viernes, 25 de enero de 2013

Vasant- Primavera




Termino hoy viernes, ultimo día de la semana ashtangi, en un concierto de saroj y tabla, instrumentos indios magistralmente tocados por dos músicos espectaculares: un alemán y un indio respectivamente.

El sonido de las ragas al atardecer acaricia las cuerdas de este instrumento de sonidos exóticos, lleno de la vibración multicolor del caleidoscopio indio. La tabla y el saroj se comunican rompiendo el silencio, como dos amantes que se confían sus más intimos secretos.

Pienso en esta tierra llamada India. Mutilada en dos en uno de las particiones más violentas de la historia, donde hermanos se volvieron contra hermanos, reflexiono sobre su resilencia- esa capacidad de sobreponernos a las desgracias y seguir adelante.

Pakistán entro en el mapa desangrando en dos el estado del Punjab, al norte. El 15 de agosto seria una fecha trágica para muchas familias. Despojadas de sus tierras y pertenencias, afrontaron la disyuntiva de huir al nuevo Hindustán- tierra de hindúes y siks- o morir en manos de sus hermanos musulmanes. La Partición dejó este país sangrante, con millones de muertos, perdidos y refugiados.

Imagino ser una niña pequeña en una estación de tren atiborrada de gente. No hay espacio para nada, tengo que hacer mis necesidades primarias en el suelo, entre muchas más. Huele a podredumbre, heces y orina. Las miradas de mis padres están llenas de tristeza y desolación. Abandonaron todas sus pertenencias, sólo me conservaron a mí. Tengo hambre y sed, hace demasiado calor a pesar de que es más de la medianoche.

El pito del tren que nos llevará a lugar seguro se escucha a lo lejos. Inmediatamente, la estación entra en pánico. Todos se levantan y aprieto fuerte la mano de mi madre. El tren se avecina, no puedo verlo pero si escucharlo. Me aferro a la mano segura, hay gritos y desesperación por todo lado.  Los gritos ensordecedores me aturden. Veo  el techo del tren repleto de gente.  Y siento el empuje y sofocación de la muchedumbre.

Mi madre llama a mi padre pero ya no lo veo. Todos buscan una entrada en cualquier vagón, mi madre no me suelta. No hay forma de acercarnos y de pronto, suelta mi mano.  Escucho sus gritos: "Vasant!! Vasant!!!" Siento el vacío de la soledad: el hueco instantáneo de mi muerte. Dejo de escuchar el ruido desgarrador del miedo y mi consciencia deja mi cuerpo pisoteada por la multitud.~

El saroj se apacigua y regreso al concierto. La raga que termina es la raga de la Luna.  Regreso a este cuerpo, a esta vida. Siento una paz hermosa  mientras regreso al apartamento, la luna casi llena me acompaña.  Paz de saberme de nuevo en esta tierra,  inmersa en esta India moderna pero sin olvidar la otra.

Esa donde aprendí el desgarro de la separación. Esa que me enseño cuán intensas pueden ser las experiencias en este mundo.

Esa que continúa llamando mi alma con insistencia para que nunca olvide la fragilidad de estar en este cuerpo. 

La absoluta, impermanente y sublime experiencia de esta encarnación.

martes, 22 de enero de 2013

Alegría por los demás

La vida en Mysore transcurre apacible y serena.

Aquí el highlight del día es la práctica en el shala.  A algunos les toca muy temprano,  4 am.  Y de ahí,  hasta las doce transitamos unas trescientas personas ahora en high season.

Hay dos lugares de reunión obligatorios durante el día:  el Coconut Stand y la casa de Ganesh.  El vendedor y gerente general de las pipas se llama Guru.  Guru es el dueño del Coconut Stand,  lo atiende con sus hijos y venden creo que unas 10 pipas por minuto!  El clima ahora en el Sur de la India es caluroso y las temperaturas suben aún más a partir de marzo. El monzón aplaca el calor hasta por ahí de junio.  En fin,  Guru es el salvador que impide que  todos muramos deshidratados.

Ganesh y Anu son una pareja que nos ayudan a todos por acá desde hace muchos años.  Cuando todavía no existía el wi-fi,  tenían un internet café pequeñito donde servían chai y jugos de uva mientras uno estaba en la compu. De ahí fueron creciendo y ahora tienen almuerzos diarios y smoothies y refrescos todos los días a las 5 pm.  De ahí vengo llegando.  Es una terraza abierta y sencilla.  Desde ahí, el atardecer en Mysore- mi hora favorita- se aprecia muy bien,  con la caricia de la brisa cálida y las sonrisas de los yogis y yoginis que llegan a completar la escena.  Algunos de nosotros venimos por un Jeera Lassi solamente ( una especie de yogurt con agua y comino),  otros más golosos no perdonan su helado de chocolate con dátiles,  almendras y pasas.  Hay niños pequeñitos,  perros,  gente de todas las nacionalidades y dos meseros muy amables.  Ganesh saluda  a todos con su calidez legendaria y Anu prepara la comida con mucho amor.

Mientras estoy en la terraza, leo que un amigo publica una investigación que se acaba de hacer en Alemania sobre Facebook.   El titular dice: " Es oficial: Facebook te hace miserable."

Leo esta publicación escrita por académicos alemanes donde cuentan cómo afecta la red social las emociones de las personas.  Un tercio de los encuestados por el Berlin Humboldt University dijeron que se sentían peor después de visitar el site.

Los celos parecían ser el sabor que Fb dejaba en las bocas de los entrevistados.  Fotos de sus amigos disfrutando de viajes, vacaciones y eventos familiares dejaban a los alemanes con los ojos verdes de la envidia.

Se concluyó que aquellos que pasaban su tiempo viendo perfiles de otros en vez de participar eran los que se sentían peor.  De todos los 600 evaluados en el estudio, aquellos que revisaban Fb sin participar eran los más afectados.-


Terminé de leer el estudio y sentí una profunda tristeza.  Tristeza porque nunca había pensado en esa   gente que usa su tiempo en ver las vidas de los demás.  Pero también,  porque en vez de alegrarse se deprimen.  Hay algo muy absurdo en todo esto.

Mi mente se transportó a mi querida Costa Rica y me puse a pensar en todas aquellas almas creativas que dejaron nuestro país hace muchos años.  Don Paco Zúniga,  Eunice Odio, Yolanda Oreamuno, Chavela Vargas.  En esos tiempos no existían estos medios tecnológicos,  pero imagino que tuvo que haber algo de esta vibración para que decidieran ir a buscar vida a otro lado.

Termino mi reflexión agradeciendo a todos mis maestros y a mi práctica de yoga por permitirme ver las noticias de mis amigos y amigas con una sonrisa en los labios.  Cada vez que nace un  bebé,  que hay fotos de niños felices de padres que conozco,  que algún amigo o amiga cosecha un triunfo, hace un viaje,  disfruta un momento o postea un pensamiento,  mi corazón se ilumina.  Se enciende porque siento que hay tanta sabiduría en los medios y que somos muy afortunados de poder accesarla con tanta facilidad.

También, porque gracias a Fb he podido reconectar y mantenerme cerca de mis amigos, viejos y nuevos.  Me alegra verlos en sus vidas creando,  experimentando y compartiendo.  Mi corazón se alegra por sus éxitos y ojalá así sea cuando ellos lean sobre mi propia vida.

Con un sentimiento de gratitud,  me preparo para dormir.  Aquí vamos a la cama tempranito.  Me acuesto con la imagen de esa gente triste en la mente y les envío buena vibra para que empiecen a disfrutar su vida al máximo.  Que no sean sólo testigos de las vidas de otras personas,  sino que sepan que todos tienen un gran canvas donde pueden pintar con todos los colores de su imaginación.  Rezo para que se salgan del paradigma y condicionamiento de sentirse menos capaces y descubran el poder de su propio corazón y la valentía de atreverse a equivocarse.  Se vuelvan protagonistas en vez de observadores.  Creadores como lo somos todos.

Y también pienso en todos esos seres privilegiados,  artistas destacados que dejaron nuestro suelo costarricense.  A todos ellos,  mi más profundo respeto y homenaje.  Ojalá esta fuga de cerebros no siga sucediendo en nuestra pequeña Costa Rica.  Que sepamos celebrar la creatividad en cada uno de nosotros y encontremos en nuestros compatriotas apoyo para nuestros sueños.

Muerte al serrucho.


viernes, 18 de enero de 2013

Los frutos de nuestras acciones

Amanece en Mysore.
Hoy es mi cumpleaños.

Como decía Hemingway,  los que escribimos nos sentamos frente a la máquina de escribir a sangrar.  Eso es en realidad lo que uno hace porque no tiene opción:   cuando se siente triste,  solo o confundido.  Cuando la vida se pone intensa y oscura.

Acabo de hablar con Marco y mis bebés.  La conversación me deja simplemente en el suelo.  Me pregunto qué diablos estoy haciendo aquí sola tan lejos,  si realmente lo que estoy haciendo vale la pena.  Los extraño demasiado. Cuando empecé esto,  mi pasión por el yoga me movió pero nunca busqué ningún mérito personal.  Sólo vi que era una herramienta de sanación poderosísima y que podía compartirla con otros que,  al igual que yo,  habían topado con cerca en su búsqueda interna.

Los cambios que empecé a notar en mí misma me impulsaron a seguir viniendo. Sin embargo,  diez años después hoy topo con una pared interna que me obliga a preguntarme:  "Realmente es esto lo que quiero?  Tengo la fuerza?  Tengo el deseo tan inmenso que mi maestro me pide?"

Han sido muchos años y el camino ha sido arduo.  Ayer que hablaba con unos amigos,  una pareja que están aquí con su bebé de año y medio,  se sorprendían de saber que tengo siete hijos y que a pesar de eso estoy aquí en mi décimo viaje.  Me decían: " Y Sharath sabe eso?  porque en el momento que sepa te certifica!!"  

No me interesa la certificación.  Me interesa que esto se conozca y toque a la gente que aprecio y amo y ojalá a muchos más.   Me despierto hoy pensando en Arjuna y su dilema:  cumplir con el Dharma- la misión,  el destino- no es nada fácil.  Los que somos pioneros en algo compartimos esa desazón de la incomprensión del status quo y la crítica al cambio de paradigmas.  Hoy me despierto y no siento la fuerza.  Me siento sola y desamparada.

Ser absolutamente honesto sobre cada paso que damos en esta vida implica una fuerza más allá de la mente. A veces,  sinceramente quisiera mandar todo al carajo y dedicarme a una vida predecible y tranquila.  Llegar a India cada año es como subir el Everest: mi propio Everest,  un reto en todos los sentidos que implica un enfoque brutal.  Estar aquí en el shala es una batalla diaria donde siento que voy a morir cada día.  Estar lejos de quienes amo me rompe el corazón.

Leo el Bhagavad Gita y comprendo que desde Arjuna,  todos los seres humanos que anhelamos despertarnos hemos estado en esta encrucijada.  Si cumplimos con nuestro dharma,  herimos a otros y tenemos que hacer sacrificios inefables.   Si no cumplimos,  sentimos que la vida no vale la pena.

En esta ambiguedad interna y confusión mental sale el sol.  En estas divagaciones internas me pierdo.  Ah, pero en eso recuerdo que hoy también cumple años Rocío.  Rocío es la quinta maestra costarricense que viene a Mysore a mi escuela.  Se fue a practicar muy temprano y ahorita está de regreso. Voy a bañarme para decirle que vayamos a desayunar una dosa,  esa crepas estilo Mysore super picantes...y tal vez, después quiera ir conmigo a un palacio muy hermoso que está fuera de Mysore,  el Lalita Majal.


Mientras me baño,  pienso en todo el esfuerzo que he hecho por muchos años para estar aquí vale la pena porque Rocio está aquí.  La admiro y respeto,  como admiro y respeto a todos aquellos que ya han estado aquí de Costa Rica y a todos aquellos estudiantes que están practicando con devoción y fe en nuestro país.     A todos aquellos que están poniendo su corazón en lo que hacen en todo el mundo.

Y de pronto,  siento que tal vez lo que he transmitido no ha caído en tierra muerta.  Aunque sólo florezcan pocas plantitas,  las enseñanzas de mi maestro están vivas en Rocío:  un ser lleno de amor,  de compasión y de entereza interna.

Agradezco a Dios el haber sido canal para que alguien más se inspire y se salga del molde.  Aunque sean sólo unos pocos,  no importa.  Los que sean.  Si uno sólo lo logra,  es porque tal vez mi trabajo  ha servido de algo.  Si lloro mientras escribo por la tristeza de estar lejos,  tal vez estas lágrimas no sean en vano.

Feliz cumpleaños,  Rocío!
Vamos a desayunar!!


miércoles, 16 de enero de 2013

Deseo ardiente

Estos días en Mysore le abren a uno el cuerpo,  pero sobre todo la mente y el corazón.

Hoy me desperté muy temprano para hacer una entrevista a un Programa de Radio que se llama Plena Luz.  Me preguntaban sobre los efectos del Ashtanga Yoga como método de sanación y lo único que se me vino a la mente fueron los rostros de mis estudiantes:  antes y después.  Antes, cuando llegaron por primera vez al Estudio,  muchos con el corazón roto, el cuerpo desbaratado y sin energía vital. Y ahora, verlos motivados,  entusiasmados,  felices,  no importan los años que tengan,  es para mí la confirmación de que esta práctica funciona.

El Ashtanga Yoga es para aquellos que se sostienen y ahí es que el maestro de mi maestro, Krishnamacharya,  tenía mucha razón.  No todas las personas tienen despierto el músculo interno de la voluntad.  Muchas mentes son esclavas de hábitos perjudiciales como comer y dormir en exceso,  chismear sobre otras personas o ingerir sustancias dañinas.  Esta práctica está destinada a aquellas almas que de alguna forma están listas para dar un salto cuántico. Y eventualmente,  todas las almas lo darán, cada una a su tiempo.

En la entrevista hablamos también de que esta práctica está diseñada para gente que vive en el mundo,  no para renunciantes. Existe todavía el mito de que uno tiene que renunciar a la vida material para encontrar a Dios:  lo confirma nuestra religión católica y los sacerdotes y monjas.  Pero aquí es diferente: aún en medio de nuestras obligaciones como padres y madres,  con un trabajo,  con responsabilidades materiales, siempre podemos practicar y anhelar esa conexión divina.  Esta práctica es para todas las edades,  formas,  tamaños y condiciones de salud.

Hoy caminaba al shala con una querida amiga de años y me contaba que ya tiene tres nietos!  Qué maravilloso una abuela que se pare de cabeza!  Que venga a India cada año y que sienta pasión por su camino espiritual! Sus nietos son muy afortunados.

El Ashtanga Yoga como camino de sanación funciona si se hace.  Hay tanta literatura,  vídeos, información por todo lado. Pero hasta que uno abre su alfombra,  se arremanga y está dispuesto a verse con mucha honestidad,  a respirar y a sudar,  se da cuenta de lo que decía mi querido Guruji:  "Body not stiff,  mind stiff."  Las series son repetitivas pero siempre nuevas:  cada día, es vernos en un espejo y con mucha paciencia,  ir desenredando nuestra psiquis a través del milagro de estos cuerpos.

Realizar nuestra mente cerrada da mucha tristeza.  Mi propia mente me ha jugado muchas pasadas.  Incluso ahora,  mientras espero en el vestíbulo del shala a que me llamen,  la escucho diciendo:  
"Y para qué diablos estás haciendo esto tan difícil? Te vas a lesionar.  Tercera Serie es sólo para hombres,  las mujeres no tienen esa fuerza."

La escucho como escuchar a alguien más y cuando empiezo mi práctica,  la siento ahí atrás, observándome.  Pero no le hago caso.  Cuando termino,   sudada hasta el alma,  cansada pero en éxtasis,  ya esa mente necia está totalmente callada.  Y me doy cuenta de que puedo escoger hacerle caso o no.

Este discernimiento espero incorporarlo cada vez más a mi vida en Costa Rica.  En nuestro pequeño país que apenas se abre a las enseñanzas del Yoga y terriblemente influenciado por toda la US,  India parece una quimera y un sueño imposible.  Pero si yo he podido venir 10 veces a pesar de todas mis obligaciones familiares y profesionales,  cualquiera puede hacerlo.  Veo a mis estudiantes,  muchos de ellos con todas las condiciones económicas, de vida y familiares.  La mayoría solteros o con uno o dos niños,  la mayoría con hijos grandes y la libertad que esto implica.   Tienen todas las posibilidades,  sólo necesitan avivar el fuego del tapas, ese deseo profundo por la transformación.

Creo que mi único mérito en esta vida es que nací con ese fuego ardiente.  Desde pequeña,  sentí que toda el paradigma social me quedaba pequeño.  Traté por todos los medios de "fit in":  estudié en la Universidad, me hice abogada- una profesión bien-  me casé bien,  tuve mis hijos,  seguí estudiando...y de pronto,  todo ese mundito se me cayó.  Bendito Dios.  Ahí fue que pude empezar a explorar quién era realmente Mariela y qué le gustaba.  Con quién quería estar,  no por conveniencia ni comodidad sino por amor y cómo quería pasar sus días.

Tratar de calzar es algo que todos hemos intentado y la mayoría hemos salido decepcionados y deprimidos.  "Fit in" dentro de qué?  La sociedad occidental está tan enferma:  incluso en el mundo del Yoga,  el materialismo espiritual es rampante.  Surgen burocracias innecesarias en un mundo donde lo único necesario es el maestro y el estudiante.  Qué tristeza contemplar el surgimiento de intermediarios en esta relación que es absolutamente sagrada e íntima.


Mientras practico,  rezo porque muchos más puedan encontrar lo que yo he encontrado:  una conexión genuina y directa con mi Creador, esta fuerza de vida que palpita en mis venas y  hace latir mi corazón. Cuando estoy en medio de las posturas más difíciles y siento que los músculos me van a explotar,  agradezco contar con un espacio donde pueda sentirme realmente viva.  Después de la práctica,  el mundo es un lugar mejor porque yo estoy en un lugar de mayor receptividad:  más clara mentalmente,  más abierta a los regalos del día y a cada ser que topo en mi camino.

La práctica con un maestro por un largo período de tiempo nos trae la paz.  Esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Mientras lavo la ropa en nuestra super lavadora india- que toma como 2 horas-  sonrío de pensar que de hecho me encanta lavar ropa!  o cocinar,  o lo que sea...

Cuando estoy en este lugar,  la vida me sonríe y yo puedo,  con toda el alma,  sonreírle de vuelta.

Mysore,  17 de enero, 2013

lunes, 14 de enero de 2013

Mamás diferentes

Mientras camino al shala,  me topo a un papá con un coche.  Va a esperar a la mamá que está practicando y hacen cambio de turno.  Tantos niños por acá!  Es hermoso ver las nuevas generaciones de yoguis,  viviendo la experiencia con sus padres.  Todas esas almitas, dice el Bhagavad Gita,  sabían que sus papás hacían yoga y por eso nos escogieron.  Qué honor!

Me encuentro con una amiga y me dice que están escribiendo un libro sobre el Ashtanga Yoga durante el embarazo y su impacto en las vidas de mamás y bebés.  Me encanta el tema y le prometo escribirle algo.  Regreso de mi práctica inspirada:  mis hijos son el tesoro más grande que me ha dado esta vida y el Yoga me ha ayudado a criarlos con principios nuevos y refrescantes para el modelo de sociedad patriarcal que viven muchos en Costa Rica.

Primero que nada,  esta práctica me ha enseñado paciencia.  No sólo en el asana,  en la vida.  India le enseña a uno paciencia.  Y para llevar un embarazo a buen término se necesita mucha.  Para criar a pequeñitos,  adolescentes y jóvenes adultos con ecuanimidad también.

Cada uno mis embarazos fue diferente.  En los primeros dos,  aunque estaba muy joven, siempre realicé la bendición de sentir a mis hijos dentro de mí.  El milagro más grande de todos:  que el fruto del amor le pegue a uno una patadita  y le recuerde que hay vida gestándose en estos cuerpos.

He aprendido mucho sobre la gloria del desapego y la libertad.  En un mundo donde muchos progenitores no pueden- ni quieren-  cumplir con sus sueños,  los hijos se convierten muchas veces en prisioneros de las expectativas de los padres.   Un papá o una mamá feliz con su propia vida va a criar hijos que a su vez busquen alegría y libertad.  Es inevitable.

En medio de todos los cambios que implica un embarazo,  un parto y la crianza de un hijo,  he aprendido que sólo soy un instrumento del Prana,  de Dios, de la Vida.  Mi cuerpo ha gestado y parido 7 veces.  He practicado el surrender total a esa energía más grande.   Y en realidad lo único que tuve que hacer fue estar dispuesta y entregarme a la experiencia.



Con el embarazo de Hernán,  mi primogénito,  hice Yoga.  Había en ese entonces una maestra muy anciana y muy sabia y la iba a ver una vez a la semana.  Además,  nadé mucho y estaba en muy buen estado para el parto.   Me cuesta describir a este ser inmenso que vino a través mío:  su carácter es sereno y al mismo tiempo,  de una profundidad poco frecuente.  Su aura está llena de luz y tiene una presencia natural.  Con esa misma naturalidad,  se acercó en su momento al yoga cuando tenía 15 años y compartió con muchos los dones de su práctica y su música.

Mi segundo embarazo,  mi querida Adriana,  fue pedido y anhelado. Sin embargo,  a los 4 meses tuve un sangrado muy grande y el bebé casi se va.  Tuve que guardar reposo y mantenerme muy tranquila.  Creo que esa fue la lección más linda que me trajo Adri.  Además,  estaba preparando un exámen de la Licenciatura en piano y practicaba más de 8 horas al día.  Recuerdo que dos semanas después del parto,  con un salvavidas en la banqueta para poder sentarme,  presentaba el examen y lo más increíble fue que lo pasé.  Adri es música en este mundo en todos los sentidos:  un ser lleno de gracia y con un talento superior para las artes.

El embarazo número tres,  Ariel,  me pidió encontrar mi guerrera interna.  En medio de una separación muy dolorosa de su papá,  quedé embarazada y fue un embarazo-reto en todos los sentidos.  A mis 28 años,  el retorno de Saturno,  mi mundo se deshizo y en medio de la panza,  tuve que empezar todo de nuevo.  Con un bebé de 8 meses a bordo dentro de mí,  hice un viaje providencial al otro lado del mundo,  Israel.  Estuve en Masada,  en Jerusalén y en todos los lugares santos con  este León de Dios-  el significado de Ariel en hebreo.  Sería imposible describirlo con palabras: sólo estando con él siente uno esa energía que palpita con la intensidad de un nómada del desierto.  Ariel bendijo mi vida con la quintaesencia de la ternura y sus besos y abrazos desde recién nacido me reconfortaron el alma en momentos difíciles y lo siguen haciendo.



Gabriel vino después.  El ángel mensajero. Un regalo con un mensaje inesperado pero muy bien recibido:  el más pequeño de esta camada fue recibido con tanto amor por mí y por sus hermanos.  Ser brillante en su mente y claro en su plan de vida,  posee un humor muy fino y determinación perenne.



Pasaron 10 años.  En estos diez años,  mi vida de abogada fue cediendo poco a poco al llamado de mi corazón.  Una clase de yoga a la semana se volvió el sentido de mi vida,  en medio de papeleos legales, contiendas ambientales y deseo de liberarme del yugo de una profesión que nunca me llenó.

India apareció en el panorama.  El llamado a este lado del mundo implicó mucha creatividad,  desapego y enfoque para viajar tan lejos y encontrar la forma de no claudicar.  Mis cuatro hijos mayores han sido siempre la inspiración para seguir viniendo:  deseo que entiendan que en esta vida uno tiene que hacer lo que ama porque el tiempo es muy corto.

Con ellos,  sólo he deseado que simplemente sean felices.  Que encuentren algo que los apasione y le apuesten con todo.  Que amen desde la médula, aunque eso implique que les rompan su corazón. Que el miedo no sea un impedimento. Hernán y Adri ya están viviendo sus propios sueños,  sobreponiéndose con su fuerza de almas viejas a ataduras internas que se vuelven inocuas ante la presencia de la pasión.



Mi maestro decía:  Practica y todo llega.  Yo sólo sé que le dí el sí a esta práctica de vida y me lancé al vacío.  Dejé relaciones en las que no me sentía realmente feliz.  Proseguí mi camino sin esperar nada y la vida me dio todo.  En medio de todos los cambios,  trajo a la puerta del estudio a un hombre bueno y gentil que quería practicar.  Y me enamoré.



Y entonces empezó mi segunda vida.  Así la siento.  Después de un encuentro de almas apabullante que nos llevó al altar en un mes,  la noticia de mi quinto embarazo movió mi mundo.  A mis 40 años,  empezar todo de nuevo!  Con la inspiración diaria del amor,  nos arremangamos para recibir a Gael.  Gael me acompañó en mi vientre en mi sétimo viaje a Mysore y absorbió toda esta energía.  Ahora,  ya casi a sus 5 años,  sólo desea venir a India y le encanta estar presente en las clases del Estudio. Pasa pintando ángeles y llena la casa con sus risas y carcajadas constantemente.


Theo hizo acto de presencia dos años después,  aquí precisamente en India.  Me vine sola y aquí supe que estaba embarazada.  En una mezcla de shock y alegría,  pasé mi mes de práctica en medio de achaques y vómitos,  embelesada con esta almita que escogió hacerse presente en estas circunstancias.  Theo es simplemente indescriptible:  es como un budista monje tibetano con toda la sabiduría,  profundidad y realización de un maestro zen.  Sus risas,  sus ojos grandes y soñadores llenan mi corazón en todo momento.

Matías nació hace un año y medio.  Llegó a nosotros con la enseñanza más grande que he recibido en esta vida:  la fuerza de venir a este mundo sin miedo y sin expectativas.  Es mi maestro en el arte de la aceptación y el surrender:  mi cuerpo maltrecho lo recibió en muy malas condiciones y se resistió hasta el final.  Después de una dolorosa cesárea,  Matías entró de lleno en nuestros corazones dejándonos boquiabiertos con su estatura espiritual y coraje.

Así que todo esto he aprendido de mis hijos: profundidad de Hernán,  vitalidad y creatividad de Adriana.  Ternura e intensidad de Ariel,  enfoque y serenidad de Gabriel.  Espiritualidad diaria de Gael,  alegría de Theo y fuerza de Matías.

Qué puedo decir sino que mis hijos estaban intrínsecamente ligados a mi práctica espiritual? Que no concebiría estar en esta vida sin ellos,  a pesar de que en algún momento mi ignorancia los consideró un obstáculo.  Al contrario, son el terreno fértil donde las enseñanzas de Yoga brotan y reverdecen.  En sus rostros y caritas puedo ver a Dios todos los días,  todas las cualidades más bellas de un ser humano,  en vivo y a todo color.

Sólo sé que es mi privilegio y honor haber sido canal de estos seres y tener su presencia y amor en sus vidas.  A ellos,  mis retoños y maestros,  les debo haber conocido el significado del amor y el servicio.  A través de muchas experiencias,  muchas de ellas difíciles y dolorosas,  todos  hemos aprendido que lo único que realmente importa es el Amor.


Me lo recuerdan cada día,  de la mañana a la noche.  Me lo recuerdan incluso cuando no están cerca porque están indeleblemente grabados en mi corazón.  Sus sonrisas, gestos,  sus personalidades,  sus sueños y proyectos.  Y sé que son seres totales,  perfectos y bellos en su búsqueda y sólo deseo contemplarlos y disfrutarlos.  Más que nada,  deseo verlos brillar a cada uno en su camino.

Y que algún día puedan decir:  "Oh mi mama, de verdad que estaba bien rayada...pero qué bueno que tuvimos una mamá diferente."

domingo, 13 de enero de 2013

Tenues o comprometidos?

Ayer Sharath dio un conference en la tarde.  Escuchar a mi maestro es para mí como beber de un río de agua fresca y pura.

Enfatizó que el asana y los principios morales son la base de nuestra práctica. Incluyen la no violencia,  no avaricia,  no apego,  no robar ni mentir.  También, la limpieza-física y mental-, la pasión por la práctica espiritual,  la devoción y auto-observación constante.

A un yogi se le conoce por sus acciones.

Antes de venirme,  me di cuenta de que en Costa Rica todavía existe mucha confusión sobre esto que he estudiado por años y que tanto amo.  Estando aquí,  me doy cuenta de que la confusión es mundial.  Cuando algo crece tanto,  siempre habrán detractores e impostores.  Es inevitable.

Sharath enfatizó que lo único que uno puede hacer es tratar de mejorar uno mismo y no cambiar lo de afuera.  El Yoga es para la auto-transformación,  la mente siempre está distraída y cambiante.  Pero una práctica espiritual estable mantiene la mente serena.

En mi vida personal,  han habido muchos cambios muy grandes en los últimos diez años.  Creo que si no fuera por mi práctica de yoga ya me habría vuelto loca.  He podido aprender a soltar-  aunque todavía me cueste mucho-,  a sentir menos apego y a anhelar más lo verdadero.    Dentro de todos los apegos,  creo que mi práctica es el mejor de ellos.  He trabajado muy duro,  pero lo que he recibido no lo cambiaría por nada.

Cuentan una historia muy hermosa aquí en India sobre un hombre sabio que llegó y se sentó bajo un árbol.  Sin decir una palabra.  Miles empezaron a sentarse a su alrededor.  La multitud crecía y dos académicos empezaron a hablar entre ellos:  " Pero por qué vienen a verlo? no ha estudiado las Escrituras!  Nosotros sí,  tantos años!  Vamos a decirles a todos que él no sabe nada."  Fueron y se sentaron a sus pies...y en ese momento,  olvidaron todo lo que venían a decir.-

Mi maestro nos pide enfoque.  Que no nos inmute nada de lo que la gente hace y deshace a nuestro alrededor.  Las cosas buenas caen por su propio peso.  Es como aquí en Mysore:  no cabe un alma.  Hace diez años no había ni la cuarta parte de la gente,   ahora hasta hay problemas para encontrar un lugar donde vivir.  Guruji trabajó incansablemente desde 1948.  Hoy,  65 años después,  esto explotó.

Y no es el nombre del estilo ni el de los maestros.  Es la vibración que uno encuentra en la escuela.  Como dice un querido colega,  sólo los que hemos probado el azúcar podemos dar testimonio de su sabor.  Ojalá que mucha más yogis y yoginis devotos en mi querida Costa Rica decidan dar el paso y probar el azúcar.  Ojalá que más personas en el mundo prueben esta maravillosa práctica transformadora.

Todos traemos impurezas a esta vida, incluso de vidas pasadas.  Se alojan en nuestro cuerpo e influyen nuestras mentes y emociones.  Aquí empezamos por la base: limpiar la casa,  renovar las energías,  abrir puertas y ventanas para que entre aire.  Después,  tal vez un día,  estemos frente al shala tomándonos una pipa, sin ninguna preocupación y sólo la sensación de la brisa cálida de India en nuestro rostro.

Y tal vez,  ese día, por primera vez,  sintamos que valió la pena nacer.

sábado, 12 de enero de 2013

El Atman feliz

Suena la alarma.

Está oscuro,  me alisto mientras Marco duerme.  Afuera,  se escucha un pleito de perros: esa es la parte que no me gusta tanto de salir tan temprano al shala.  Decido cambiar de calle para no toparme a una de estas fieras y me espera una sorpresa.

En la tenue luz del amanecer,  distingo dos figuras a lo lejos.  Un hombre mayor,  con su lunghi y una figurita pequeña.  Caminan por la calle,  me acerco y distingo a un abuelo con su nieta.  El se ve feliz,  relajado.  Ella me recibe con sus ojos vivaces,  tendrá un año y medio máximo.  Me dice sonriente:  "Hi!"....y se viene detrás mío.  Voy a un paso rápido y me doy cuenta de que si continúo así,  el abuelo se va a quedar atrás.  El empieza a llamarla y yo me detengo.  La bebé está a mi lado y no se devuelve.
Continúo mi marcha,  la enana me sigue.  El abuelo le pone, pero no logra alcanzarnos.  Finalmente,  grita algo en Kannada,  el dialecto de Mysore,  y sale la abuela,  mete carrera y alcanza a su bebé.  Mientras prosigo mi marcha,  escucho los lloros y gritos.  Se me abre el corazón.

Esta práctica es para todas las edades,  todas las razas y todos los estados de la vida.  Esta anécdota me hacer reflexionar mientras espero sentada en las gradas del shala a que mi maestro termine la Primera Serie Guiada con el grupo anterior.   Hoy me toca hacer la Segunda o Intermedia con él.  La experiencia más intensa que he tenido en mi vida.  Ya sé a lo que vengo.

Veo llegar  gente de todos los tamaños, figuras y edades.  Me encanta observar esta diversidad de seres humanos confluyendo en su solo lugar,  con una intención parecida:  el deseo de ir hacia adentro.  No importa tanto si ya tienen más de 60 o están muy jóvenes,  los cuerpos son sólo las chaquetas,  el Atman o espíritu es lo que nos trae a todos hasta aquí y nos hace ir más allá de la mente y sus limitaciones.

Encuentro a varios queridos amigos,  una alemana,  un americano y un mexicano. Además de un australiano,  una brazileña y un japonés.  El shala brilla en su diversidad.  Gente de todo el mundo que manifiestan sus cuerpos en este lugar,  no importan los obstáculos. Sólo los perezosos no practican,  decía mi maestro.  Y no sólo se refería a pereza física,  sino principalmente a la mental.

Algo compartimos los que estamos acá:  muchas caras que reconozco después de tantos años,  pero también las nuevas tienen una profundidad.  Su deseo de alguna forma tornea sus facciones,  añade sabiduría a sus ojos y cambia su voz.  Cada intercambio con estos seres humanos me toca por dentro y mientras espero,  realizo que todos son especiales.  Han botado pieles viejas,  como las serpientes,  y lo que brilla es su energía pura.  Brillan y emiten un calorcito.  Llenan el lugar.  Me siento rodeada de místicos,  sabios,  maestros.

Mi maestro llama y acomodarse es todo un evento.  La masa de gente es tan grande y la fila al baño interminable.  Sin embargo,  dentro de todo el caos hay un orden,  todos en silencio.  Hacemos cambio de turno y finalmente,  logro llegar a mi mat.  "Samastitih!!"  llama Sharath con voz grave y fuerte.  Y me rindo a la respiración.

Segunda Serie guiada por mi maestro es algo así como que a uno lo atropelle una locomotora.  Ya a la mitad de la serie,  ha sacado a más de la mitad del grupo.  Los pocos que vamos quedando nos movemos como un solo cuerpo en armonía.  Mis compañeros de lado respiran con calma,  por encima de la intensidad.  Observo mi mente protestando ante el dolor en los deltoides,  bíceps y tríceps.  Mis piernas empiezan a temblar a partir de Mayurasana.  Es el Mayurasana más largo de mi vida,  mis codos se entierran en el plexo solar y siento que voy a vomitar.  Y el conteo continúa,  no se detiene. El ritmo es visceral.  Nos acercamos a las siete paradas finales de cabeza y ya mi cuerpo se ha disuelto en la energía universal.  Sólo me queda mi mente:  la enfoco,  siento el miedo,  respiro con fe y escucho las cuentas.  No existe nada más.  "Ekam,  due,  trini..."

Y de pronto,  regreso a la visión de la bebé en la calle con su abuelo.  Me veo de un año y medio y luego,  anciana como de 80 años.  En un instante pequeñito,  mi vida me pasa por los ojos y estallo en una alegría incontrolable.  "Catvari,  panca..."  Siento la brisa que acaricia mi sudor,  escucho los pájaros indios recibiendo la mañana,  el murmullo de la gente mientras se toman su pipa allá afuera.  Estoy aquí y al mismo tiempo,  soy una bebé,  soy una mujer madura...soy todo.  Mi cuerpo es una antena que recibe toda la información en perfecta sincronicidad con algo más grande y ese algo más grande me abraza por dentro.

Termina la faena.  Todos quedamos tirados en el piso como después de una batalla.  Entramos en el espacio más sagrado que he conocido y de pronto,  mi mente descansa.  Bendito descanso.  El cuerpo rendido da espacio a un instante de paz.  Paz absoluta y completa.  Paz de saberme viva.

Me levanto como después de una muerte.  Cada práctica aquí es una muerte para mí.  Salgo del shala y recibo el cálido sol de la mañana,  el agua de coco fresca y las sonrisas de mis amigos.  Pero sigo todavía en el silencio.  Me escucho hablar y mi Atman observa.   Está grande, feliz y muy presente.

Así es como le gusta vivir en este mundo.  Con una mente serena y un cuerpo feliz. Sin tanto ruido interno,  emociones colapsadas en los tejidos y músculos y preocupaciones triviales.

Regreso caminando a mi casa como en el aire:   esta mañana con la gracia de una niña y la serenidad de aquella mujer sabia que apenas empiezo a conocer.