martes, 25 de junio de 2013

Tarde de equinoxio

Hoy tuve un encuentro con alguien.  Un encuentro de esos que lo desintegran a uno en mil pedazos.

Una de las desventajas de ser uno un lobo estepario- en este caso,  una loba-,  es que somos seres que llevamos la procesión por dentro.  En mi caso particular,  mi confidente diario es mi mat de yoga y el de Arriba.  Y a veces me pasa que me quedo patinando y dando vueltas en mis propias percepciones...hasta que la vida me da la oportunidad y el regalo de compartirme genuinamente con alguien.

El encuentro en sí tuvo mucho de emotivo y doloroso.  La persona en cuestión comparte mucho de mi visión de vida.  De alguna forma,  creo que esos encuentros impredecibles suceden cuando hay una empatía latente que sale a la superficie normalmente en épocas de crisis.  No sé si será la luna,  el equinoxio o la bailada del sábado,  la cosa es que mis emociones no tardaron en aflorar y pude constatar que estar mucho tiempo solo le altera a uno la visión y la claridad.

Sufrí uno de esos momentos extraños en que uno no puede evitar las lágrimas a borbotones.  Por más que intentaba controlarme,  no dejaban de salir.  Lloré tanto que hasta tuvieron que ofrecerme un pañuelo! Y eso que yo sólo iba a conversar!  Me sorprendió tanto, pero ahora que escribo siento como si se me hubieran aflojado un nudo en el pecho.  Un nudo que yo misma intentaba mantener bien amarrado y en su lugar.

La vida me muestra que mi mente es incapaz de comprender mis emociones y mucho menos de controlarlas.  Por más que lo intente,  suceden cosas como la de hoy en la tarde.  Me siento sumamente agradecida de que tal incidente se desencadenara,  más allá de mi mente y su afán eterno por dirigirlo todo.  Tuve un momento de "debilidad"?  No,  al contrario.  Tuve un momento de realidad.

Ser reales no es fácil en esta cultura nuestra que alaba las caras sonrientes,  incluso las falsas.  Así como alaba partes del cuerpo postizas,  desde dientes pasando por pechos....hasta nalgas.  Vivimos inmersos en una fantasía que se alimenta por la publicidad y sus tentáculos.  Llorar no está bien visto,  tampoco estar triste.  Si no estamos "ON",  tenemos que "arreglarnos" lo más rápido posible.

Me rehúso rotundamente a "arreglarme".  Hay una parte en mi mente que desearía ser siempre una postal perfecta e insensible.  Pero soy demasiado humana para eso y me alegra.  No aspiro a ser una foto de nadie y mucho menos,  una muñeca.  Aspiro a ser lo suficientemente real para llorar sin parar cuando lo sienta.  Y en esos casos de afluencia de líquidos,  nada como agradecer la posibilidad de no ser juzgada y ser aceptada tal como soy.

Para eso,  se necesita una contraparte real y tan humana como yo.  Y me alegra saber que hoy en la tarde tuve un encuentro cercano con alguien así.  Alguien que también lloró conmigo y me hizo partícipe de sus emociones.  Alguien que no se averguenza de saberse frágil en medio de este mundo inhumano.

Alguien como yo que puede darse el lujo de ser un papelito.

Sin verguenza.
Sin dobles caras.

Y la ironía es que tengo que decir,  la verdad es que me siento más fuerte.
 

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