domingo, 13 de marzo de 2016

Misión cumplida

Termino hoy un viaje de casi 40 días en la mejor compañía.

Un viaje que empezó desde el año pasado...  que tuve conmigo cada día en mi corazón mientras practicaba en enero con mi maestro.  Que me demandó a mí y a mis seres cercanos toda una mutación interna que hoy agradezco infinitamente.

Caí en un barco con una tripulación de primera clase.  Primera clase en el sentido que todos decidieron remar juntos.  Hubo algunos casos de rebeldía e inmadurez como en todo en la vida:  sin embargo,  la fuerza del grupo como tal aplacó cualquier amenaza de insurgencia.  Imposible detener un tsunami compuesto por anhelos sinceros y mucha generosidad de corazón.

Esa parte que a veces nos sigue sosteniendo en lugares de queja, de miedo al futuro y de incomodidad con la incertidumbre vital desapareció de mi corazón.  Mi grupo me ayudó enormemente a cruzar olas gigantes que en algún instante creí que no lograba atravesar.  La magia de saberme con seres de tanta estatura espiritual me conmueve.  Y lo más lindo es que cada uno de ellos anhela hacer el bien sin que nadie se dé cuenta.

Ese anonimato es importante.  Vivimos en una era donde los medios ensalzan y crean historias sobre seres mínimos que aparentan ser muy grandes y profundos.  Vivimos en una lucha indiscriminada entre imágenes y fotografías,  muchas de ellas sin contenido porque tristemente conozco personalmente a sus protagonistas.  No hay relación entre lo que muestra la imagen y su persona.

Así que el panorama actual, sobre todo en el mundo del yoga,   apela diariamente a esa sabiduría interna que todos tenemos de saber qué es real y qué no en cada momento.  Mi grupo me ayudó a realizar más realidad dentro de mí.  La realidad en lo que hago significa ser uno mismo en todo momento, por encima de imágenes creadas artificialmente y propuestas de marketing cibernético. Lastimosamente,  videos y canales están sustituyendo la presencia humana para aquellos ignorantes que todavía no han probado la miel y creen que la presencia del Shakti puede sustituirse con proezas y maromas vacías.

La presencia humana es insustituible,  importante. Radicalmente esencial para avanzar.  Esencial para un buscador diría yo y tiene que ser la mejor presencia,  la más inspiradora.  No aquella que nos trae nuestros miedos e inseguridades a la superficie:  gente que le encanta enfocarse en lo peor que puede pasar,  en la carencia,  en lo que está "mal".  Nada está mal per se:  y si algo no nos gusta es tan simple como tener la fuerza de hacer los cambios necesarios en lugar de seguir perpetuando la posición de víctima,   tan cómoda para muchos.

Mi grupo remó.  Remó con todas sus fuerzas.  Algunos se durmieron,  pero otros no durmieron del todo.  Dejaron de comer,  totalmente absortos y enfocados en la importancia de la faena.  Otros se dedicaron a comer,  a hacer tiempo,  a distraerse.  Pero la mayoría no claudicó.  Dicen que los estudiantes son la biografía de su maestro:  hoy puedo decir con mucha alegría que me reconozco nueva ante el gran honor de haber compartido con seres tan inteligentes,  de tanta profundidad y sabiduría interna.  Amables,  generosos,  amistosos,  alegres y con mucho sentido del humor sin perder su enfoque.

Creativos hasta decir basta. Agradecidos con la vida.

El viaje nos obligó a todos a ir a lugares nuevos.  Cada grupo de estudiantes que tengo el gran honor de conocer me enseñan algo:  este grupo me enseñó que pasión no es perder los estribos sino sostenerse en el amor,  como decía la Madre Teresa.  Aunque ya uno siente que no dan las fuerzas, que el cuerpo no responde,  que no puede dormir.  Amar no es una proeza sino simplemente la capacidad de seguir amando en el día a día cuando todo nos dice:  no lo hagás más.  Y lo que hay al otro lado de este esfuerzo titánico para cualquier ser humano es más de todo lo que todos buscamos y anhelamos: la conexión poderosa con nuestro espíritu,  ese que nunca se cansa y nunca termina de reconocerse en esta vida.

Vendrán muchos viajes más.   Tengo uno próximo en abril a un lugar agreste,  un desierto sin agua dividido, absurdamente guiado por líderes ciegos.  No es una tarea fácil pero me llevo un corazón grande y fuerte gracias a mi grupo y a la inspiración de mis maestros.  Uno de mis estudiantes parte en una misión a Damasco después de este intensivo: yo me siento parecido.  Voy a una zona de guerra,  impredecible y peligrosa. Pero este grupo que apasionadamente dejó todo lo conocido en pos de una quimera estará siempre en mi corazón.  La enseñanza del poder ser más auténticos y reales en un mundo que se vuelve cada día más una foto en Instagram,  un post estético en FB y una línea copiada de alguien más.

Seres auténticos,  reales, genuinos y vivos:  eso es lo que produce este yoga en manos conscientes. En manos inconscientes produce egos grandes,  desconectados en su narcisismo y con muchas ansias de fama y poder.  Pero he estado casi cuarenta días en la mejor compañia y siento una incontenible alegría,  un deseo muy grande de tender la mano al otro,  una compasión gigante porque todos estamos dando una lucha a muerte.  No hay casualidades y sé que a todos en mi barco los conocí antes:  el imán hacia el maestro viene de otras vidas y cuando sucede no podemos más que estar en suprema gratitud.

Pasión y ganas: me quedo inundada.







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