jueves, 4 de septiembre de 2014

Más allá de la Ciudad de la Furia

Llego a la práctica con mi Maestro llena de entusiasmo y gratitud.

Hoy el gimnasio estaba un poquito más caliente que en días pasados.  O será que mi mente está menos resistente?

Tímidamente coloco mi alfombra en la primera fila.  A un extremo eso sí.  Hoy me siento valiente.  He luchado mucho para llegar aquí- no a la primera fila,  sino a este momento vital.  Estoy en un momento de puro potencial:  todo es posible para mí.  Me asusta y emociona este caleidoscopio de opciones que se me abren,  esa multitud de decisiones que quiero tomar en conjunción con la voz más profunda y sonora de mi ser.

Sé que aunque esa sea mi intención algunas decisiones las tomaré con la mente seca.  Otras con el corazón mojado.  Otras con el hígado punzante.

Qué ángel me ayudará a tomar la que sea genuinamente mía?

La que no trate de agradar a nadie.  Aquella con la que pueda vivir el resto de mi vida sin arrepentirme.

Qué milagrosa voz me guiará hacia ese lugar que anhelo?  Ese espacio interno donde mis dudas se disipen, no hayan presencias incómodas y pueda ser auténticamente quién Soy?

Mi práctica me ha ayudado,  a través de los años,  a preparar un terreno fértil.  Tuve por mucho tiempo que quitar malas hierbas,  eliminar plagas y limpiar la tierra.  Agua, abono y dedicación diarias.  Y cuando escribo esto me refiero a mis propias malas hierbas:  mis ideas sobre el mundo, sobre mí misma y sobre los demás. Ha llegado el momento de sembrar y me encuentro con un puñado de semillas en mis manos,  todas buenas.  Todas bellas.  Algunas más maduras que las otras.  Todas con un potencial ilimitado de dar frutos,  todos distintos pero hermosos.

Hoy tuve la oportunidad de engancharme exactamente en lo que no quiero. Tuve el llamado a entrar de nuevo en el drama de alguien más.  Pude ver mi impulso a justificar,  aclarar, explicar...y decidí no hacer nada al respecto.  Decidí no perder energía en dramas ajenos y dedicarlo a mi propio camino.  Ya mi Maestro me lo dijo en el pasado:  cuando haya turbulencia a tu alrededor,  IGNORALOS.  El mismo me da su ejemplo poderoso cada día con su ecuanimidad y solidez interna. Con su sonrisa,  su andar pausado y su vitalidad.   Y hoy fue en día en que,  antes de engancharme,  recordé sus palabras y simplemente pasé de largo.

En vez de desperdiciar mi energía en absurdos,  escogí tener una tarde linda con mis amigas,  disfruté de una piscina de agua fresca y un jacuzzi tibio,  ambos bálsamos para mis músculos cansados.    Cena temprano con la comida que nos gusta a los yogis:  ensalada de kale con un jugo de pepinos,  algas y frutas.  Me despedí de este mi último día en Los Angeles con un atardecer desde las montañas de Hollywood,  llena de nostalgia,  ya extrañando a mi Maestro.  Lista para el siguiente paso.  Lista para seguir enfocada.

Es mi decisión.

Ya empiezan a aterrizar mis nuevos estudiantes en Costa Rica.  Inician dos meses de mucho movimiento interno para todos.  Anticipo un tiempo de mucha interiorización y compartir al mismo tiempo.  Todos sostenidos por la energía benevolente y amorosa del linaje de mis maestros.  Presencias que no son una historia,  sino energía viva y real.  Hombres y mujeres valientes que no perdieron el tiempo en observar y criticar a otros,  sino que tomaron su destino en sus manos.

Me voy inspirada a encontrar mucho más gente así en mi camino.

Ya de hecho,  la
estoy encontrando.









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