jueves, 30 de octubre de 2014

"Yo me encargo"

Muchas cosas empiezan a decantar.  Dicen que uno entiende hasta que entiende...y entonces,  puede tomar decisiones más sabias, inteligentes y amorosas.

Durante toda mi vida tuve que ser la fuerte.  De mis tres hermanos,  era la mayor,  la responsable,  la modelo,  el ejemplo.  Como madre de un cachimbal de guilas- como decimos en mi país, mi labor ha sido proteger,   conciliar,  impulsar y promover  vuelos,  aventuras y quimeras desde hace más de veinte años.

Mi profesión también me pide estar al frente,  ser líder,  hacer mi mejor esfuerzo por dar pasos coherentes y promover la consciencia en mis estudiantes,  empezando por mí misma.  El cien por ciento del tiempo estoy pensando en mil cosas,  sosteniendo,  cuidando y creando.  Es una vida rápida, intensa y al mismo tiempo,  muy gratificante.

Sin embargo,  hay momentos en que añoro poder relajarme y soltar.  Sentir que no estoy a cargo y que puedo simplemente ser.  Creo que este es un síndrome que sufrimos muchas de las mujeres de este siglo: somos independientes,  inteligentes,  dinámicas y valientes.  No necesitamos que nadie haga nada por nosotras.  Somos la mejor versión que hemos podido de lo que no queremos repetir de nuestras madres.  Esas mujeres que sufrieron,  se victimizaron y permitieron ser satélites de algún hombre.

Así que a mí las palabras no me producen gran cosa.  Los hechos dicen para mí más que mil poesías,  te amos y canciones pegajosas.   Las acciones son para mí muestra de amor y presencia.  Por un rato,   puedo relajarme y permitir que otro ser se encargue por un rato.  Y se siente tan bien soltar el control.   El control nos vuelve incrédulos y desconfiados:  alguien será capaz de hacer las cosas tal y como pensamos que tienen que hacerse?  Pero qué tal si las cosas se pueden hacer de otra forma,  incluso mejor que como nosotros creíamos?  Qué tal si hay seres allá afuera lo suficientemente sensibles para notar qué necesitamos porque nos aman lo suficiente para saber cuando necesitamos un break?

El amor para mí es estar lo suficientemente abierto a otro ser humano de tal forma que sus necesidades, aspiraciones y deseos se vuelvan tan importantes como los nuestros.  Es dar en el mejor sentido de la palabra:  apoyo,  solidaridad y sobre todo,  atención y tiempo.

Observar.
Sentir.
Ver y oler.

Acompañar.

La fortuna de sentirnos acompañados en esta aventura llamada vida es remota.   La mayoría de las relaciones se establecen buscando algo a cambio.  Cuántos de nosotros podemos decir con sinceridad que no esperamos algo a cambio de nuestra presencia y esfuerzos?  Creo que pocos.  Todos damos si nos dan,  hacemos si hacen algo por nosotros.  Encontrar un ser que da porque lo llena verte feliz,   comparte todo lo que tiene y no se reserva nada,  se alegra por nuestros triunfos y nos abraza en nuestros momentos flacos es un acontecimiento muy raro.   Pero sucede y estoy dándome cuenta de que por alguna razón del destino me está pasando a mí en este preciso momento.

Le llamo buen karma o tal vez,  la gracia inesperada de saber que hay alguien a quien mi bienestar le importa tanto como el suyo.   Después de cuidar de tantos durante toda mi vida,  se siente realmente increíble que alguien pueda cuidarme y yo me deje.   Me hace sentir frágil y vulnerable,  me pone en un lugar de receptividad que no conocía.  Me ayuda a confiar en que no tengo que hacerlo todo sola,  en que puedo simplemente ser yo,  en todos los sentidos de la palabra mujer.

Por primera vez en mi vida,  siento que puedo ser yo.   Puedo dejar por un rato ese rol que muchas llevamos de ser el hombre de la casa.  Puedo mostrar mi femineidad sin temor a ser abusada o agredida.  Puedo sentir intimidad en vez de entrar en juegos de poder.  Puedo acercarme sin miedo a ser manipulada.   Puedo relacionarme con alguien que me ve no como fuente de su bienestar,  sino como una agradecida receptora de su cariño.

Celebro el haber estado en relaciones en que mi parte masculina se endureció a morir.  Lo celebro porque gracias a ellas puedo hoy ver  ese patrón  resquebrajarse y derrumbarse suavemente casi por sí solo en un abrazo confiado.  Sin tener que protegerme,  sin tener que dirigir.  La simple y pura dicha de saberme un ser efímero y frágil en la marejada de la vida-  pero ya no tan sola.

" Yo me encargo"- me dice mi significant other a menudo,  casi diariamente.

Las palabras más dulces que he oído en mi vida.

"Yo me encargo"-  de tus niños,  de tu techo,  de tu acera,  de tu cena.  Yo me encargo mientras perseguís los sueños que te merecés.  Yo me encargo mientras volás a la luna y yo te espero aquí.  Todo está bien.  Podés estar tranquila...  Estoy aquí para sentirte y ayudarte.  Estoy aquí para darte.

Yo me encargo.

Palabras nuevas en el vocabulario de esta neófita en el arte de las relaciones.  Palabras dulces respaldadas por acciones de amor que todavía me cuesta creer y que están volviendo mis conceptos sobre las relaciones con el sexo opuesto al revés.

Porque parece que, después de todo,  si me va a dar tiempo de ser mujer en esta vida.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.