme la cosa.

Rendirnos al maestro significa al mismo tiempo abrir nuestra mente a todas las situaciones de la vida tal y como vienen.  Cuando uno trabaja hacia ese despertar de la mente es casi certero que también irá profundo en la relación con su guru personal.

Una de las dificultades de rendirnos al maestro o maestra son nuestras pre -concepciones sobre él o ella.  Tratamos de hacer calzar nuestras experiencias pasadas con nuestra fascinación incial por nuestro maestr@,  tenemos ideas fijas sobre lo que queremos experimentar con ellos.

Tengo que decir que mi práctica de yoga y de vida no se parece en nada a lo que alguna vez pensé que viviría en este camino.  De hecho,  ha volado por los aires todo lo que pensaba de todo:  vida espiritual,  vida personal y en buena hora.

Si encontramos a un maestr@ esperamos tanto de él o ella.  Esperamos que sea un santo,  pacífico, silencioso, simple y sabio.  Cuando no calza con nuestras ideas entonces empezamos a dudar de él y a sentirnos decepcionados.

Pasé por eso con mi Guru.  No entendía por qué a veces me gritaba,  porque era un hombre de tan pocas palabras.  Pero los consejos que me ha dado durante todos estos años me han ayudado inmensamente.

Como cuando me dijo que ignorara todo el ruido que no tenía que ver conmigo.

Como cuando me dijo que educara a la gente en Latinoamérica:  que había tanta ignorancia.

Como cuando me dijo que yo sí podía- aunque yo misma no me lo creyera en su momento.

Para poder establecer una relación real entre estudiante y maestr@ es necesario soltar también todas nuestras pre -concepciones en cuanto a la relación en sí,  en cuanto a qué significa abrirse y entregarse también.

Entregarse es ir más allá de la fascinación y expectativas que nos genera el Guru: significa sobre todo reconocer las partes arrugadas,   densas,  torpes y shockeantes de nuestros propios egos. Reconocerlas y aceptarlas.  Aceptar todas las formas en que nos auto-criticamos y auto-evaluamos continuamente,  todas esas tendencias neuróticas que derivan de no tener suficiente confianza en nosotros mismos.

No tenemos que pretender ser una flor de loto todo el tiempo.  Esto es un tremendo alivio.  Podemos dejarnos caer en terreno escarpado:  lo importante es reconocer lo que ES.

Lo que somos.

No hay nada que temamos perder una vez que aceptamos lo más bajo de lo más bajo- en nosotros mismos,  en los demás,  en el mundo.  Y aceptarlo en nosotros nos acerca a nuestro maestr@, humano como nosotros,  con sus fallas y defectos de humanidad real y viva.  Nos coloca en una posición de apertura donde podemos recibir con la humildad que viene de reconocer la mortalidad que compartimos y el deseo por la verdad.

Es hasta entonces que podemos escuchar las enseñanzas.

"La vida tal y como es. 
Estoy list@ para abrir mis ojos a las circunstancias de la vida tal y como es. 
No voy a intentar verla como mística o espiritual,  sino como es.   
No voy a verme más como alguien místico o espiritual sino simplemente como lo que soy.

Acepto al otro como es también, caminamos juntos.  
Sin depender de nadie. " 

Entregarse,  estoy empezando a entender,  no tiene nada que ver con ser tonto o profundo.  No se trata de niveles ni hay ninguna evaluación.  Nos entregamos porque queremos comunicarnos con el mundo.  Queremos comunicarnos con nuestro maestr@,  dejar de estar perdidos en las infinitas proyecciones de nuestra mente.  No nos avergonzamos de las zonas más oscuras de nuestra psiquis y le presentamos TODO al objeto de nuestra entrega.

Y así la entrega deriva en ser capaces de trabajar juntos con inspiración,  ser juntos cántaros abiertos que la Gracia pueda llenar.

Esta apertura y esta entrega son las que estoy experimentando en Mysore esta vez.  Sólo así puede uno realmente trabajar con un maestr@. Sólo reconociendo nuestra riqueza fundamental,  sabiendo que somos merecedores de las enseñanzas.

Sabiendo que podemos relacionarnos con las oportunidades que vengan a nosotros de aprender y ser capaces,  como me está pasando esta vez,  de simplemente recibir.





La vida es mejor sin expectativas

Hoy fue el último día de mi práctica esta semana. Mañana es Primera serie y todos practicamos juntos bajo el count preciso de mi maestro.


Me remonto un año atrás:  el año pasado fue muy difícil este viaje.  Mi práctica se sentía muy pesada. Mi vida personal todavía estaba enredada.  Mi ex y yo pasamos muchas etapas en el soltar. 

Cómo uno se siente en su vida se traslada automáticamente a la alfombra.   He sentido la diferencia este año:  aunque la práctica sea la misma (incluso con más posturas),  me siento bien,  entera y sólida por dentro. 

Motivada.  Cansada claro pero ya vienen dos días de descanso.

Y viene mi cumple la próxima semana.  Este cumple que hace ya más de diez años celebro en Mysore.  

La vida transcurre con deleite,  serenidad,  paz interna y alegría por las simples cosas.  Releo mis propias letras antes de partir al viaje 12.

Termino mi última práctica antes de partir de nuevo a India.  Tercera Serie es un reto a todo nivel pero me deja con una alegría que se asemeja mucho a este sol de verano en mi tierra.

Me deja llena de energía.

Es un día muy lleno:  organizar la ida al otro lado del mundo logísticamente es un reto de detalles.  

Pienso y repienso,  reviso mi listado de pendientes.

Adónde anoto el corazón roto?  

Y
 los abrazos que no voy a dar?  

Qué hago con el hueco en la panza?  

Y los ojitos que llaman a su mamá?  
Las manitas?  

No se pone más fácil en este camino.
Ya lo sé.

Hoy mientras practicaba con las palabras de mi maestro por dentro,  sus instrucciones en mis oídos, sus consejos,  comprendí que hay una parte mía que quisiera que en algún momento me "aflojara" la intensidad.  Y en ese mismo instante,  en el preciso momento en que mi parte comodidosa y halgazana quiere sentirse escuchada tengo un destello de certeza.

En la práctica que hago,  hay formas de "simular"  que uno hace.  Muy parecido a cuando he simulado en mi vida y he dicho sí en vez de no.  Y esta práctica desenmascara todo.

La actitud. 
Las transiciones.  
La respiración.  
El estado mental.  
Los sentimientos.  
La fe o la incredulidad.

Hoy simplemente decidí probar no darle más energía a mi resistencia.
Vivir sin esperar nada a cambio.

Aceptar que la vida no tiene que ser perfecta para ser hermosa.

Hoy quiero creer,  a pesar de todo lo que me invita a no hacerlo: pensamientos que vienen y van y que no tienen nada que ver con mi realidad.  Quiero creer que todo es posible si uno lo intenta. Que no importa cuánto nos disuadan de nuestro camino e intenten cortarnos las alas, ya sea con palabras o acciones,  la fuerza de nuestro espíritu es indomable.

Aquellos que me aman están conmigo en las buenas y en las malas.  Para ustedes mis oídos y corazón.  Lo demás no existe, aunque en su momento quise agradar a mucha gente.  El camino espiritual es a menudo de una soledad lacerante y sólo uno sabe qué está encontrando y qué está arando y sembrando para el momento de la muerte.  Me voy en paz para India porque sé que soy un ser que no vive de convencionalismos ni nunca lo podrá hacer.

Tantas etiquetas que todos soportamos en esta vida por el qué dirán.  Tanto que nos distrae de nuestra verdadera conexión.  Sigo el impulso de mi corazón de ir a estar cerca de mi Maestro, alguien que con su ejemplo y presencia me enseña a no claudicar.

Amo de una manera poco convencional:  otorgo alas.  Y pido lo mismo,  es muy simple.  Esos amores que nos condicionan la vida son agua pasada para mí.  Mis compañías son aquellas que puedan vibrar al unísono en un deseo ardiente de libertad para todos los seres vivientes.  Sé que todos los humanos padecemos el veneno de los apegos y sé que los míos propios me han causado muchos dolores de cabeza en el pasado.

He aprendido y mi querida práctica me enseña cada día el valor de seguir adelante.  Y a veces, muy de vez en cuando, suceden eventos que me dan impulso e inspiración.

Como hoy.


miércoles, 13 de enero de 2016

India y Ariel: diez mil horas

Ya van cuatro días de mi práctica y estoy bien cansada.


Sudo tanto,  tantísimo en mi práctica que no puedo ver.  Dos horas completas hice hoy. Tengo que limpiarme el sudor después de cada postura.  El sudor arde en mis ojos.  Siento que me estoy volviendo literalmente al revés.

Sin embargo,  me siento fuerte.  Puedo terminar mis balances de brazos sin detenerme.  El año pasado tenía que tomarme un descanso entre cada uno.  Y él me decía:

"YOU No stop."

Y yo pensaba:  

"No tengo la fuerza.  De dónde quiere que la saque?"

Pero he ahí la magia de la confianza en el maestro:  él sabía que venía,  que estaba en camino.  Yo no.  Y aún así confié.  El año pasado hice mi práctica como me la prescribió.  Y ahora veo los resultados.

Cuánta confianza puedes tener en tu maestro?
Hasta qué punto estás listo para rendirte?

Estoy en casa muerta de sueño y lista para una siesta.
Es mediodía y Mysore arde de calor.

Pero antes me remonto al viaje con Ariel,  mi amado hijo que está siempre en mi corazón al igual que los otros seis.

Viaje 11:  continuación

India lo lleva a uno a un lugar nuevo en cada viaje.


La oportunidad de compartir con mi hijo es un regalo invaluable.  Lo escucho,  me interesa todo lo que dice.  Acabamos de ver un video de TED sobre el talento.  Hablaba el experto de cómo se vuelve uno bueno en algo:  diez mil horas de práctica ininterrumpida,  sin distracciones,  con mucha disciplina.

Más o menos diez años. 

Me pregunto si para ponerle diez mil horas a algo no tendremos que estar genuinamente enamorados del tema.  Recuerdo mis primeros pasos como mamá:  mi bebé Hernán en manos de una casi adolescente que todavía no entendía cómo alimentarlo,  vestirlo,  cuidarlo.  Conejillo de Indias en manos inexpertas pero amorosas.  Y lo comparo con la facilidad y comodidad con que pude criar a mis tres retoños pequeñitos quince años después, sin miedo a que se quebraran.

Hay sido más de veinte años de ejercer el oficio sagrado de la maternidad.  No sin antes entender que no es para todos.  Decidir traer hijos a este mundo ha sido para mí una fascinación completa. Me parece un milagro ser canal de tanto amor.  Cada uno de estos seres me ha maravillado desde el instante que supe que estaba embarazada.  Cada uno es un cúmulo de cualidades y sorpresas, todos distintos,  todos perfectos a mis ojos.  Me han enseñado tanto sobre cómo salir de mi ensimismamiento.  

Me han regalado la posibilidad de entender la vida desde una perspectiva más amplia.

Lo mismo ha sucedido en mi camino en el yoga.   Sé que le he puesto con todo porque me encanta.  Además de encantarme,  me ha dado muchos otros regalos:  sanación,  tranquilidad, conexión, maestros, buenos amigos,  sueños,  viajes.  Pero incluso si no existieran estos bonos lo haría de igual manera porque amo lo que hago.

Hoy conversaba con dos amigos de España y hablábamos de cuán subjetiva es la calificación de maestro en el mundo del yoga.  Gente con prácticas de asana increíbles pueden carecer de toda preparación pedagógica.  Personas con prácticas modestas pueden tener un genuino deseo de servir y ayudar a otros.  Creo que cada caso es único y he ahí donde radica la maestría de mi Guru para determinar quién está listo para estar bajo su ala.

Siento que esto de India y el yoga viene como una consecuencia de querer conocer,  en mi caso desde que estaba muy pequeña,  todo lo que tenga que ver con Dios y sus santos en este mundo. Mis libros preferidos eran  Juana de Arco y Bernadette.  Siempre escuché con fascinación las historias de santos como el Padre Pío en Italia,  los tres pastorcitos de Fátima y Marisa la de Costa Rica.  San Francisco de Asís me cautivó y cuando puso los pies en Assisi en Italia sentí que llegaba a una Mecca.  Lo mismo cuando vine a India la primera vez.  Como si todos mis deseos de niña de sentirme cerca del Dios estuvieran siendo respondidos.

Mi Jefe aquí en Mysore- el Boss-,  desencadena en mí sentimientos encontrados.  Por un lado,  un grandísimo respeto y devoción.  Por otro, un miedo atroz.  Comprendo su responsabilidad al sostener y continuar el legado de maestros de la talla de Krishnamacharya y su abuelo.  Veo su humanidad y no entiendo todavía cómo es que hace para sostener tanto.  Hablar con él me afloja las piernas y me asusta.  Estar en su presencia me conforta y me lleva al límite.

Estas primeras diez mil horas en su presencia me han enseñando mucho y a la vez,  me tienen como una niña pequeña totalmente desubicada a sus pies.  Supongo que mi parte consiste simplemente continuar comprometida con lo que hago.  Ese es el mejor homenaje que puedo darle desde mi amor por el gran servicio a todos nosotros.

Dentro de un rato voy a ir a saludarlo y a presentarle a mi querido hijo.  Conmovida y contenta de poder conectarlos.  Así que creo que las diez mil horas que he pasado en mi mat tienen el mejor corolario:  ser capaz de compartir lo que amo con quien amo.

Qué más alegría para una madre.




martes, 12 de enero de 2016

India con Ariel

Amanezco muy temprano.  Ya mi reloj interno se despierta solo.  Me muevo en la cama...ouch.  Me duele todo. 
TODO.

Ayer hice por primera vez mi práctica completa:  segunda completa y tercera tres cuartos.  Destrozada en el cuerpo pero con un espacio interno tan vasto,  el corazón abierto de par en par y una sonrisa en los labios. 

El shala está muy lleno.  Sólo entrar ya se siente el calor.  Mi amigo Vairaghya me ajusta con maestría y salgo feliz de la vida.  Todo dura una hora y media adentro,  más media hora de espera.  Salgo al sol de la mañana, al agua de coco,  a una de mis canciones preferidas.

Murugesh,  el chofer del rickshaw,  no llega a tiempo.  Se atrasa una hora.  Pierdo mi cita pero no pasa nada. Aquí todo fluye distinto.  Todo se puede resolver.  Qué gano con enojarme?  Tanta gente que anda por la vida enojada perennemente y descarga su ira e insatisfacción en los demás.

Siempre habrá detonantes,  siempre las cosas serán distintas a como queremos que sea.  Podemos resistirnos o podemos aceptar.  Mysore me sigue dando el regalo diario de ponerme en un lugar de compasión,  de alegría y de respeto por el otro.

Reacomodamos horarios.  Nos reímos.  Acordamos vernos más tarde.
Y todo bien.

Y recuerdo el viaje con mi querido hijo Ariel hace dos años. Cómo lo extraño por acá.

Viaje 11

Jet lag espantoso.

Tengo que dormir.  Pero no puedo conciliar el sueño,  el dolor de cabeza es intenso.  Me llegan mareos y náuseas,  como si siguiera montada en el avión- que por cierto,  tuvo muchísima turbulencia sobre el Atlántico. 

India nos recibe con su olor característico, mezcla de incienso,  sudor humano,  boñiga,  humo de quemas y curry.  Todo se arremolina para hablarme sin palabras,  recordando mil y una experiencias que me ha dado sin nombrarlas,  sólo a través de sensaciones y recuerdos  fugaces.

Me acuesto porque no estoy logrando desempacar.  Entre las carreras de inscripción a la escuela de los dos, mandados básicos y un tour rápido de Gokulam,  me complace ver a mi cachorro feliz y emocionado. Como si siempre hubiera estado aquí. Enternecido con los niños,  jovial con los otros estudiantes y la gente de acá.  

Se lleva el primer chasco cuando olvida settle the price con el rickshaw-wala  antes del ride y le cobra un ojo de la cara.   Lección que no olvidará.

Se hace amigo instantáneamente de varios chicos indios.  Alquilamos su scooter.

El frío de la mañana da paso a un caluroso mediodía, seguido por un atardecer fresco.   Mañana practicamos juntos a las 7 am donde Saraswati y está oscuro y nublado a esa hora.  Me emociona acompañarlo y practicar juntos.  Una semana diferente,  una semana más tranquila.

El Main Shala está taqueado y no hay forma que me admitan para entrar antes. Así que dejo todo en manos del de Arriba y me dispongo a hacer cambio de planes.  La única constante por estos lados es esa.

Siento una gratitud absoluta por estar de nuevo acá. Hemos topado a muchos amigos,  queridos amigos de aventuras y tragedias por muchos años.  La camaradería es palpable,  el cariño presente.  Esa es la conexión que deseo fortalecer,  el vínculo que me interesa conservar.  




la brisa de India.
el sol anaranjado y brillante.
los ojos dulces de una niñita recién nacida.

los aretitos de un bebé de tres años.
la trenza blanca de una diosa en la edad de oro envuelta en su sari.

y la sonrisa franca del guarda de mi edificio cuando le presento a Ariel como un "good friend"....

Sí, un viejo amigo.  
Uno muy viejo y amoroso.