lunes, 15 de septiembre de 2014

Limón Blues

Anoche tuve una práctica espiritual un tanto diferente,  pero no por eso menos interesante.

Soy de la filosofía de que uno tiene que probar todo en la vida...con mesura,  curiosidad e inteligencia. Durante muchos años quise hacer algo y no sucedió.  Siempre ponía excusas,  me inventaba historias.  Había una parte mía que quería hacerlo, pero tal vez simplemente no había encontrado la compañía adecuada.

Puerto Viejo es la playa en Costa Rica que más amo.  Es una mezcla de India con Jamaica con Africa con Indonesia.  Encuentra uno ahí una vibración mágica,  así de mágica para mí como India.  Cuando estoy ahí la vida se siente diferente. Hay otro ritmo. Mis amigos locales se comunican con más fluidez y transparencia.  La gente es preciosa,  realmente hermosa.  Hay una abundancia y exhuberancia en el aire que añoro diariamente.  La comida se siente llena de amor.  Y anoche tuve la experiencia de ser introducida al por primera vez en mi vida y en vivo al Roots.

Siempre tuve cierta reticencia por lo tarde que empieza la fiesta en Puerto.  Medianoche apenas comenzando. Con mi horario tan disciplinado a esa hora normalmente estoy en la cama, lista para levantarme muy temprano. Así que sólo pensar en esperar ya que dio sueño.  Pero sabía que tenía que lograrlo,  sabía que mi práctica de hoy iba a ser cambiar el patrón.  Todos podemos refugiarnos cómodamente en el yoga u otras prácticas y he visto mucha gente hacerlo para no enfrentarse ellos mismos.  Se vuelven autómatas del mat.  Fundamentalistas llenos de juicios y según ellos sabiduría.  Pero entre más avanzo en este camino, más sé que no sé nada.  Más me dejo llevar por mi intuición y más me atrevo a vivir fuera del cuadrado.

Mis amigos desistieron de la iniciativa,  cansados igual que estaba yo.  Todos...menos uno.  Sin él no lo hubiera logrado.  Conocedor del tema y más negro que blanco,  conoce el lugar como la palma de la mano.   Me alegra mucho porque cuando llegamos a Salsa Brava el lugar estaba repleto.  No creo que me hubiera atrevido a entrar sola.  Pero experimenté un momento de verdadera alegría en este lugar.  La música intensa y la multitud moviéndose al ritmo de las olas y el roots me transportó a otra dimensión.  El lugar estaba bastante oscuro y se veían sobre todo siluetas.  Se respiraba un aire dulce y cálido.  La gente bailaba pero se movían como si esta energía los estuviera llevando.  Entré en una especie de trance acompañada por mi amigo,  fui a un lugar que no conocía y me sentí muy bien. Tan bien.  Fui viendo mis prejuicios josefinos caer uno a uno y me di cuenta de que estaba en el lugar perfecto con la compañía perfecta,  en el momento preciso y sin ninguna preocupación.

Pocas veces he experimentado esta sensación en mi vida.  Siempre estoy analizando todo,  observando qué está mal,  anticipando un peligro o preocupándome por el futuro.  Sé que mi mente a veces está muy acelerada y otras más tranquila.  Pero los encuentros medulares me pasan cuando puedo sentirme en paz y relajada.   La música, la noche,  la novedad y la compañía confabularon para que esto me pasara anoche.  Me sentí liviana,  feliz y totalmente en paz, aún en medio de tanta novedad.   Supe que mi músculo interno de adaptación ha crecido y que mi consciencia puede contener experiencias nuevas sin tantos juicios como antes.

Me gusta la gente que no juzga y por eso digo,  con Chavela Vargas,  que ser libre implica muchas veces la sensación de una soledad profunda y perenne que se rompe raramente por un encuentro sublime.  Esto porque un ser libre elige con quién se junta.  No se conforma con máscaras e indecisos.  Fluye en libertad en el río de la vida conectándose a seres de la misma frecuencia.  Intenta vibrar al cien por ciento.  No se estanca.  Decide tomar la vida por los cuernos y jugársela.  Se arriesga. 

Anoche sentí ese ser libre dentro de mí moverse al ritmo de una música nueva. Música que me conecta a una energía poderosa de amor,  dolor y posibilidades.    Sentí el poder de mi conexión desde un lugar fuera de mis conceptos y experiencias vividas.  Dí un paso que pudo ser en falso y no lo fue. Y la alegría es inmensa.  El encuentro conmigo misma en circunstancias nuevas le dio un color nuevo a mi mundo.  Porque voy a seguir explorando hasta que me muera y me voy a reír de los juicios internos que me piden continuar repitiéndome.

Un ser vivo y libre no puede nunca repetirse.  Necesita romper estructuras todos los días.  Necesita respirar aires nuevos y vivir contrastes.  De lo contrario, nos anquilosamos tristemente en ideas que nos limitan e impiden respirar esta existencia efímera,  irrepetible y absolutamente hermosa.  Perdemos la magia.  Nos auto cerramos las puertas.

Puerto Viejo de mi corazón:  te recibo desde un lugar nuevo.  Anoche abrí una puerta mágica y hoy,  muerta de sueño mientras escribo esto casi sin poder ver las letras me digo:

No woman.
No CRY.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.